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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

"Misionera" es una palabra que aún me queda muy grande

Hola a todos. Me llamo Miriam, tengo 23 años y soy graduada en enfermería. Este septiembre hará 7 meses desde que llegué al Bañado Tacumbú, en Asunción (Paraguay). A través de Selvas Amazónicas estoy teniendo la oportunidad de vivir un año en la misión que lleva el dominico Pedro Velasco en este barrio. El trabajo del Pa'i Pedro (del guaraní: Padre) junto con los vecinos dio como resultado la fundación de CAMSAT Centro de Ayuda Mutua Salud para Todos, que pretende dar respuesta desde los mismos habitantes de la zona para los problemas que se plantean en el barrio. Pa'i Pedro Velasco (bañadense nacido en España) en la capilla de San Miguel.

"Misionera" es una palabra que aún me queda muy grande, pero por algo se empieza.

Hola a todos. Me llamo Miriam, tengo 23 años y soy graduada en enfermería. Este septiembre hará 7 meses desde que llegué al Bañado Tacumbú, en Asunción (Paraguay). A través de Selvas Amazónicas estoy teniendo la oportunidad de vivir un año en la misión que lleva el dominico Pedro Velasco en este barrio. El trabajo del Pa'i Pedro (del guaraní: Padre) junto con los vecinos dio como resultado la fundación de CAMSAT Centro de Ayuda Mutua Salud para Todos, que pretende dar respuesta desde los mismos habitantes de la zona para los problemas que se plantean en el barrio.

Pa'i Pedro Velasco (bañadense nacido en España) en la capilla de San Miguel.

El Bañado Tacumbú es uno de los Bañados que se sitúan entre la ciudad de Asunción y el río Paraguay. Las casas de asientan sobre un barrizal cubierto con escombros que cada familia fue trayendo para evitar que el agua llegara a sus hogares. Aunque consiguen mantenerla a raya la mayor parte del año, cuando llueve abundantemente el río se desborda e inunda el barrio. Los bañadenses tienen que salir deprisa y construir una chabola en el superpoblado refugio, donde esperar a que baje el nivel del agua. Trasladan todas sus pertenencias con ellos en cada mudanza. Lo que queda atrás se lo llevará el agua o será robado. No viven en esa situación por gusto. No les dejaron otro lugar para asentarse y empezar a buscar trabajo. Y ahora es todo lo que tienen.

 


Puesta de sol a orillas del río Paraguay, Bañado Tacumbú. Tras bajar el nivel del agua sólo quedan escombros y basura.

La situación de pobreza económica, la corrupción en todas las esferas de gobierno y la precariedad de la educación y del sistema sanitario, empeoran la situación. Estas gentes, pese a todo, continúan en la lucha por la justicia y dignidad que merecen. Un pueblo mbareté (del guaraní: fuerte, resiliente) del que se pueden aprender muchas cosas.

Desde que llegué he estado trabajando en el centro de salud, realizando sobretodo visitas domiciliarias a los ancianos crónicos a los que no llegan los escasos recursos ofrecidos por el sistema de salud. Algunos de mis pacientes han perdido la visión, sufrido accidentes vasculares o incluso fallecido por causas realmente prevenibles. Y es que la corrupción se extiende hasta los hospitales y el interés de muchos supuestos profesionales está más en su bolsillo que en la vocación del cuidado. Las mujeres bañadenses que trabajan en el centro de salud siempre me recuerdan: no hay justicia para el pobre. Junto con ellas estamos poniendo todo nuestro esfuerzo y creatividad en intentar suplir las carencias que se imponen desde un sistema de dudosa moral, es decir, por un mal uso de los recursos, no tanto por una falta de los mismos.

Haciendo visita domiciliaria y compartiendo el tradicional tereré.

Este año, la inundación no alcanzó a todo el barrio. Únicamente tuvimos que coordinar el traslado de unas 150 familias. Escaso si se compara con el total de más de 2.500 familias que componen el Bañado Tacumbú. Pasamos un par de semanas muy preocupados porque con una noche entera de lluvia nos habríamos despertado con el agua por los tobillos. Un tiempo de incertidumbre que pesa en el ánimo de todos. Así mismo un momento de mucho trabajo para lograr llegar a todas las familias que no tuvieron la misma suerte. Muchos pierden su forma de sustento en el traslado y procuramos, desde CAMSAT, gestionar las donaciones de comida y ropa de abrigo que llegan.

Otro de los cauces de acción que me propuso el Pa'i Pedro cuando llegué fue la creación de un grupo de jóvenes cristianos enfocado a aquellos que recientemente se han confirmado. Desde mi experiencia en el grupo Endavant (MJD Valencia) me sentí muy motivada con este proyecto: dar a los jóvenes la oportunidad de crear un grupo de amigos en la fe, una familia donde sentirse apoyados y compartir como yo puedo hacer en mi comunidad. Creo que este grupo puede marcar la diferencia en el futuro de estos chicos porque veo que es una presencia del amor de Dios en sus vidas. Algún día ellos tendrán que convertirse en los líderes que son ahora sus padres y seguir la lucha por su barrio cuidando de su prójimo por caridad, sin esperar nada a cambio. Jóvenes mbareté que espero que encuentren en el Jesús que les predicamos, la fuerza para tantas responsabilidades.

En definitiva, plantamos semillas de solidaridad y cuidado del prójimo en medio de la cizaña del abandono, la marginación y la corrupción. ¿Darán fruto? En manos de Dios está la productividad de mi misión. Yo confío y sigo trabajando.

Un abrazo a todos los jóvenes que abandonan de alguna forma la cómoda neutralidad por trabajar para que "ta ore añuâmba ne mborayhu" (del Padrenuestro guaraní: significa literalmente "tu amor nos abrace a todos" y equivale al español "venga a nosotros tu reino").

Unidos en misión.

Miriam Simón