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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Del Bañado Tacumbú a los Cerros de Alcalde Díaz

Dos aniversarios el mismo 4 de diciembre

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En el Bañado están de fiesta. Algunos de la Comunidad fuimos para acompañar a Pedro Velasco en la celebración de los 33 años de CAMSAT. Se celebró con una Misa y un festival de música y danzas presentado por niños y adolescentes del mismo barrio. Mientras yo gozaba admirando las actuaciones que se iban sucediendo, pensaba en todo lo que Pedro fue suscitando durante estos años. Recordaba los palafitos levantados para proteger de las inundaciones a una cantidad de moradores del lugar; el tendido de cañerías para disponer de agua potable en cada casa; la denominación de las calles en todo el bañado, y sobre todo la organización y el trabajo permanente de inculcar sentido comunitario entre los vecinos. Así se pudo atender la salud, la educación, la cultura, y la ayuda en momentos de emergencia como las inundaciones o el Covid. Pensaba yo en tantas personas que colaboraron y siguen colaborando, desde CAMSAT, por extirpar la pobreza y dignificar a cada persona. Pensaba yo en el mérito de las sencillas actuaciones artísticas que estábamos presenciando y lo que significa para el crecimiento del barrio. Todo esto y mucho más es CAMSAT (Centro de ayuda mutua, salud para todos). Y el alma de todo ello es nuestro hermano Pedro. Bien merece que sus hermanos lo acompañemos y lo apoyemos como Comunidad. Ahora los vecinos del Bañado Tacumbú se enfrentan a la realización del proyecto, tantas veces soñado, de la Franja Costera, que ha de liberarlos de las frecuentes inundaciones. Pero no sólo eso, el objetivo es liberarse de la pobreza. Lo hacen como una comunidad que ha adquirido su mayoría de edad. Una comunidad con conciencia social, que ha logrado reunir a las instituciones y grupos del barrio en una asociación, y sentar a sus representantes en la mesa de decisiones sobre la Franja Costera con el Gobierno, la Municipalidad y el órgano financiero para trabajar juntos el proyecto y defender sus derechos.

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Mientras pensaba todo esto, y al ritmo de danzas y música, estaba observando, a la izquierda del escenario, la espléndida puesta de sol que irradiaba luz en un horizonte limpio sin una sola nube. Un espectáculo sorprendente que atestigua una Presencia que todo lo invade y que trasciende los días y las noches, el tiempo y el espacio. Coincidía ese mismo día, 4 de diciembre, el 44 aniversario de mi ordenación presbiteral. Previo al festival, habíamos celebrado la Eucaristía en el templo parroquial de San Felipe y Santiago. La sencillez del lugar y de las personas del barrio que asistían me transportó mentalmente a Panamá, al templo donde se reunían las comunidades de Alcalde Díaz, al local comunal de la Cabima o al templo de las Cumbres donde recibí mi ordenación sacerdotal. En mi corazón se fusionaron las dos fechas y las dos Comunidades reavivando la conciencia de lo mucho que recibí y del compromiso que adquirí de caminar junto al Pueblo de Dios.

Al regresar a la casa Ra’ykuéra para cenar, los hermanos me felicitaban por el aniversario. El más joven se adelantó a decirme en voz baja: te hemos preparado una sorpresa por tu día. La sorpresa fue un helado. Tenía todo el sabor de hermandad que experimenté en mi pequeña comunidad de Panamá.

Fr. Fernando Solá