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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Entrevista a Fr. Juan Manuel Pérez García, O.P.

Entrevista realizada al misionero dominico Juan Manuel por otro misionero, Miguel Ángel Gullón, para Radio Seybo en República Dominicana.

Juan Manuel se ha dejado la piel en países como Brasil y República Dominicana. Esas dos experiencias le hicieron comprender que la relación con Dios se realiza a través de la relación con los semejantes: La promoción humana va antes que el culto directo a Dios. Se trata de hacer posible el Reino de Dios y no el sometimiento a normas o códigos. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre” (Ef 6, 5-7). Todos ustedes son hermanos (Mt 23, 9). Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre…. (Mt 25, 34).

 

 

1.- Háblenos de su familia…

Nací en el seno de una familia numerosa. Soy el cuarto entre 10 hermanos, tres mujeres y 7 varones. Actualmente vivimos siete. Murió la primera, que era monja contemplativa dominica hace cinco; dos años después murió el hermano anterior a mí, que fue nuestro segundo padre y hace dos murió otro más joven. Era una familia pobre y vivía a base de la agricultura y de la carpintería del mi padre. No pasamos hambre, pero teníamos que contentarnos con lo estrictamente necesario.
Mi padre murió siendo muy joven, a los 53 años. Padecía del corazón y no resistió a una fuerte pulmonía. Había estado en el seminario diocesano hasta terminar los estudios de filosofía. Antes de morir le encomendó a José, el hermano que me precedía, que entonces sólo tenía 22 años recién cumplidos, el cuidado de la casa, de la madre y de los hermanos, en un cuartilla escrita a mano.
“José, yo sé que me muero; lo siento que os dejo a todos muy pequeños, pero Dios me llama. Queda la casa a tu cargo. Mira por tu madre y tus hermanos; que estudien los que puedan. Ya sé que pasarás muchos trabajos, pero ganarás el cielo siguiendo en la casa. Pídele parecer al tío Claudio; sigue los consejos que te di y dáselos a tus hermanos para que sean buenos y obedientes. Tu padre, que os espera en el cielo. Eladio“.

Yo ya era dominico comenzando el segundo curso de filosofía. Nunca olvidaré la despedida de mi padre cuando me fui al noviciado. Me llevó a la habitación y me dijo: Hasta ahora estabas bajo nuestra responsabilidad; ahora vas a vivir fuera de nuestra tutela. Que nunca, nadie, hable mal de tu familia por tu comportamiento. Me mando ponerme de rodillas y me dio la bendición de parte de Dios.
Mi madre murió el año 1989 a los 94 años de edad, siendo yo provincial de la provincia de Brasil. Al recordar su figura, su entrega y su laboriosidad me viene a la mente la “mujer fuerte” que elogia el libro de los Proverbios (c.31).
Nunca agradeceré a Dios la gracia de haber nacido en una familia honrada, responsable, unida y de una fe manifestada en las responsabilidades de la vida.

2.- ¿Cómo surgió su vocación de dominico?....

Mi vocación de dominico nació con la amistad que mi padre mantenía con los cuatro frailes dominicos, que dirigían el Colegio de Navelgas. Fueron martirizados el 18 de agosto de 1936; hoy están beatificados. El Padre Celestino, el superior, era muy amigo de la familia. El cura de la parroquia era tío mío, hermano de mi padre, y quería llevarme al seminario, pero siempre sentí la llamada de ser dominico, como el P. Celestino y compañeros.
Empecé en Corias, entonces Escuela Apostólica. Comencé el noviciado en Salamanca en octubre de 1945. Cursé el primero de filosofía en Vergara y el segundo y tercero en Las Caldas; la teología (cinco años) la hice en la Facultad de San Esteban en Salamanca, siendo Rector el P. Santiago Ramírez. En los dos últimos años hice la traducción del alemán al español de los tres primeros tomos del Catecismo Social de E. Welty, op. para la editorial Herder (Barcelona). Este tratado me entusiasmó con el problema de los Derechos Humanos, que fue la tesis que presenté para el sacar el título de Lector y Licenciado en Teología. Después la provincia me envió a estudiar Ciencias Sociales en la Universidad Laval de Quebec (Canadá).

3.- ¿Dónde comenzó su Apostolado?

