Adviento: Camino de Esperanza y Misión
Un tiempo para prepararnos y abrir el corazón a la misión

Comienza un tiempo especial, un tiempo que nos prepara para recibir algo grande: una presencia que transforma, que llena de bien, que trae alegría y renueva.
Es un tiempo de espera activa, que invita a crecer, a reflexionar y dejar que el Espíritu guíe nuestro corazón, lleno de bondad, generosidad y disposición.
Es un tiempo para encender la luz, esa luz que ilumina incluso los rincones más oscuros, que se expande en el encuentro, en el compartir y en el amor ofrecido.
Un tiempo que poco a poco despierta esperanza, fortalece la fe y nos prepara para lo que está por venir. Este es el espíritu que nos prepara el Adviento.
Primera vela: Esperanza
Encender esta vela es atrevernos a llevar esperanza allí donde parecen faltar fuerzas: en los momentos difíciles, en las realidades que duelen, en la vida de quienes necesitan un motivo para continuar.
Que nuestro corazón se disponga a vivir desde la confianza, cultivando la oración y siendo signos de esperanza para los demás.
Segunda vela: Paz
Encender la paz es pedir luz para las injusticias, para los pueblos castigados y para los corazones heridos.
Que su luz nos llame a actuar con compasión y a trabajar por la reconciliación, siendo instrumentos de paz en lo cotidiano.
Tercera vela: Alegría
Esta luz despierta la alegría que nace al sabernos amados por Dios. Es acercarnos al otro con ternura, con cercanía, siendo portadores de ánimo y esperanza.
Que nuestra predicación y nuestros gestos sencillos transmitan la alegría del Evangelio y hagan visible la presencia de Dios en medio del mundo.
Cuarta vela: Amor
Encender esta vela es abrirnos al amor de Dios que vive en medio de nosotros.
Que su luz nos impulse a vivir nuestra misión con mayor entrega, ternura y cuidado hacia los demás, llevando Su amor a cada encuentro.

Desde Misioneros Dominicos – Selvas Amazónicas os invitamos a que este Adviento nos inspire a salir al encuentro del mundo con corazones abiertos, llevando la esperanza, la paz, la alegría y el amor que Dios nos regala.
Que cada gesto de servicio, cada oración y cada acción misionera refleje su luz, haciendo visible el Reino de Dios entre los que más nos necesitan.


