"Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos” (Sal 84, 10)
Miguel Ángel Gullón reflexiona sobre la fragilidad de la paz a día de hoy.
En este contexto de incertidumbre donde la paz es delicadamente frágil estamos llamados a reflexionar sobre todas las causas que la debilitan y destruyen de la mejor historia de convivencia en la humanidad. La paz es una utopía, cierto, que a veces desaparece del horizonte porque los intereses mundanos son más fuertes que el sueño de construir juntos el Bien Común para el disfrute de todas las personas. El Papa Francisco, propulsor del diálogo sobre las bases del respeto y la tolerancia, anima a todas las personas de buena voluntad a unirse para detener el flagelo de la guerra que hoy es más fuerte en Ucrania-Rusia y en Palestina-Israel pero que también hay grandes conflictos en otros lugares cuyas noticias tardan en llegar por la dificultad del acercamiento de los medios de comunicación.
En el día que escribo esta reflexión se conmemora el 75º aniversario de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La conquista de la paz pasa necesariamente por el respeto y cuidado del otro. Pero se dan situaciones que quebrantan este valor: Benito Nazario Mateo, de Magarín en El Seibo, es desalojado de su casa y su conuco. Junto a él, 140 campesinos de la Asociación Agropecuaria "Mi Propio Esfuerzo", con sus títulos de propiedad, sufren maltratos y amenazas desde hace años. Francisco, en el Ángelus de este día, dijo que “el compromiso con los derechos humanos no termina nunca. En este sentido, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en el día a día concreto, luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan". Para el Secretario de la ONU, Antonio Guterres, la Declaración sigue siendo "una hoja de ruta para ayudar a poner fin a las guerras, sanar las divisiones y promover una vida de paz y dignidad para todos".
El día primero de cada año, desde 1967 que Pablo VI instauró la Jornada Mundial de la Paz, se hace un canto a la armonía de la convivencia universal para recordar que “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos” (Sal 84, 10). El mensaje de la Jornada del 1 de enero del presente año se titula “Inteligencia artificial y paz” y comienza diciendo como “la inteligencia es expresión de la dignidad que nos ha dado el Creador al hacernos a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26) y nos ha hecho capaces de responder a su amor a través de la libertad y del conocimiento”. Este don es una gracia especial del Espíritu Santo que nos permite comprender la Palabra de Dios encarnándola en la realidad. Cuando se da el salto a la inteligencia artificial es la persona quien debe marcar bien su camino cuidándose de todo aquello que puede atentar contra su dignidad. Por eso Francisco añade que “debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad y a la paz entre los pueblos. Tal resultado positivo sólo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como «la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad»”. Y termina el Papa con una bella oración: “Mi oración al comienzo del nuevo año es que el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y los conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana. Que los fieles cristianos, los creyentes de distintas religiones y los hombres y mujeres de buena voluntad puedan colaborar en armonía para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos que plantea la revolución digital, y dejar a las generaciones futuras un mundo más solidario, justo y pacífico”.
Fray Miguel Ángel Gullón