Fue en la Universidad Laboral de Córdoba como Director de la Escuela de Capacitación Social. Cada tres meses pasaba una tanda de obreros (30-40). Al final, no se daban títulos, sino un simple diploma de haber asistido al curso. Los temas desarrollados estaban relacionados con el sistema jurídico y la organización del trabajo. En la escuela insistíamos mucho en la formación humana y en las relaciones sociales. Fue una gran experiencia para mí: descubrir el profundo sentido de la dignidad del trabajo humano y la mala remuneración con que se retribuye; casi como si se tratara de una mercancía. Creo que ese contacto directo con el mundo obrero me marcó para siempre. Por otra parte pude constatar que el tema religioso, que solamente tratábamos en plan de conversación, de diálogo, es bien aceptado cuando no se impone por obligación, sino que se presenta como el elemento que da una respuesta razonable en la búsqueda del sentido de la vida y de la actuación del ser humano.
Los nueve años que trabajé en El Seybo, acompañando a las comunidades campesinas de la parroquia y a la población haitiana que trabaja cortando caña de azúcar en la extensa finca, al principio, del Central Romana y después de la Gulf and Western (G+W), fue otro apostolado que me llenó plenamente. En el fondo se trata de presentar el mensaje del evangelio como base para que el ser humano tome conciencia de su dignidad y se com porte con respeto en relación con los demás y sepa reclamar sus derechos cuando son conculcados sin caer en la violencia.
Esas dos experiencias me hicieron comprender que la relación con Dios se realiza a través de la relación con los semejantes. La promoción humana va antes que el culto directo a Dios. Se trata de hacer posible el Reino de Dios y no el sometimiento a normas o códigos. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre” (Ef 6, 5-7). Todos ustedes son hermanos (Mt 23, 9). Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre…. (Mt 25, 34).

4.- ¿Cómo fue su llegada a América Latina?...

Fue en septiembre de 1965 en plena Revolución de Abril, iniciada por Caamaño Deñó. La Provincia de España tenía el compromiso de atender la cátedra de Ética Social en la Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), cuya sede estaba en Santiago. El Padre encargado de la cátedra, que era compañero mío, tuvo miedo a la violencia y regresó a España. Yo vine para sustituirle en la Universidad.
Yo venía, en parte desanimado por mi labor en Vergara como prior y director del Instituto de Bachillerato Laboral. Quería un contacto más directo con la problemática diaria de las personas y no como superior o director, cuyo ejercicio siempre adolece de la característica de superioridad. Por la misma razón dejé la universidad UCMM y me fui a El Seybo. Encontrar a Dios en la vida y hacer que la gente encuentre a Dios, no en cielo, sino aquí en la tierra, en un mundo marcado profundamente por la injusticia y la marginación.

5.- ¿Cuéntenos su responsabilidad como provincial de Brasil?

Fue una experiencia que me agotó. En primer lugar por ser extranjero, por la diferencia lingüística y por la situación de la Orden en aquel país en aquel entonces. Además de la provincia había dos vicariatos: uno de la provincia de Bolonia y otro con pocos religiosos de la Provincia de Malta. Tres estilos muy diferentes de entender la presencia de la Orden en el mismo país. Había además unas 12 Congregaciones de Hermanas Dominicas con estilos de vida y de actuar tan diferentes que resultaba difícil creer que todas seguían el carisma de Santo Domingo.
En segundo lugar, la represión y encarcelamiento de varios dominicos durante la dictadura militar, aunque en el pueblo y en gran parte de la Jerarquía de la Iglesia fue motivo de admiración y reconocimiento, dentro de la provincia no todos estaban en la misma línea y quedó una división soterrada. Por otra parte, no todos estaban de acuerdo con la labor de los frailes “dispersos” por no residir permanentemente en la comunidad. No fue fácil, pero creo que logré hacer comprender que el tener que vivir fuera de la comunidad por razón del apostolado (en la Amazonía en la defensa de los “sem terra” o en las periferias de las grandes ciudades) no se oponía al sentido de comunidad. Lo importante era que los miembros de la comunidad considerasen al hermano como un enviado por la propia comunidad.
Por orientación expresa del Maestro de la Orden traté de crear conciencia común en la acción apostólica de la provincia y de los dos vicariatos. Por ello formé CIDOB (Conferencia Interprovincial de los Dominicos de Brasil), que consistía en una reunión periódica del provincial, los dos vicarios y dos delegados de cada entidad. El Vicariato de Malta se integró de lleno en la provincia y, sin mayor dificultad, vimos la necesidad de la formación en común de las vocaciones en el prenoviciado, noviciado y estudiantado. Actualmente los dominicos en Brasil están integrados en una sola provincia: Provincia de fray Bartolomé de Las Casas.
Con las congregaciones femeninas, por encargo expreso del MO, logré que se reunieran y analizaran la prioridad esencial del carisma de Santo Domingo, que es la Palabra de Dios. A base de esos encuentros llegaron a formar la Federaçào de Congregaçôes Dominicânas no Brasil.

