La otra sonrisa
"No era esta la sonrisa. Entre la una y la otra existe todo un mundo de aniquilación de la vida, de siega del derecho a vivir."
La foto, es de nuevo de Santi Vedrí. Este #CuentoDeLosViernes se refiere al publicado hace unos días titulado La sonrisa (que puedes leer más abajo).
No era esta la sonrisa. Entre la una y la otra existe todo un mundo de aniquilación de la vida, de siega del derecho a vivir.
Era tan desoladora la otra sonrisa, la del chico inmigrante, que se quiso documentar con esta foto, quizás para que resaltara más lo injusto aquella, para que moviera conciencias, para que cada vez más gente se posicione a favor de los que tienen que dejar su tierra y sus muertos en busca de vida.
Si el chico inmigrante hubiera sonreído al dar las gracias por la pequeña información recibida, hubiera sido un gesto natural en una persona bien educada. Pero no. Dio las gracias, siguió su camino, se volvió de pronto y le dedicó la sonrisa. Así. Sin palabras.
Y esta, que capturó con maestría la cámara de Santi Vedrí, no es una sonrisa. Esto es la vida misma que nace al mundo pujante y vigorosa. La cabeza adelantada al cuerpo, los ojos chispeantes de alegría y la sonrisa, ahora sí, que atrapa a todo lo que tiene por delante, son la belleza preservada de la dureza de la propia vida.
Cuenta Santi que esta foto la hizo estando un verano de voluntario en Guinea Ecuatorial. Su actividad la desarrollaba con niños, con clases de refuerzo y con juegos. Recuerda con emoción que aunque las clases empezaban a las ocho de la mañana, a las seis y media ya estaban todos allí. Madrugaban, sencillamente porque en ese espacio eran felices.
“La sonrisa de la niña esconde ilusión y esperanza en un país donde soñar con una vida mejor (digna) parece imposible. Me trasmite alegría, esperanza, ternura e inocencia” , explica.
Son las palabras de Santi y, con ellas y con su foto, ¿quién puede quedarse indiferente?
Mª José Varea - Voluntaria
Publicado en: "Desde la Azotea", Blog de Cáritas Diocesana Valencia
LA SONRISA
Esperaba, distraída, el verde del semáforo y su mirada se cruzó con la de él. El chico bajó inmediatamente los ojos hacia un papel que llevaba en las manos. Ella mantuvo la mirada pensando que buscaba una dirección. Alto, delgado, humildemente vestido, sus rasgos mostraban al inmigrante perdido en una ciudad que no es la suya. Levanta otra vez la mirada y al ver que era observado, tímidamente se acerca y le pregunta por una calle cercana escrita en el papel. Ella duda, sabe que está por allí –le dice– e invierte unos buenos segundos en darle una respuesta. Ya. Le indica y el chico, dándole las gracias, se aleja. Ella, con el semáforo en verde, camina detrás de él. Inesperadamente el chico se vuelve y le dedica una sonrisa.
Una sonrisa. Un mundo de emociones. Un ser humano perdido en una sociedad injusta, que le rechaza, que no se detiene a escuchar su pregunta, que ni siquiera le ve o su presencia molesta. Un chico víctima, seguro, de una economía global que exprime a los más débiles en beneficio de unos pocos poderosos o de una guerra imposible que forma parte de la ganancia de los mismos.
Una sonrisa. La clase de sonrisa que se clava en el alma porque habla de miedo, de exclusión y de aislamiento.
Es la sonrisa de quien también tiene un sueño, de quien tiene derecho a tener un sueño. No es diferente, piensa ella, a cualquiera de nosotros y si hay alguna diferencia no la hemos puesto los que nos cruzamos con él por la calle. La diferencia la marcan quienes deciden los destinos de los pueblos en reuniones exclusivas destacadas por la explotación sin escrúpulos de recursos y personas.
Piensa que estas gentes, ya que no pueden vivir en paz en sus países, se merecen un digno acogimiento entre, al menos, quienes estamos igual de expuestos que ellos a los intereses de quienes manejan el mundo.
Mª José Varea - Voluntaria
Publicado en: "Desde la Azotea", Blog de Cáritas Diocesana Valencia