Recorrer Manabí es recoger los pasos del dolor, de la desolación, de la destrucción y el miedo. Plásticos improvisando techos, cocinas, ollas, colchones y ropa a las orillas de las calles y carreteras. Casas que parecen maquetas, porque les faltan partes, paredes, techos, pisos, que aun guardan objetos que representan años y años de trabajo, de sudor y esfuerzo. Familias esperando la noche para acurrucarse juntas, para esperar otra vez el día, para ver si amanece definitivamente.
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