Voluntarios en Misión de Koribeni
El padre Roberto Ábalos nos manda desde la misión de Koribeni un resumen de lo que ha supuesto para él tener a los voluntarios del Selvas Amazónicas durante los dos meses de verano.
Del 8 de julio al 21 de agosto, han permanecido en la misión San José de Koribeni: Carmen, Belén, Raquel, Alexia y su esposo Jorge que sustituyó a Carmen en el mes de agosto. Creo que ha sido una experiencia generosa, fecunda y feliz para todos. Tengo que destacar la profesionalidad, eficacia y alegría que han desplegado en todas sus acciones que no han sido pocas.
Al día siguiente de su llegada, partíamos hacia Tipeshiari, una de las comunidades más alejadas de nuestra misión. La caminata, casi toda de ascensión, fue de ocho horas y no exenta de peligros como ellos mismos han consignado en sus bellas crónicas. Era la primera vez que atravesaban ríos en oroya, que caminaban por senderos de a un pié e inclinado, con zancadillas, caídas, golpes, arañazos al atravesar una chacra recién arrancada de “kapirona”… en esta vía dolorosa de pinchos, Belén perdió su cámara, pero se produjo el milagro que al atardecer, la genial Marina, apareció con ella, cosa más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Primeras muestras de que la Providencia acompañaba la buena aventura. La comunidad estuvo espléndida. El banquete de llegada fue de makisapa que degustaron sin ascos y con agradecimiento, porque las latas de sardinas habían desaparecido demasiado pronto. El mashato también lo agradecieron y gustaron de él, siendo primera vez que lo bebían, lo que supone un hermoso esfuerzo por responder adecuadamente a la generosa hospitalidad. Fueron dos días en que se jugó, bailó, cantó, reflexionó y oró ante un Tasorintsi que dejaba ver su rostro en la belleza de la selva y sus criaturas. El descenso fue más rápido porque todo era bajada, aunque algunos tramos se hicieran rodando. Habíamos estado fuera de Koribeni cuatro días: del 10 al 13 de julio.
Los días 14, 15 y 16 me acompañaron a la celebración de las fiestas patronales en honor de la Virgen del Carmen, de honda raigambre en la religiosidad popular andina, por las comunidades de: Alto Yanashiri, San Antonio, El Progreso, Kiteni, Alto Ichikiato, Palma Real y Sanganato. Hemos tenido bautizos y primeras comuniones, asistido a danzas típicas aunque con poco tiempo y tomado nuestra ración para comer por los caminos, en bellos parajes y a la sombra. Han podido contrastar la diferencia cultural entre comunidades quechuas y matsigenkas ambas ricas y bellas en sus expresiones.
El día 17 salimos a la comunidad matsigenka de Sangobatea. Luego de la caminata a Tipeshiari, aquello les pareció un agradable paseo, aunque también tuvieron que hacer sus equilibrios para cruzar el río sobre un madero, alguna gateando por temor al mareo y teniendo que sacudirse las temibles hormigas rojas que muerden y arde su mordedura un buen rato. En la comunidad también nos recibieron con mucha alegría y generosidad. Mientras el padre exponía y dialogaba sus temas con los mayores, los voluntarios jugaban con los niños. En la tarde todos nos juntamos para una sentida Eucaristía. Como todas las despedidas, nos vamos tristes, pero con el recuerdo de un día inolvidable que durante unas cuantas horas del día y de la noche será revivido por el veneno que han dejado las picaduras y que fuerzan al arrasque contínuo y frenético y que dejará huellas sonrojadas en toda la epidermis.
Los dos días previos a las vacaciones por fiestas Patrias, trabajaron en las escuelas y con las muchachas y muchachos de nuestros dos internados. Pronto se ganaron el cariño de todos que con frecuencia acudían en su búsqueda y confidencia, lo mismo alumnos que profesores.
