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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

El regalo de la misión

Carmen nos cuenta su llegada a la misión de Koribeni, 5 años después de haber estado de misión allí también.

 

El pasado 26 de Julio salimos Juan y yo hacia el aeropuerto camino a Koribeni. Ya una vez que ves cerrado el equipaje, facturadas las mochilas y estás sentada en el avión empiezas a sentir la tranquilidad que da saber que vas rumbo a la Misión, y que no caminas solo; que junto a Juan, viene también ÉL, y en ÉL, toda la Comunidad que nos envía. Tan solo hace 4 días que salimos de Madrid, pero este puñado de horas ha estado lleno de reencuentros para mí y de descubrimientos para Juan y también para mí. La Misión siempre te regala algo nuevo y diferente, y siempre hay sitio para lo imprevisto… Hoy, recién llegada, quiero hablaros de reencuentros: la alegría de estar y compartir con Mónica unos ratos de risas, inquietudes y cena fraterna en Lima; la charla tranquila en el aeropuerto de Cuzco con Rafa Alonso antes de partir a Quillabamba. Momentos y personas, que aún lejos de Koribeni, en la ciudad, hacen que la Misión se sienta ya muy cerquita.

A Quillabamba llegamos por la noche y fue una inmensa sorpresa el reencuentro con el Padre Hilario y con Fr. Edwin con quienes compartí misión en Shintuya en 2014 y pese a tres años sin vernos, parecía que no había pasado tiempo. Rápidamente volvieron a nuestra memoria anécdotas y situaciones vividas en el Manu, y en el Madre de Dios y esa noche, junto al Padre Vicente y a Juan, fuimos reviviendo y en ese conversar tanto Juan como yo nos sentíamos más cerca ya de Koribeni. Pasamos noche en el convento y tras acompañar al P. Hilario en la misa y un buen desayuno salimos ya esta vez en el carro de la Misión y con Fr. Edwin rumbo a Koribeni. Yo iba atenta al camino, para reconocer la curva desde donde se vislumbra la parroquia y la casa de la Misión, y Juan atento al paisaje y a las explicaciones de Edwin; entusiasmado e impacientes los dos de vernos ya allí, ‘en casa’. Debo decir que pese a mi despiste habitual localicé la curva y tras fotografiarnos en el mirador y cruzar los puentes, entramos en Koribeni. La encontré cambiada, pero no mucho, muy similar a 5 años atrás; con colegio nuevo, eso sí, más comercio, piscigranjas y mejor carretera. Un regalo el reencuentro con el Padre Roberto, y el recordar la casa, el internado, el tambo, la iglesia,… y una gran ausencia: la de Fr. Juan.

Tardamos poco en salir con Roberto a dar una vuelta y a repartir el aviso de Inicio de la Escuela de Verano. Los padres contentos, ante la esperanza frente a la huelga de profesores de más de un mes, de poder enviar a los chicos, aunque sea unos pocos días a alguna actividad. Juan y yo, felices, saludando a unos y a otros, y pensando ya en cómo organizar la actividad. Cerramos el día con la Eucaristía y ahí el último de los reencuentros, de momento: María, Mari Cielo y Elsa. Nos dio verdadera emoción; nos reconocimos al instante y celebramos juntos la alegría de la Misión. Es ÉL quien nos convoca y nos reúne en torno a su mesa. Cerramos la jornada con una partida de parchís, con sus trampas y sus risas – buen recuerdo a Fr. Juan –con la alegría de haber llegado y colocar ‘ el cepillo de dientes’, y la ilusión inmensa como cada año de vivir desde el ENCUENTRO con el OTRO, el ENCUENTRO con ÉL. Ahora toca descansar que mañana a las 6h30, el regalo de despertar el día con los Laudes rezados en Comunidad. Un abrazo desde Koribeni. Unidos en Misión. Carmen