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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

La iglesia real

Llegan ecos del fin de semana compartido, de este tercer Encuentro Misionero de este curso 2019/20.

Comparte Juan sobre la eucaristía en la Cañada Real

Visita a la parroquia de Santo Domingo. Cañada Real. 2/2/2020.

 

Era aquel un lugar muy hermoso, en un día muy soleado y no hacía viento… Un barrio trabajador del extrarradio de Barcelona… Un barranco de escombros en el que jugábamos a todas horas y en el que a veces se escondían chicos más mayores a fumar, pero a los que no teníamos miedo pues nos sonreían y nos daban algún caramelo de vez en cuando. A los pocos años con uno de esos chicos nos hicimos muy amigos. Hicimos un conjunto de guitarra y hasta ganamos un concurso tocando Entre Dos Aguas de Paco de Lucia en Radio Barcelona. A ese chico se lo llevó Dios muy joven con una sobredosis de heroína. Al lado de ese barranco de escombros había una iglesia en la que ese día soleado y sin viento hice mi primera y única comunión. El párroco, consciente de sus circunstancias, nos dijo que nos iba a pedir un favor y que teníamos que hacérselo: “aunque no vayáis más a ninguna iglesia, recordad éste lugar y no dejéis nunca de rezar el Padre nuestro”. Yo hice caso y hoy continúo rezando aquel mismo Padre Nuestro antiguo de aquellos años.

Han pasado 50 años y es éste otro un lugar muy hermoso, el día es bastante soleado y no hace viento… En un barrio marginal del extrarradio de Madrid… Montañas de escombros en los que una niña no jugaba y tras los que algunos chicos mayores se escondían esperando que llegara el autobús de la metadona. Perdidos en el coche hemos preguntado a unas personas que andaban llevando unas bolsas, dónde estaba la parroquia de Santo Domingo. Hemos subido a uno de ellos en el coche para que nos guiara hasta la parroquia. Nos ha explicado mucho en muy poco rato y su presencia en el coche hacía que nos saludaran las gentes del barrio… Llegamos a una explanada de más escombros y restos de fogatas… es un lugar en el que parece que ha habido una guerra, pero en realidad es un lugar en el que hay una guerra. En medio de esta vorágine que te sobrecoge el alma hay una nube blanca de esperanza, la parroquia de Santo Domingo.

 

Somos los primeros en llegar, pero al poco tiempo va apareciendo más gente, entre ellos Agustín, el párroco al que he reconocido de una noticia de prensa de hace unos años de cuando se quemó el tejado de la parroquia… se lo he dicho y me ha regalado con una amplia sonrisa… Restos de hogueras pegadas a la iglesia delatan la causa del siniestro pasado, pero ahora el tejado exterior es metálico y aguanta más. Las fogatas mitigan el frio y señalan puntos de venta de droga.

En un instante, las guitarras y las voces han comenzado a sonar dentro y hemos colocado más sillas, pues la parroquia no estaba avisada de que veníamos tantos de Selvas Amazónicas. Han encendido unos cirios conmemorando que hoy es el día de la Candelaria... Se respira alegría… rezo por la niña de fuera... Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, el pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, más líbrala del mal, devuélvele la salud, la felicidad y sálvala de desgracias, amén. La iglesia rebosa luz y parece que nunca se quemó, resplandece con un brillo especial… Un bonito crucifijo de papel pegado a la pared preside un Altar colegiado, llano, raso, situado justo al nivel del corazón… desde el que se comparte la luz del camino a través de un entregar la vida a los más vulnerables. Se habla de comunidades de gitanos, de marroquíes, de la maldición de la droga… Y en una eucaristía con pan y vino como cuerpo y sangre de cristo, tan tierna y bella como la niña drogadicta que había en la puerta… en este día soleado y sin viento de éste lugar tan hermoso que no olvidaré nunca… celebrando de nuevo mi primera y única comunión, he notado que Algo ha bajado del cielo y me ha atravesado el alma.

Fdo.
Cualquiera de los que hemos estado allí.