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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Asomándome a la misión de Shintuya

Apenas llevo 5 días aquí y ya algunas situaciones, personas, escenas,…me son totalmente familiares. Es lo que tiene la vida sencilla: de manera fácil te atrapa y te encuentras en ella cómodo, sin disfraz, y dispuesto a despegarte de todo aquello que ...

Apenas llevo 5 días aquí y ya algunas situaciones, personas, escenas,…me son totalmente familiares. Es lo que tiene la vida sencilla: de manera fácil te atrapa y te encuentras en ella cómodo, sin disfraz, y dispuesto a despegarte de todo aquello que traes y que, aunque sólo sea por un tiempo siquiera corto, quieres aparcar para rescatar la mejor ‘versión’ de ti mismo, la más tuya, la que más te lleva a Jesús.

Entramos en Shintuya desde la comunidad de Salvación el domingo por la noche, tarde. En el carro con Edwin, de camino a la Misión, atravesando quebradas, íbamos buscando en la noche la huella de carro en el río – signo de zona de paso segura - ; y rescato para mí la idea de la HUELLA. En mi caminar cada día intento ir tras las huellas de JESÚS, y cada año la Misión es una parte importante en ese recorrido, donde la tranquilidad y el contacto con los más sencillos no hace otra cosa sino ayudarme a poner más atención en la HUELLA de JESÚS: avanzando con calma, rectificando la dirección, atento a las señales,… como Edwin en el río….

En la Misión están los padres Pedro, Edwin e Hilario.
En contra de lo que una podría imaginar en un internado de unos 30 jóvenes, y en medio de la selva de la amazonía, aquí todo está en su sitio y hay un sitio para cada cosa.

Es verdad que ahora sólo están 8 de los jóvenes, con la llegada de las vacaciones, pero tengo la impresión que esta paz y este orden se mantiene a lo largo del curso con todos: el esfuerzo, el tesón, la organización, la disciplina, el hábito y un entorno cuidado y pensado para la convivencia y formación de la persona hacen de esta Misión un lugar perfecto para junto a los frailes y los chicos, seguir la HUELLA de Jesús.

De manera sencilla nos vamos incorporando a la vida de la Misión: los juegos, el deporte, la pesca y el ir de excursión, junto con las visitas dentro de la comunidad van dando forma a nuestro día a día en esta semana de vacación escolar. El domingo volverá el bullicio con la llegada de todos para retomar el curso, pero ese bullicio se mezclará seguro de manera ordenada con la enorme paz de aquí, donde la escucha, la oración y el conversar son también un pequeño regalo diario que nos va llenando la mochila de experiencias y satisfacción.

¡Unidos en misión! Y tras la HUELLA de Jesús….

Carmen
Shintuya – 1 de Agosto 2014