6.- ¿Qué significó para usted la responsabilidad como socio del MO para AL y El Caribe?

En vez de socio, antes se llamaba asistente y no se incluía expresamente El Caribe. Yo era el asistente del MO para AL. Ejercí esta encomienda durante 10 años con dos Maestros distintos, cinco con De Couesnongle y cinco con Damián Byrne. Comencé el primero de julio de 1978 acompañando al MO en la visita que hizo a las provincias de Chile y de Ecuador. En el Capítulo General (Roma 1983) presenté mi cargo al nuevo MO, pero me pidió que siguiera.
Fueron 10 años de intenso trabajo. Repartía el tiempo entre Roma, en la Curia, y visitando las entidades de la Orden, más o menos seis meses en cada lugar. Eran años muy agitados dentro de la Iglesia debido al impacto del Concilio Vaticano II y de Medellín y también muy agitados en política (revoluciones, movimientos de liberación, conflictos armados, violencia y masacres), que repercutían dentro de las entidades de la Orden creando enfrentamientos y discusiones interminables. Para evitar este enfrentamiento sugerí en el CIDAL de Caracas (1980) crear un Equipo de Reflexión que estudiara los puntos teóricos que surgían, porque los encuentros de CIDAL no tenían por objeto discutir temas, sino tomar postura ante la situación en que vivían los pueblos latinoamericanos desde el carisma de la Orden. El Equipo nos ayudó mucho.
El mapa de la Orden en América Latina y El Caribe era un puzzle: 7 provincias, 17 Vicariatos (o Vicarías) y unas cuantas casas dependientes de provincias de Europa o de Norteamérica. La primera impresión era que la Orden no había sido fundada en el continente, sino que la presencia de los vicariatos y casas respondía a la llamada de algún obispo para suplir la ausencia de sacerdotes diocesanos. Vi la necesidad de encuentros de reflexión a fin de que nuestra presencia en el continente respondiera a la misión específica de la Orden: predicación de la Palabra de Dios. Con este fin convoqué encuentros de provinciales y Vicarios de las cuatro zonas de CIDAL, encuentros de los formadores, de directores de colegios, profesores de universidad, encargados de santuarios, historiadores, de los que trabajaban con los indígenas o en barrios marginados,...
Con el fin de que las conclusiones y cuestionamientos de estos encuentros llegaran a la base creé la Revista CIDAL y publiqué las conclusiones del Equipo de Reflexión bajo el título de Dossier.

7.- Relate experiencias…

En cuanto a la formación como persona la primera y fundamental experiencia fue la familia donde nací y me crié. Y las distintas etapas de la formación como dominico me abrieron campos y me dieron, creo, la capacidad necesaria para comprender el sentido de la vida del ser humano y de la misión de la Orden de anunciar el proyecto del Reino de Dios anunciado por Jesucristo.
Mencioné antes mi experiencia del mundo del trabajo asalariado en contacto directo con los obreros en la Universidad Laboral de Córdoba y la rica experiencia con los campesinos en la parroquia de El Seybo. Pero, cuando se toma en serio la predicación del proyecto de Dios para la humanidad, toda experiencia es enriquecedora.

8.- ¿Tiene sentido recrear el carisma de Domingo…?

