Manda un Bizum al 01976

El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Crónica misión y pobreza

Dejadme que os cuente como era la pobreza,  cómo era hoy en la misión de Malabo la Jornada Mundial de los pobres: he viajado, he mirado y he visto, era una pobreza pequeña, casi invisible en un lugar apartado, sin embargo muy cercano de la ciudad.

Comidas

La pobreza en Upside era como la misión que os conté  hace unos días, era azul. Era azul y  hoy volvió a ser azul,  más hiriente y penetrante que un intenso verano azul de Castilla.
Niños y SagrarioEn  aquel “patio” donde terminamos el recorrido del reparto mensual  de Cáritas se culminaba una visibilidad, o más bien habría que decir, casi una visión como en el Tabor. Allí la pobreza se tornaba un canto  de auténtica humildad, un canto desde la  pequeña capilla que restalla de alegría cuando llega el camión con las medicinas y la comida. Corre la voz y las mujeres se acercan con sus bellos vestidos a pesar de todo, con sus colores africanos a pesar de todo,  con sus risas a pesar de todo, con su parloteo en su lengua, que yo no entiendo, a pesar de todo, pero me relatan, me indican, al tiempo que me cogen la mano y me sonríen… y cuando marcho me regalan plátanos, hermoso óbolo de quien no tiene casi nada pero abunda en generosidad.
Allí la pobreza es sobre todo la vulnerabilidad infantil y su resiliencia, la alegría de los niños,  sus abrazos cuando nos reciben, estos niños que el mes pasado me nombraron abuela española y a pesar de haberme visto apenas,  me recuerdan y se abalanzan sobre mi, como en el orfanato, estos niños, también huérfanos, que son atendidos por sus abuelas, sus jóvenes y preciosas abuelas. Ataviadas con todos los colores del vergel.
Reparto de comidasLa pobreza es triste y muda, pero no allí, allí es azul y canta y brinca y vuela a la rueda rueda, o ríe sin parar con las cosquillas. Como un chispazo de luz, dando vueltas sin parar  los niños piden más cosquillas, más vueltas, por el hambre, por la alegría, por el nerviosismo, no sé por qué, pero a mí ese pedir me resulta una fuente desbordante de frescor, en medio del bochorno de la selva, me impregna de temor y temblor y al mismo tiempo de esperanza, cuando sus manos pequeñitas y oscuras sobre mi cuello o apuñadas entre mis manos para que los alce y que podamos girar como un tío vivo, me invitan a una infancia increíble, sagrada, pretérita, purísima, una infancia que quizá todos deberíamos reverenciar y conocer, al menos todos los padres y madres y educadores. Es el embrión espiritual de María Montessori,  que supo intuir la belleza  de la promesa escondida en el alma del niño viendo a unos pobrecitos desahuciados  hacer figuritas con migas de pan.
upsideY después de la luz de selva, de alzar a vista sobre sombrajos y sombrillas doradas y verdes como casi un otoño, como casi otra tierra, en este lugar tan extraño y desconocido para mí,  después el cielo se cargó, como ocurre con frecuencia en estos lugares y, ya atardecido, de vuelta a casa empezó a llover copiosamente, entonces  yo sentía que mi alma se lavaba de tantas impresiones, de aquella ansiedad al mirar la pobreza en la mañana de domingo, al tiempo que  pensaba  cómo sería  en los callejones que habíamos recorrido,  cómo sería allí tanta lluvia, tanto barro, tantos  charcos,  cómo sería esa humedad permanente y sucia adherida a las paredes, a las ropas, al hambre y a la enfermedad, la lluvia desde abajo,  remontando las plantas de los pies de los niños  brincando y de los ancianos renqueando.
Entonces me digo y os digo, cómo señalaba el papa, ya nunca más la pobreza invisible, “vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian…”Niños y Sagrario
Intentemos desdramatizar, al tiempo que escuchamos su canto. Quizá, como acertó a comprender la filósofa Simone Weil, esa pobreza es el nudo de amor y entrega, la raíz más fecunda y entrañable de la Cruz,  del Madero “donde fuera colgada la salvación del mundo”
Así reflexionando  en la Jornada Mundial de los Pobres la parábola de los talentos, esta nos sirve de advertencia para verificar con qué espíritu estamos afrontando el viaje de la vida. Hemos recibido del Señor el don de su amor y estamos llamados a ser don para los demás


Sagrario Rollán

Fotografías de Lourdes Álvarez Casaño