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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Tercer Encuentro Misionero 2017/18

El pasado fin de semana, 20 y 21 de enero, tuvimos el tercer Encuentro Misionero de este curso 2017/18.

Lleno de apredizajes, de experiencias y de compartir vida.

¡Unidos en Misión!

 

 

 

El pasado fin de semana, 20 y 21 de enero, tuvimos el tercer Encuentro Misionerode este curso 2017/18. Empezamos el sábado con una oración que nos invitaba a ponernos en situación de escucha de lo que Dios espera de nosotros, nos invitaba a ser constructores del Reino y nos recuerdaba esa predilección de Cristo por los pobres; muchas de las cosas que en las que profundizamos luego a lo largo del encuentro.

Como en cada encuentro, nos paramos en algún aspecto del carisma dominicano, en esta ocasión en la compasión. La compasión entendida no como “sentir lástima” por el otro, sino como una solidaridad real que nos toca y que nos mueve a la acción. La compasión entendida desde el AMOR, con la escucha y la mirada puesta en las victimas, con el corazón y las manos con las víctimas. Esta compasión dominicana, que nos exige escuchar y mirar de frente y que nos lleva al encuentro con el otro, no pasa de puntillas por nuestra vida. La compasión, así entendida, duele; duele porque nos duele el otro, el hermano y lo que a él le sucede.

Y con esta mirada a la compasión entramos de lleno en lo que ocupó gran parte del sábado: elanálisis de la realidad mundial. Un análisis con el que intentamos no sólo comprender el mundo que nos rodea, sino sobre todo ser consciente desde que mirada nos acercamos a esta realidad mundial. Exploramos lo que es la globalización y lo que implica en nuestras vidas y en las vidas de los otros; conocimos datos, cifras, estadísticas…; fuimos tomando conciencia de la perspectiva desde la que partimos cada uno de nosotros, pero también nos preguntamos ¿cómo ven el mundo “ellos”?, esos otros, especialmente los que viven en esos márgenes de la globalización, los excluidos, los nadie…

Podemos elegir ponernos en los “zapatos” del otro, especialmente en los de esos excluidos que viven realidades tan distintas a las nuestras; esto abre nuestra mirada, nos aporta una visión más completa de lo que nos rodea y para eso tenemos que cuestionarnos continuamente, porque como dice Jon Sobrino “no es tan fácil presuponer que uno ya tiene la perspectiva de los pobres”. Si hay algo que se impone abrumadoramente cuando analizamos la realidad es la existencia de un abismo de desigualdad que coloca a una mayoría de la población mundial en una situación de pobreza. Esta mayoría pobre del planeta es sin embargo invisible para muchos de los que estamos en el lado de los privilegiados, por eso, si somos conscientes de esta desigualdad, como ciudadanos de un mundo global, la perspectiva de los pobres se nos impone de forma abrumadora.

Como cristianos, además, nos hacemos conscientes de la preferencia de Jesús por los pobres y entonces el camino que tomamos no puede ser otro que el de la compasión que Él nos enseñó. Una compasión en forma de solidaridad que duele porque el otro es mi hermano, porque deja de ser cifra o porcentaje en una estadística.

Y así llegamos al final del día; y se unen a nosotros en la eucaristía el grupo de los “Amazionados” que han estado también trabajando todo el día en temas de elaboración de proyectos de desarrollo y de compromiso cristiano e incidencia política. Esta celebración de la eucaristía la realizamos en elAlbergue San Martín de Porres, donde nos esperaba fray Ángel Romo OP, que antes de empezar nos cuenta un poco de la historia del albergue, como ha ido evolucionando y creciendo, como se ha ido adaptando a las necesidades de cada época y lo que empezó siendo un albergue para jornaleros que venían desde Extremadura y Andalucía, principalmente, actualmente atiende a personas sin hogar sobre todo inmigrantes.

Celebramos la eucaristía con nuestra cabeza y nuestro corazón puestos en esos “nadie” de los que llevamos hablando todo el día, las lecturas parecen elegidas para seguir cuestionándonos, para invitarnos a la compasión en la acción por los más pobres, para ponernos en manos de Él y seguir sus caminos. Los “nadie” están también en nuestras ofrendas y peticiones, están alrededor del altar y le dan sentido a la comunión que celebramos. Después de coger fuerzas con la celebración de la eucaristía, Ángel nos enseña el albergue y nos va contando más detalladamente como es el día a día; somos testigos una vez más de que la misión podemos encontrarla en cualquier rincón del mundo y muchas veces está más cerca de lo que pensamos.

El domingo tenemos la suerte de contar con el testimonio de Cristina Antolín, misionera dominica que ha pasado los últimos 32 años de su vida en África: 17 años en Camerún y 15 años en República Democrática del Congo. Escuchar a Cristina es sentir con ella la pasión y el amor por la misión, a través de las fotos y de sus palabras nos vamos acercando a esa realidad a veces dura pero también llena de sentido. Cristina vino en compañía de Felicité, misionera dominica de origen congoleño que está en España como parada previa a su nuevo destino de misión en Colombia; Felicité nos habla también de su experiencia de misión y lo que da sentido a esa vida en misión.

Después de un café, Cristina sigue hablándonos desde su experiencia de las actitudes que debe tener un voluntario para que la experiencia de voluntariado sea positiva tanto para él o ella como para la misión que lo recibe. Nos habla de la necesidad de partir de una actitud humilde, de no llegar creyendo que lo sabemos todo o que la misión nos espera para ser salvada por nosotros. Además nos hace conscientes de que, especialmente en voluntariados de corta duración, lo que podemos aportar es muy poco y que quizás lo más importante es lo que podemos hacer a la vuelta. No se trata de poner un “tic” en nuestra lista de “experiencias que vivir”, sino que debe ser una experiencia transformadora que cambie nuestra forma de vivir y nuestra forma de ser presencia cristiana en el mundo, en comunión con los pobres de la tierra.