Cuaresma, 40 días con los 40 últimos
El miércoles comenzamos la Cuaresma. Para poder vivirla de una forma consciente y consecuente con los países más pobres del planeta os iremos colgando cada día una reflexión para volver necesariamente la mirada sobre nosotros mismos, nuestra forma de comportarnos y las consecuencias que eso tiene para los últimos. Y esto a lo largo de cinco bloques temáticos, que comenzarán cada domingo con una visión global y se desarrollarán a lo largo de la semana abordando aspectos más concretos.
Esta campaña de cuaresma será muy interpelante, pues girará en torno a nuestra propia vida. ¡Pero nuestro corazón y nuestra preocupación siguen puestos en los últimos! Si volvemos la mirada hacia nosotros mismos y nuestro estilo de vida es precisamente como consecuencia de nuestra empatía y preocupación hacia los últimos y de las preguntas que nos hacemos por las causas de su situación.
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Los responsables de la gestión pública, los ciudadanos de los países ricos, individualmente considerados, especialmente si son cristianos, tienen la obligación moral –según el correspondiente grado de responsabilidad– de tomar en consideración, en las decisiones personales y de gobierno, esta relación de universalidad, esta interdependencia que subsiste entre su forma de comportarse y la miseria y el subdesarrollo de tantos miles de hombres. (Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 9, año 1987)
«No necesitamos que ustedes vengan acá a hacer proyectos; serían muy útiles si arreglasen aquellos asuntos de su casa que nos perjudican» (Campesina guatemalteca) (Citado por Juan Clemente en Revista Soberanía Alimentaria, julio 2012, p.48))
Esta doble cita del papa Juan Pablo II y de una anónima campesina son las que sirven de motivación e hilo conductor de la campaña de cuaresma de este año. En los últimos años hemos ido recorriendo las situaciones que viven los países que están a la cola en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), según los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En este tiempo hemos conocido y nos hemos conmovido por la realidad de estos países y de sus habitantes. Y lo hemos hecho muchas veces mediante el testimonio de las personas e instituciones que están trabajando efectivamente a favor de un desarrollo humano integral en esos países. De esta forma, junto con la realidad de las carencias se nos han presentado esas otras realidades de transformación positiva.
Este año nuestro recorrido será diferente. Volveremos la mirada a nuestra propia vida, la de los habitantes de los países ricos (a pesar del actual contexto de crisis, nuestro país, como tal, es rico en comparación con los cuarenta últimos). Una mirada que quiere ir más allá de una mera constatación de las diferencias. Como nos advierte Juan Pablo II, la miseria de tantos seres humanos tienen mucho que ver con la forma de comportarse de los habitantes de los países ricos. Y si hablamos de “forma de comportarnos” está claro que no podemos echar la culpa a las estructuras en las que vivimos, por mucho que puedan ser llamadas, con razón estructuras de pecado (Cf SRS 36). Unos años antes, ya lo apuntaba Pablo VI :
Dirigimos nuevamente a todos los cristianos, de manera apremiante, un llamamiento a la acción. Que cada cual se examine para ver lo que ha hecho hasta aquí y lo que debe hacer todavía. No basta recordar principios generales, manifestar propósitos, condenar las injusticias graves, proferir denuncias con cierta audacia profética; todo ello no tendrá peso real si no va acompañado en cada hombre por una toma de conciencia más viva de su propia responsabilidad y de una acción efectiva. Resulta demasiado fácil echar sobre los demás la responsabilidad de las presentes injusticias, si al mismo tiempo no nos damos cuenta de que todos somos también responsables, y que, por tanto, la conversión personal es la primera exigencia. (Pablo VI, Octogesima Adveniens 48, año 1971)
“Una toma de conciencia más viva de nuestra propia responsabilidad”, “darnos cuenta de que todos somos responsables de las presentes injusticias”, “tomar en consideración esta interdependencia que subsiste entre nuestra forma de comportarnos y la miseria y el subdesarrollo de tantos seres humanos”. De eso se trata.
Sí, en esta cuaresma, volveremos necesariamente la mirada sobre nosotros mismos, nuestra forma de comportarnos y las consecuencias que eso tiene para los últimos. Y esto a lo largo de cinco bloques temáticos, que comenzarán cada domingo con una visión global y se desarrollarán a lo largo de la semana abordando aspectos más concretos:
1. Comenzaremos por lo más básico: la comida, la relación que subsiste entre nuestra forma de alimentarnos y la desnutrición y las carencias de otras personas, junto con las consecuencias que la producción industrial de alimentos tiene para el Medio Ambiente y para la propia salud de los consumidores.