Domingo ya había orientado su vida como canónigo de Osma, pero cambió la orientación de su vida al ver la necesidad de la predicación de la Palabra en la entrevista con el posadero de Tolosa. El carisma de la Orden debe responder a los problemas que afectan a la gente, discernir los signos de los tiempos. No se puede vivir el carisma de Domingo apoyados en la tradición, repitiendo lo que siempre se hizo. América Latina está en un proceso de desarrollo social, reducido casi al desarrollo económico. Eso es necesario, pero lo fundamental es desarrollar la integración social de forma que nadie quede excluido; crear el ambiente de inclusión, de participación, de igualdad y de justicia. La Orden se caracteriza por el espíritu de fraternidad (cargos, desempeño de la autoridad, en los catálogos todos son conocidos como fray (hermano) sin títulos honoríficos. La presencia y la acción de la Orden debe insistir en la creación de auténticas comunidades. Insistir en el nacimiento y consolidación de las Comunidades Eclesiales de Base como manifestación de una auténtica vivencia de la fe cristiana.

9.- ¿En qué áreas es más necesaria la Orden en el Continente?

En todas. Todas la agrupaciones sociales necesitan ser evangelizadas. Pero de manera especial la Orden debe anunciar el evangelio desde la perspectiva del pobre, leer con atención el evangelio para darse cuenta que es la perspectiva que utiliza Jesús. Predicar siempre desde la opción por los pobres. Como hijos de santo Domingo, debemos preguntarnos ante Dios: ¿Qué será de los pobres? ¿Qué será de los pecadores? No se puede vivir tranquilo mientras hay tanta gente marginada, despreciada, olvidada, sin capacidad para dar sentido a su vida. Pienso que no es el momento de fomentar el culto, sino de hacer que la gente tome conciencia de su dignidad como persona y como miembro de la sociedad. Más de una vez he afirmado que el evangelio se puede resumir en la frase de Jesús al paralítico: levántate, toma tu camilla y anda (Jn 5,8). Ka camilla serían nuestras deficiencias y debilidades, asumirlas, echarlas al hombro y seguir caminando.

10.- ¿Merece la pena el trabajo en Familia Dominica?

No hay duda, la Orden no son sólo los frailes, sino que de la raíz (tronco), que es santo Domingo han brotado muchas ramas: primero las monjas contemplativas, los frailes, las hermanas, las fraternidades laicales, los institutos seculares. Hombres y mujeres, presbíteros y hermanos colaboradores, célibes y casados. Todos forman parte de la Orden. Por eso trabajar en familia no es que “valga la pena”, sino que es una necesidad. Es la única manera de que la Orden esté presente en todos los ámbitos de la vida humana.
Pienso que los frailes necesitamos tomar conciencia de esta realidad de la Familia Dominica y superar el prejuicio de que la Orden somos nosotros. Hay experiencias logradas en la colaboración de distintas ramas, pero queda mucho por hacer.

11.- ¿Cómo se recrea, qué le gusta hacer en su tiempo libre?

Bonita pregunta. Ahora, entrado en los 88 años, me sobra tiempo. Como ciudadano estoy pensionado y como dominico prácticamente aparcado. El cuerpo, la morada en que residimos en esta vida, se va deteriorando: el corazón parece que se cansó y no tiene fuerza para lanzar la sangre acumulada y, en consecuencia, se percibe la sensación de asfixia (los doctores hablas de disnea nocturna). Por otra parte, a través de las cuales entramos en contacto con el mundo y nos comunicamos con los semejantes, sobre todo la vista y el oído progresivamente se van deteriorando y necesito reforzadlas con lentes y audífonos, pero, aunque algo ayudan, no son piezas originales. No puedo disfrutar de la música, leer me cansa y se irritan los ojos, las piernas se niegan a dar largos paseos. Así que ahora estoy aprendiendo a ser viejo, que en el fondo es un desaprender lo aprendido tomando las cosas con más calma. Paso el tiempo reflexionando, tratando de imaginar lo que me espera cuando Dios me llame. Siempre con la esperanza de que cuando se desmorone mi morada corporal, Dios me tiene preparada una mansión eterna junto a Él (2 Cor 5,1). No es posible decir cómo será, pero tiene que ser la plenitud de vida.
Por lo demás ayudo a los hermanos en lo que puedo. Nunca les agradeceré la comprensión que manifiestan ante mis debilidades. Sigo escribiendo todos los meses un articulito para la revista Amigo del Hogar de los MSC bajo el lema FE y VIDA.Ya van 100 artículos publicados. Y últimamente, a petición de mis hermanos y sobrinos, estoy poniendo por escrito las sensaciones que experimenté y que siguen vivas en mi memoria durante las sucesivas etapas de mi vida.