Sabemos

Sabemos del hambre
de millones de seres humanos
y de la condena a la pobreza
de pueblos y países
por un reparto desigual de la riqueza.

Sabemos de la emigración y de los desplazados
por la violencia de la guerra,
y por las consecuencias
de un cambio climático
producido por la avaricia de unos pocos
o de unos muchos,
que depredan lo bienes de nuestro planeta
sin tener en cuenta
que es de todos
o todos formamos parte de él.

Sabemos del exilio
por regímenes totalitarios
que niegan los derechos de las personas,
por las leyes que condenan al diferente,
por los odios y las fobias
del racismo y de la homofobia,
por la exclusión de las mujeres
de la educación, el trabajo
y la vida social.

Sabemos de las muertes
en el desierto, en el mediterráneo
o en las vallas de cualquier frontera
de cualquier país
que niegan al otro la posibilidad de una vida
o de un futuro.

Sabemos de la invisibilidad en la que viven
tantas personas que no tienen un hogar,
de los pisos prisión
en los que están recluidos
ancianos u hombres y mujeres dependientes,
de la trata de personas
que no es otra cosa que la esclavitud
de nuestro siglo,
del descarte de todo aquel o aquella
que no es útil según los cánones
de nuestra sociedad de mercado
utilitarista y mercantilista.

Sabemos, y no lo podemos negar, pero…
¿Sabemos de nuestra complicidad
por nuestro silencio e indiferencia?
¿Sabemos de nuestra responsabilidad
por nuestro estilo de vida
y nuestra manera de consumir?

Y, sobre todo,
¿Sabemos de nuestra capacidad
para transformar la realidad
por medio de nuestro compromiso
por un mundo más justo y más humano;
por medio de nuestra participación ciudadana
y de la incidencia política;
por medio de un cambio en nuestra manera de vivir,
cuidando más el medio ambiente
y teniendo presente en nuestra vida a los demás;
por medio de nuestra solidaridad
con las más desfavorecidos y los excluidos?

Si sabemos…
pongámonos en marcha
porque otro mundo es posible.
No nos conformemos con el hoy,
seamos utópicos y soñadores,
aunque algunos nos llamen ingenuos,
y construyamos el mañana.

Fr. Javier Aguilera, OP