La Alegría del reencuentro: Misión de Malabo - Guinea

Hace poco más de una semana llegué a Malabo, en Guinea Ecuatorial, para unirme las próximas semanas a la misión y al proyecto que los Dominicos tenemos aquí.

Aún en Madrid, ya en la pista para subir al avión me encontré con Andrés Echube, con quien compartí misión en 2016. Un regalo y una tranquilidad saber que hacíamos viaje juntos: él regresando para ver a su familia y yo de camino a la casa de los PP. Dominicos. Tras una larga espera para salir del aeropuerto allí estaban pacientemente esperando Fr. Esteban y Fr. Salvador, frailes, hermanos y amigos con quienes junto al Padre Roberto compartiría misión. Al llegar a casa, Yacuba, siempre atento y vigilando quien entra y sale de la misión, nos recibe con su hijito Domingo, nacido pocas semanas después de mi regreso a España en 2019. Tras dejar las maletas salí con el padre Roberto a dar una vuelta por la ciudad, recordando sus calles y rincones.

El domingo llegaron en la misa los primeros reencuentros muy esperados: Mila, María, Paulino, Nuria y todo el coro Bisila. Un regalo verlos a todos, y poder celebrar la Eucaristía con ellos también.

El lunes con impaciencia fui a los laudes y Eucaristía de la mañana esperando ver a Las Martas – mamá Joaquina, mamá Josefa y todo el grupo de mujeres que además de cuidar el templo, cada día organizan y acompañan a las 6h15 nuestra primera oración del día. Allí estaban todas, como si no hubiera pasado el tiempo por ellas: alegres, acogedoras, fuertes como pilares que son de la parroquia.

A partir de ahí a correr para incorporarme a la actividad de verano útil. Alrededor de 150 niños y niñas desde los 5 a los 17 años. Van llegando poco a poco los grupos de hermanos, y vecinitos, algunos de lejos. Me incorporo al grupo de los pequeños con mi tocaya Carmen.

Una alegría ver tantos jóvenes monitores, catequistas de la misión y Parroquia de Santa Maravillas de Jesús, que bajo la coordinación de Diosdado sacan adelante el campamento. También forman parte del grupo voluntarios Felipe y José Antonio, que estarán en Madrid en el prenoviciado de los Dominicos este próximo curso.

Este año han introducido novedades: de lunes a miércoles haremos refuerzo escolar y jueves y viernes actividades/talleres ( cocina, baile, música, manualidades, deporte y juegos ) que nos permiten trabajar habilidades y refuerzo de valores repartidos en grupos de todas las edades.

Tras iniciar la actividad con una pequeña oración y formación en valores, nos repartimos en las clases y vamos dando respuesta a sus dudas, inquietudes, y con los pequeños repasando sumas y restas, introduciendo lectura y fomentando que todos se integren.

Así transcurre la mañana en la misión de Malabo, con mucho bullicio y alegría y pese al gran número de niños, con bastante orden.

Los últimos días de la semana aprovechando el taller de cocina ofrecemos bocadillo a los niños, y polo de hielo, o galletas caseras.

Las tardes transcurren entre actividades pastorales y parroquiales y celebraciones como la Adoración, y acompañando al Padre Roberto. Estos momentos son una oportunidad para conocer la vida en Malabo y las preocupaciones de la gente, y también las alegrías. Participar en la bendición de una casa y familia, en la celebración de un cumpleaños, en un acompañamiento ante un problema familiar me permiten ver cómo el misionero está cerca de la vida de las personas y es parte de todos ellos como referente. Ese estilo de presencia tan nuestro, tan dominicano: desde la escucha, y siempre en diálogo.  

Estos días coincidió Consejo Parroquial. Pude asistir y ver cómo la parroquia es una Comunidad muy activa y comprometida con el barrio; con ganas de crecer en número y en formación. Comunidad inquieta y muy celebrativa tanto en lo sacramental como en lo comunitario.

Este sábado pasado la celebración de Santa Marta,ha sido una muestra muy clara de esa vida comunitaria celebrativa.

Las Martas prepararon una celebración con Eucaristía de acción de gracias preciosa que dio paso a una comida de fraternidad donde todos los grupos de la parroquia estaban representados. Las Martas, esas mamás abuelas que cuidan tanto de todos nos hicieron disfrutar con los platos típicos Guineanos: caracol, yuca, pepe sup, cacahuete… ¡Gracias por tanto esfuerzo!.

Y por la tarde la esperada visita al orfanato para encontrarme con los pequeños que bajo el cuidado de las Misioneras de María Inmaculada con la Hermana Mari Cruz al frente, viven allí. Rápidamente reconocí a Mimi, Mila, Rivaldo, Jimena, Andrés, María Lourdes, Arturo, Puri, Príncipe, Érica, Josefina…. Las mismas caritas 4 años después, aunque más grandes. Tuvimos una tarde de chuches y juegos, donde uno de los protagonistas fue mi smartwatch. ¡Todo un descubrimiento para ellos!.

Agotada de tantas emociones pensaba en los niños del orfanato y en cómo disfrutaron viendo las fotos que 4 años atrás les hice y que llevaba en el teléfono. Volvía contenta de ver cómo crecen con el cuidado de las hermanas y me venía a la cabeza también de vuelta a casa, a la misión, todo lo transcurrido desde mi llegada justo una semana antes a Malabo. Lo mucho celebrado en las misas, con los coros y las palabras del Padre Roberto; las personas que se han cruzado en mi camino estos días – niños, jóvenes y mayores – y pensaba también en Fr. Roberto, Fr. Esteban y Fr. Salvador Becoba, mis hermanos de Comunidad. Me hacía eco de ese ‘Contemplad y dad lo contemplado’ tan nuestro, y tan presente en la vida de la misión.

Agradecida a Dios por el regalo de estos días y por lo mucho compartido y vivido esta primera semana, me acostaba cansada pero feliz. GRACIAS PADRE por el regalo de la MISIÓN.

Carmen Calama, voluntaria de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas, en la misión de Malabo, Guinea Ecuatorial.