Mi vida como fraile y sacerdote tiene sentido cuando se entrega al pueblo
Conoce la experiencia de Fray Cecilio desde la misión en su primer año de ministerio sacerdotal

Mi nombre es Cecilio A. Molina Ramos, soy fraile dominico, nacido en Santa Cruz del Seibo, República Dominicana. Esta es mi experiencia desde la misión como sacerdote joven, en mi primer año en el ministerio sacerdotal.
Ser fraile dominico y sacerdote joven es, para mí, una respuesta de amor y gratitud a Dios. Él me llamó a servirle desde la predicación, la comunidad y la entrega de cada día. En un mundo que muchas veces va de prisa y se olvida de mirar al otro, siento que mi misión es anunciar el Evangelio con alegría y cercanía, llevando esperanza allí donde la vida se hace más frágil.
Mi trabajo pastoral ha sido una escuela de fe y de humanidad. Cada día aprendo la importancia de escuchar, acompañar y compartir la vida de las personas. En los rostros de las familias, de los jóvenes y de los ancianos descubro la presencia viva de Dios, que sigue caminando con su pueblo. Por eso, me gusta saludar a la gente después de la misa, despedirlos con un “bendiciones, nos vemos pronto, si Dios quiere”, porque en esos gestos sencillos también se predica el Evangelio.
Uno de los momentos más profundos de mi ministerio es el acompañamiento a los enfermos. En el silencio de una habitación, en la fragilidad del cuerpo, se revela la fuerza de la fe. Cada visita, cada oración, cada unción me recuerda que Cristo sigue sufriendo y sanando en ellos.
También en la confesión experimento el amor inmenso de Dios. Ver cómo las personas se acercan con humildad y confianza al perdón del Señor me llena de gratitud. Allí entiendo que mi misión no es juzgar, sino mostrar el rostro compasivo de Cristo, que levanta, sana y renueva.
Mi servicio en las comunidades de San Pío X, San Martín de Porres, Nuestra Señora del Rosario y San Juan Macías ha sido una gran bendición. En cada una he encontrado fe, alegría y compromiso. En San Pío X, la sencillez del pueblo me recuerda que el Evangelio es fiesta y encuentro. En San Martín de Porres, la solidaridad me inspira a servir con humildad, siguiendo el ejemplo de nuestro hermano santo dominico. En las Capillas del Rosario y San Juan Macias, la oración y el cariño mariano me invitan a contemplar a Cristo desde el corazón de María.

Allí, entre rostros conocidos, risas, lágrimas y oraciones, voy descubriendo que mi vida como fraile y sacerdote tiene sentido cuando se entrega al pueblo, cuando se convierte en canal de la gracia de Dios.
Ser fraile dominico hoy es un regalo y un desafío. Es predicar con la palabra, pero también con la vida, con la cercanía, con la escucha y con la alegría de servir. Mi deseo es seguir anunciando a Cristo con sencillez y esperanza, siendo un signo de su amor en medio de las personas, y dejando que su Palabra siga transformando corazones, empezando por el mío.
Y recuerda que muchas veces tenemos que abrazar y dejar que nos abracen, dar una sonrisa y recibir una sonrisa.
Fr. Cecilio A. Molina, OP - Misionero Dominico de República Dominicana.


