FAO: "El coste social y económico del hambre es inaceptable"
El informe, "Sistemas alimentarios para una mejor nutrición", publicado recientemente por la FAO indica que, aunque todavía cerca de 870 millones de personas pasaban hambre en el mundo en el bienio 2010-2012, esta cifra engloba tan solo a una parte de los miles de millones de personas cuya salud, bienestar y vida se ven malogradas por la malnutrición.
En términos sociales, la desnutrición infantil y materna siguen reduciendo la calidad de vida y la esperanza de vida de millones de personas, mientras que los problemas de salud asociados a la obesidad, -como las enfermedades cardíaca y diabetes-, afectan a millones más.
El informe, "Sistemas alimentarios para una mejor nutrición", publicado recientemente por la FAO indica que, aunque todavía cerca de 870 millones de personas pasaban hambre en el mundo en el bienio 2010-2012, esta cifra engloba tan solo a una parte de los miles de millones de personas cuya salud, bienestar y vida se ven malogradas por la malnutrición.
La malnutrición en todas sus formas —la desnutrición, las carencias de micronutrientes y el sobrepeso y la obesidad— genera un costes económico y social inaceptablemente alto a los países de todos los niveles de ingresos, señala la publicación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el mundo, dice la FAO, hay 2.000 millones de personas que sufren de una o más deficiencias de micronutrientes. De hecho, un 26 por ciento de todos los niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento y el 31 por ciento sufre de deficiencia de vitamina A. En el extremo opuesto se sitúan los 1.400 millones de presonas que tienen sobrepeso, de los cuales 500 millones son obesos, según el informe.
Los costes de la desnutrición son inacpetables
El coste de la desnutrición para la economía mundial en pérdida de productividad y gastos de atención sanitaria es "inaceptablemente alto" y podría alcanzar hasta un 5 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial: 3,5 billones de dólares EEUU, equivalentes a 500 dólares por persona. Casi la cifra del PIB anual de Alemania, la mayor economía de Europa.
En términos sociales, la desnutrición infantil y materna siguen reduciendo la calidad de vida y la esperanza de vida de millones de personas, mientras que los problemas de salud asociados a la obesidad, -como las enfermedades cardíaca y diabetes-, afectan a millones más.
El compromiso político, la respuesta más efectiva contra el hambre
La organización de Naciones Unidas ha presentado también los resultados del estudio “Agricultura mundial hacia los años 2015/2030”. Aprovechando la ocasión, el director de FAO, Graziano da Silva, ha asegurado que “la única respuesta efectiva a la inseguridad alimentaria es el compromiso político a nivel nacional, regional e internacional por parte de la comunidad de donantes y las organizaciones internacionales.
En el año 2011 se necesitaban inversiones públicas anuales por valor de 50.200 millones de dólares para que el mundo pudiera erradicar el hambre para 2025. Esa cantidad debe ser complementada, además, por el sector privado. Los compromisos políticos para erradicar el hambre deben ser respaldados con recursos. Solo así podrán erradicarse el hambre y la pobreza extrema para 2030.
Porque, desde luego, a las puertas del año 2015, todavía hay un “largo camino” por recorrer para resolver la crisis del hambre, a pesar de los avances de muchas naciones, 38 países han cumplido los objetivos establecidos internacionalmente en la lucha contra el hambre, anotándose estos éxitos antes del plazo límite fijado para 2015. "Estos países están abriendo el camino hacia un futuro mejor. Son la prueba de que con una fuerte voluntad política, coordinación y cooperación, es posible lograr reducciones rápidas y duraderas para el hambre”
Pero, "para tener éxito antes de fines de 2015, necesitamos un esfuerzo concentrado destinado a apoyar a los pequeños productores y a asegurar una mejor nutrición de mujeres, niños y niñas”, señala la FAO. Y eso se conseguirá en gran medida, garantizando una agricultura sostenible, minimizando el desecho de alimentos y duplicando los ingresos de los agricultores.