Se llamaba Iqbal Masih. El 16 de abril de 1995 tenía apenas 12 años. Ese día fue asesinado en Pakistán, el país donde había nacido. Su “crimen”: ser un militante por la justicia, dentro de un sindicalismo solidario, denunciando la esclavitud infantil en el mundo y trabajando en la construcción de escuelas.
La presión sobre los organismos internacionales es fundamental y en temas como éste los cristianosno podemos callar. El proyecto de Dios, el Reino, será imposible mientras existan niños esclavos.
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