Escuela de Verano en la Parroquia del Rosario (Cuba): Desafíos y logros
Aprovechar el verano para seguir aprendiendo y estando bien alimentados, no tiene precio en Cuba. ¡Gracias por hacerlo posible!
Este año se ha realizado la II Edición de la Escuela de Verano "El Rosario": un proyecto de los Misioneros Dominicos en Cuba y en especial de su Superior, Fray Celio García de Padua, OP, quien ha demostrado un interés máximo porque niños y adolescentes, de las Comunidades que ellos atienden en La Habana, aprovechen su tiempo vacacional de modo divertido y con aprendizajes valiosos para sus vidas.
Agradecemos el apoyo de Misioneros Dominicos- Selvas Amazónicas, y al Colegio y la Parroquia Santo Domingo de Oviedo, por su colaboración para que este proyecto pueda desarrollarse plenamente. El reto este 2024 ha sido mucho mayor que en el primer año, pues la matrícula ascendió significativamente.En esta edición contamos con diferentes talleres de Arte (títeres, danza, canto coral, expresión creativa y manualidades), además de un cineforum donde los chicos pudieron disfrutar y comentar, desde sus apreciaciones, las emociones y valores que despertó en ellos la película compartida. Siempre hubo tiempo para que pudieran recrearse con juegos de mesa y dinámicas participativas enfocadas en las buenas prácticas relacionales.
Un sello distintivo de la Escuela de Verano es que todos los talleres están diseñados desde la centralidad de la persona, respetando sus motivaciones e intereses, y con una cosmovisión lúdica en los saberes y aprendizajes. De modo natural todos los participantes se involucran e integran en este fluir de sinergias revitalizantes, tanto para los profesores como para los alumnos. Un momento emocionante dentro del programa de actividades de la Escuela, es la "Excursión". En ella, los participantes, además de relacionarse con mayor profundidad, disfrutan de un día de sano esparcimiento. Esta vez, fuimos a la Playa "El Mégano", ubicada al Este de la capital. Familiares, personal de apoyo y profesores, nos sumamos a la difícil tarea de cuidar bien de los niños y de que todos se sintieran óptimos en tan delicioso y refrescante baño de mar, en una de las hermosas Playas de Cuba.
Es muy importante destacar, que al mismo tiempo que los niños se recreaban sanamente en esta maravillosa etapa vacacional, también recibían meriendas y almuerzos sabrosos y de calidad. Las abuelas de la Comunidad prepararon y cocinaron todos los alimentos; sobresaliendo el buen gusto y el toque casero y familiar. Es un presupuesto de la Escuela, que los niños tengan garantizada una correcta dieta balanceada, y que la alimentación forme parte de las gratuidades que bien se incorporan y aprehenden, como un hábito en la Educación alimentaria de los participantes y beneficiarios de este proyecto.
Este año la Escuela de Verano contó con el apoyo de dos misioneras voluntarias llegadas desde España, quienes se integraron muy bien en todas las actividades propuestas y en la logística desplegada; brindando un servicio humilde, acorde al carisma de la Orden Dominica que representan en su misión de Cuba, luego de haber disfrutado con anterioridad, varias misiones en otros países. Las recibimos con agradecimiento y mucha alegría. Sin ellas no hubiéramos podido enfrentar los retos, a la hora de afrontar la gran demanda participativa en esta II Edición, lo que demuestra la confianza creciente de familiares y amigos en la calidad de los servicios que ofrece la Escuela de Verano; siendo fieles al cumplimiento de los objetivos planteados en todo el programa.
Como colofón, se realizó la habitual Gala de socialización de los frutos obtenidos en todos los talleres. El templo y el Jardín de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario se llenaron de sonrisas, al contemplar la exposición de las obras realizadas por todos los niños y adolescentes, en el Taller de Expresión Creativa. A propuesta de una de las niñas participantes se llamó "Arte garabato", pues su estilo abstracto le recordó una agradable visita al Museo Nacional de Bellas Artes con su mamá, tristemente fallecida.La emoción de felicidad en ella al recordarla fue patente, y todos disfrutaron de piezas únicas, libres y originales, que luego pudieron llevar consigo.
En el interior del templo, se presentaron las coreografías del taller de danza, los coros del taller de canto coral y tres pequeños sketch con las figuras confeccionadas en el Taller de Títeres; donde destacaron las temáticas ricas en valores como: la amistad, la solidaridad y el amor a los animales.
Para los coordinadires de la Escuela es muy importante hacer énfasis en los procesos múltiples de aprendizajes que se van componiendo al interior de los talleres y en las dinámicas propias de todas las actividades programadas, dentro y fuera del recinto. Una vez más, se pone a prueba el profesionalismo de los maestros, quienes asumen con amor y mucha responsabilidad, durante un periodo corto de tiempo, en el que despliegan el máximo de aprovechamiento de los espacios y materiales con que cuenta la Escuela de Verano; poniendo todo el empeño para que el conocimiento llegue con eficacia y calidad. La atención es de modo individual y colectiva, enfocada en el talento que todos tienen; así como, en las capacidades y en los intereses personales.
Cerró esta II Edición de la Escuela de Verano 2024, con las palabras certeras y puntuales de su precursor, Fray Celio; quien reconoció el esfuerzo y la entrega de los involucrados. En ellas destacó la ardua labor durante madrugadas, días y noches, de todos los colaboradores; para que en las circunstancias difíciles de la Cuba actual, se cumpliera con éxito y de manera solidaria, este proyecto común: La Escuela de Verano, a la que todos los niños y familiares de la comunidad circundante desean con ansías asistir, y de la cual no quieren marcharse.
Felices de ser parte y de esta gran oportunidad que nos regala Dios, para que nuestras manos y nuestros corazones estén al servicio del bien, en la edificación de una sociedad con equidad y justicia, abierta a todos, sin distinciones. ¡Gracias!
Coordinadores- Profesores: MSc, Carmela Núñez Linares y Leovaldo Díaz Fernández.