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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Salgamos a predicar

Belén nos comparte su segunda etapa del voluntariado en las periferias de Montevideo. En la predicación se une el acompañamiento espiritual y el social.

Comunidad Montevideo

De la bonita y acogedora casa, arreglada con ayuda de Misioneros Dominicos-Selvas Amazónicas, de la zona urbana de Montevideo en Cassinoni y tras llevarme todos los bonitos momentos con las personas que formaban parte de la Parroquia del Rosario y Sto.Domingo, y de conocer toda la labor de los frailes allí, “me mudé” a la gran, pero sencilla casa de “Camino Maldonado” en la periferia.  Actividades con niñosAllí me insertaba en el proyecto principal de los frailes en Uruguay el de estar junto a los más vulnerables.
 
Era un terreno amplio, donde se encontraba el convento y una bonita Iglesia. Un terreno que era utilizado por la Pastoral del Colegio “Santo Tomàs”, por los Scout, por los grupos de la parroquia y todo aquel que quisiera acercarse y aprovechar el terreno. 
 
El convento, creado por los primeros Dominicos que llegaron a Montevideo, y con varias “chapucillas” a lo largo de los años hechas para ir sobreviviendo, quiere ser el lugar desde donde se haga toda la misión. Existe el difícil, pero necesario y bonito proyecto de hacer una casa acondicionada, donde puedan vivir toda la comunidad junta, incluso las futuras vocaciones, ya que la principal misión es estar acompañando a la población más necesitada.
 
La Santísima Trinidad, era el lugar donde se centralizaba toda la zona parroquial de “Camino Maldonado”, donde se celebraban los sacramentos, se encontraban los grupos de catequesis, de pastoral social, scouts,… donde se cedía el espacio a otros grupos como Alcohólicos Anónimos, Obesos anónimos. Era punto de referencia y de acogida para quién necesitara.  
 
Pero el espacio parroquial de los frailes en este lugar no solo era la Iglesia de la Santísima Trinidad, sino que se habían acercado a la gente.Capilla periferia, Santiago Malumbres Contaban con 11 capillas distribuidas por distintas zonas del amplio terreno, a las que acompañaban. Eran pequeñas capillas multiusos (iglesia, lugar de reunión, de fiesta, de formación) hechas con mucho amor por la propia gente, donde se podían reunir para conocer a Dios, compartir La Palabra y seguir creciendo en la fe y en el amor a los demás. Estas capillas eran símbolo de haber caminado, de haber escuchado sin tiempo a la gente, de  preocuparse, de atender necesidades, de dar respuesta a la parte humana y espiritual, de acompañar, de dar esperanza, de cultivar la semilla del amor y que se crearan grupos donde Dios se hacía presente y la gente se sentía feliz. 
 
Caminando por los barrios de UruguayEso era lo que hacían día a día los frailes, a pie o en bicicleta, visitaban los diferentes barrios, algunos asfaltados, otros de polvo, otros aún asentamientos; zonas con todos los servicios, otras más sencillas, y lugares muy pobres e inseguros. Visitaban a la gente, a los enfermos, a la gente mayor, a las personas que sufrían, a aquellas que quería compartir una buena noticia. También acompañaban en las capillas con la eucaristía, grupos de lectura de la Biblia, oración. Estaban presentes en las acciones sociales de las capillas donde la gente ayudaba a sus vecinos más necesitados. También buscaban dar respuesta a los problemas sociales, como implementar clases de apoyo a los niños del barrio (que incluía: juegos, apoyo escolar, merienda) en las que a demás se involucraban como voluntarios adolescentes del Colegio Santo Domingo o, las ollas populares. 
 
Un trabajo diario el de la bonita comunidad de dominicos de Montevideo que con humildad, desde la compasión y el amor, ayudaban y acompañaban a los que necesitaban consuelo, trasmitiéndoles un mensaje esperanza y confianza en Dios.

Belén Rodríguez Román