La Misión de Cubulco (Guatemala)
Desde allí nos escriben Elena y Alicia contándonos como ha sido este mes y medio de su voluntariado misionero. El trabajo de las Misioneras Dominicas del Rosario allí, las personas con las que se van encontrando, las niñas que viven en la misión, las mujeres de los talleres...
Hace un mes y medio que llegamos a este encantador pueblo de Guatemala: Cubulco. Tras un viaje de ida más largo de lo normal, nos sentimos plenamente felices por conocer las calles y el hogar del que tanto nos habían hablado y que tantas ganas teníamos de conocer.
Llegamos un finde semana y entre la calma de esos días no sabíamos muy bien cuál sería nuestra ocupación. Al llegar conocimos a las siete niñas que estudian y viven en la casa, compartimos un helado, nombres y cortas palabras, ya que la timidez les comía. Con el paso de los días fuimos conociéndolas más, teniendo pequeños ratos para hablar individualmente con alguna, entenderlas y conocerlas mejor. Les ayudamos en sus tareas en las mañanas, y con ello podemos decir que estamos ¡reaprendiendo muchas cosas olvidadas!
También a lo largo de esa semana conocimos algunos de los proyectos que tienen con mujeres, eso de lo que tanto habíamos oído hablar pero aún no podíamos ponerle forma, y por fin pudimos dibujar bien la escena. En nuestra misma terraza o en alguna comunidad cercana, colocamos varias sillas en círculo y poco a poco las van ocupando distintas mujeres de distintas edades. Tomamos la biblia y nos adentramos a conocer el mundo de las mujeres que presenta. Conocemos a mujeres como Desire, Dalila, Dina, Vasti...todas con historias distintas y una misma opresión, algunas violadas, otras asesinadas. Tras leer esos fragmentos comentamos en voz alta lo que se nos encendió dentro, Doña Lucía habla de que somos objetos y que no tienen derecho a usarnos, Doña Neli habla de resurgir como el Ave Fenix y comparte que no hay ser sobre esta tierra que se haya puesto tantas veces de pie de la caída como lo hace la mujer, Doña Conchita narra la pesadilla que vivió durante el conflicto armado, Humbelina compara el cuerpo de una mujer con el campo de batalla, y explica cómo desgraciadamente aunque no seamos soldados nos caen todas las balas. Dan testimonios de abusos, de violaciones, de maltrato, todas, tristemente, tienen historias para compartir. Ahí comprendemos que da igual de qué cultura procedamos, quetodas somos mujeres y entendemos nuestros golpes, nuestros llantos. Estos talleres nos ayudan a conocernos mejor, a no sentirnos tan solas, a ser valientes y fuertes, a comprender que nunca, nunca, nunca, fue nuestra culpa nada de lo que nos pasó, de lo que nos dolió. Nos sentimos acompañadas y comprendidas.
Pronto fueron las fiestas del pueblo. Nos invadieron colores, trajes típicos, música de marimba, bailes tradicionales, puestos de comida deliciosa, una feria llena de luces, colores y vida, una ritual muy especial llamado "el palo", una feria del ganado justo en nuestra propia calle que nos hizo despertarnos entre mugidos. En resumen, fueron unas semanas llenas de luz y alegría, se sentía el pueblo muy vivo y pudimos conocer gran parte de la cultura de este lugar.
A la siguiente semana nos organizamos para unas visitas a distintas comunidades donde las hermanas apoyan a algunos estudiantes del IGER, que estudian a distanciacon la ayuda de un profesor una veza la semana. Vivimos la experiencia en distintas aldeas. De esto nos llevamos una gran lección, el apreciar más las oportunidades de estudio que se dan en nuestro país. Conocimos a padres que hacían todo lo que estuviera en su mano para poder darle un futuro a sus hijos y pudimos empatizar en esa desesperación y preocupación que tanto cargaban. También adolescentes que agradecían la oportunidad de estudio y lo valoraban como el mejor regalo. Conocer a personas así nos invadió, nos hizo ser conscientes de todos los problemas que carga este país, de la injusticia y la dificultad; y ambas hemos aprendido a valorar las oportunidades que tenemos.
Ahora nos quedan dos semanas en las que hay muchos planes organizados, estamos llenas de ilusión y energía para continuar. Pronto podremos contar cómo fueron nuestros últimos días en esta aventura tan tierna.
¡Saludos desde Guatemala!
Elena y Alicia
Voluntarias Misioneras en la Misión de Cubulco