2. Seguidamente repararemos en nuestra forma de utilizar los recursos, haciendo hincapié en el transporte –de nosotros mismos y de los bienes que consumimos–, que también está contribuyendo a un calentamiento global cuyas consecuencias sufren los más pobres.
3. Inevitablemente habremos de considerar las repercusiones de nuestra forma de consumir y de usar el dinero. Qué compramos, a quién compramos, de dónde procede lo que compramos. Y también qué entidades manejan nuestro dinero y qué hacen con él.
4. Para llegar a cuestiones más estructurales. Nuestra forma de organizarnos y ser gobernados tiene, sin duda, mucha relación con los problemas de los últimos. Y también en esto tenemos nuestra parte de responsabilidad.
5. Finalmente, hemos de caer en la cuenta de la interrelación que hay entre nuestro comportamiento y nuestra forma de pensar. Porque, si bien a veces obramos de forma inconsciente, siempre subyace en cada uno una determinada mentalidad, cultura o ideología.
Así como otros años nos hemos acercado a la situación de los últimos mediante testimonios reales, esta cuaresma lo haremos, sobre todo, mediante narraciones literarias. El mismo Jesús, para transmitir a sus oyentes la buena noticia del Reino, se valía de relatos y parábolas. El lenguaje de los cuentos tiene un alcance universal y, este año, nos ayudará a presentar de forma menos cruda situaciones dramáticas en las que nos reconocemos indirectamente implicados. Como ha expresado con acierto Gustavo Martín Garzo:
Se me objetará que son personajes de ficción, pero ¿qué es la ficción sino el esfuerzo de explorar la verdad? El hombre no puede alimentarse sólo de realidad. Necesita relatos que le permitan transformar las pequeñas circunstancias de su vida en algo significativo y precioso que pueda compartir con sus vecinos. (El País, 19/02/12).
Junto al relato de ficción se presenta cada día un breve apunte sobre el tema considerado y algunas sugerencias que ayudan a responder a la pregunta ¿Qué podemos hacer (o dejar de hacer)? Pues con frecuencia nos daremos cuenta de que de lo que se trata no es tanto hacer esto o aquello sino empezar por dejar de comportarnos de la manera como lo hacemos. Para concluir, como todos los años, con una breve cita bíblica y oración que nos ayudarán a poner nuestra conversión en manos de Dios, más allá de nuestro necesario esfuerzo humano.
Los relatos están bien. Nos ayudan en el esfuerzo de explorar la verdad, a ser más conscientes de situaciones que son graves y que están relacionadas con nuestra manera de vivir. Pero así como el hombre no puede alimentarse sólo de realidad, tampoco puede hacerlo sólo de relatos. Por eso, un día a la semana –los sábados–, dejaremos los cuentos para conocer historias reales de gente real. Conoceremos así testimonios reales de personas que, en España, están incorporando en sus vidas formas de comportarse solidarias, sostenibles, saludables y espirituales. ¡Será muy estimulante!
Somos conscientes de que muchas de las personas que siguen la campaña lo hacen desde países de América, donde las circunstancias particulares difieren de las de España. Confiamos en que, a pesar de la distancia, estos materiales resulten útiles.
Esta campaña de cuaresma –lo advertimos desde ahora– será más interpelante que las anteriores, pues girará en torno a nuestra propia vida. ¡Pero nuestro corazón y nuestra preocupación siguen puestos en los últimos! Si volvemos la mirada hacia nosotros mismos y nuestro estilo de vida es precisamente como consecuencia de nuestra empatía y preocupación hacia los últimos y de las preguntas que nos hacemos por las causas de su situación.
Que esta interpelación nos anime en nuestro camino de conversión cuaresmal, sabedores de que, sea cual sea la transformación de nuestro comportamiento al final de este recorrido, siempre habrá sido bueno para cada uno de nosotros el ayudarnos a ser más conscientes, a tomar en consideración esta interdependencia que subsiste entre nuestra forma de comportarnos y la miseria y el subdesarrollo de tantos seres humanos.
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