SINODALIDAD

El 30 de septiembre se ha dado inicio en el Vaticano a la primera sesión del Sínodo de la Sinodalidad. Hay entusiasmo en unos y escepticismo en otros. Unos han trabajado mucho en las etapas previas, otros no trabajaron nada. ¿Se lo dejamos todo al Espíritu Santo o asumimos la parte que nos toca? Yo mismo he estado interesado pero sin comprometerme. En mi círculo se ha trabajado de varias formas. Nos queda sintonizar con lo que ocurra durante esos días y pedir en oración que el Espíritu de Dios venza las hostilidades con la fe, el trabajo y la confianza de los sinodales. Después, todo estará en manos del Papa Francisco. No hay que esperar decisiones y cambios al terminar esta sesión. Más bien silencio, asimilación de propuestas, confrontación de pareceres y situaciones. El Papa Francisco no se impone, ha insistido en la escucha y en abrir procesos. Creo que ahí está la novedad, no sólo como método sino como modo de ser iglesia. Sólo esa propuesta ya es un avance. Hemos de aprender a ser sinodales. Hemos de instaurar la sinodalidad en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestro estilo de vida. Es lo que más se asemeja a las primeras comunidades cristianas frente a las adversidades de su tiempo. Y hemosde avanzar en lo que nos pide el tiempo actual. Hemos de abrirnos a los demás y dar cabida a “todos, todos, todos”.

Me siento optimista respecto al sínodo, pero no ingenuo. Hay posturas opuestas, hay miedos que paralizan, hay retrocesos que enlentecen el caminar. Lamento el descrédito que se ha instalado en las iglesias locales hacia la teología de la liberación, así como a las CEB y el desuso del método “ver, juzgar y actuar”. Se imponen otros métodos, pero creoque son menos realistas.

Creo también que lo valioso permanece y que en ello seguirán inspirándose muchas innovaciones eclesiales.

Fr. Fernando Solá Soler