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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

La Antropología de las Misiones nos enseña sobre las diferencias culturales en la expresión de sentimientos porque...

¿conoces cómo expresa los sentimientos el pueblo matsigenka?

Hombre Matsigenka Misión de Kirigueti, Perú Misioneros Dominicos Selvas Amazónicas

Vicente de Cenitagoya OP, lo contaba en el libro: “La vida del pueblo Matsiguenga”

“Una de las cosas más dignas de admiración para un observador es ver en el machiguenga la carencia casi absoluta de sentimientos. Cuando un machiguenga pierde a sus padres, esposa e hijos, no derrama una sola lágrima, ni revela la menor emoción en su bronceado rostro. ¿Quiere esto decir que su corazón sea insensible? No me atrevo a afirmarlo. Antes, por el contrario, estoy persuadido que experimenta, en su no cultivado corazón, ciertos sentimientos que vienen a desvanecerse a los pocos momentos.

No importa que deje de derramar lágrimas ni haga los aspavientos que nosotros cuando nos vemos en idénticas circunstancias. Cada raza tiene un modo peculiar de manifestar sus sentimientos o de ahogarlos dentro de su pecho, y si al machiguenga lo hizo Dios tan sufrido, a nadie hay que culparlo.

Tampoco la mujer machiguenga es más favorecida que el hombre sobre este particular. He visto quedar viuda a una mujer por la muerte trágica de su marido y no asomar ni una sola lágrima en sus ojos. Por lo maravillado yo sobre este fenómeno, pregúntele: “¿No sientes la muerte de tu marido?” Y dióme la siguiente respuesta: “Si hubiese muerto por enfermedad sentiría; pero como ha muerto a flechazos…”

Tal vez esa gente posea una psicología especial y experimente más dolor por las pequeñas desgracias que por las grandes. Otros como los piros y chamas, lloran a gritos, por la muerte de sus deudos, cuya vista me ha hecho recordar a las plañideras de Egipto. El machiguenga es de espíritu más fuerte que sus congéneres para dar semejantes muestras de debilidad.

Nosotros, a la vista de una desgracia o de un dolor que aqueja al prójimo, nos movemos a conmiseración. El machiguenga, movido también por ese espíritu de solidaridad que existe en el hombre más bárbaro, se acerca al desgraciado con el rostro triste y compungido. Y si en sus reducidos conocimientos médicos encuentra alguna yerba que le sirva de remedio, toma el oficio de curandero y se molesta a venir a curarlo todos los días. Esto lo digo por experiencia propia, cuando alguna vez he estado enfermo.

Pero no siempre es así. En el caso de que la enfermedad se prolongue, carece de tesón y espíritu de sacrificio para afrontar todo, dejando al enfermo en el mayor desamparo, cuando más necesita el auxilio ajeno.

Algunas veces me ha acontecido referirles cualquier caso que debería inclinarles más bien a compasión que a risa, y han recibido el desenlace con estrepitosas carcajadas, cual si los visajes que se imagina hacia el desgraciado fueran la cosa más graciosa del mundo. El machiguenga mira la parte grotesca de las cosas”.


La foto corresponde a un hombre Matsigenka de la Misión de Kirigueti, Perú