Del 19 al 24 organizamos en la casa pastoral, un taller para todos los maestros de RESSOP del ámbito de nuestra misión: Koribeni, Sangobatea, Poyentimari, Matoriato, Kiraateni, Tivoriari, Tipeshiari, Porenkishiari y Tsokirina. Un total de 50 profesores. Tan solo dos excusaron su presencia por motivos justificados. El interés principal estaba en elaborar el P.E.I.: Proyecto Educativo Institucional de sus escuelas; pero hubo tiempo y muchas ganas en tocar otros temas como: aprendizaje significativo y cooperativo, comunicación, modificación de conductas, técnicas de estudio… todo ello salpicado con lúdicas dinámicas de grupo, juegos y dramatizaciones y proyecciones. Todo fue evaluado conjuntamente como muy positivo y la convivencia sumamente agradable. Se puso de manifiesto en la fiesta de despedida con sentidas expresiones de agradecimiento y actuaciones por parte de maestros y voluntarios y regalos “íntimos” para todos por parte de la misión. Uno de los días de taller, festejamos el cumpleaños de Carmen que quedó gratamente sorprendida y muy feliz.
Sin descanso y dadas las vacaciones a los alumnos, realizaron del 25 de julio al 5 de agosto, la escuela de verano, que por aquí suelen llamar vacaciones útiles. El promedio de niños y adolescentes que asistieron fue de cuarenta, al que se unieron algunos jóvenes que se ofrecieron para colaborar. Con todos ellos establecieron el horario de 9 a 12 en las mañanas y de 3 a 5 en las tardes. No solo dedicaron tiempo a reforzar materias del currículo escolar, sobre todo comprensión lectora y matemáticas, sino que tuvieron tiempo para dinámicas, juegos, proyecciones, dramatizaciones y fiestas. Fueron dos semanas muy intensas, fecundas y felices para todos. El primer sábado fuimos de excursión a la bella cascada, también colpa de loros, de Alto Koribeni, lugar donde, paradójicamente no habían estado la mayoría de los alumnos. Rematamos el día con buenos baños y comida bajo el puente de Alto Koribeni. El segundo sábado fueron de baño al río Koribeni cercano al punto de su entrada en el Urubamba, donde forma unas hermosas playas de aguas cristalinas. Con la comida y juegos y baño final, regresaron satisfechos a la misión. El último día fue de fiesta y despedida con pena por parte de todos que estaban dispuestos a continuar hasta el comienzo de clases.
Pero los voluntarios tenían su programación para los días sucesivos. Del día 6 al 12 de agosto y ya sustituída en el grupo Carmen por Jorge, realizamos la gira por el río Yavero, visitando las comunidades matsigenkas de: Yókiri, Matoriato y Kiraateni. Fue una semana de experiencias intensas, con alguna caminata de ocho horas desde Yókiri a Matoriato, con aventuras estilo tarzán y pérdidas de sendero. Otra caminata de siete horas de Matoriato a Kiraateni y una tercera de cinco horas desde Kiraateni a Wilcapampa, todas supusieron esfuerzo grande para ellos, pero las encararon con energía y muy buen humor y eso que sus epidermis se iban llenando de curiosos estigmas y tatuajes. La belleza de los paisajes les compensaban los esfuerzos y sobre todo la estancia de dos días en cada comunidad, con esas benditas y sencillas gentes, que ellos definen como bienaventuradas, disipó los misterios de dolor trocándolos en gozo y hasta en gloria. Jugaron con los niños y asistieron a asambleas de las comunidades que hablaron también de sus gozos y sus sombras. Las noches fueron de luces de proyección de documentales amazónicos y bellas películas de dibujos animados. Compartieron los sencillos menús de gentes generosas y ellos destacan los rasgos de la providencia en todos ellos y de forma especial en Evangelina de Matoriato y en Angelino de Kiraateni, que en todo momento hicieron honor a sus nombres. Una semana intensa que no solo dejó huellas en su cuerpo, sino y sobre todo, en su alma; y si aquellas se borran con el paso del tiempo, éstas son indelebles.
De regreso del Yavero y tras un día de colada y descanso, interrumpido por las contínuas visitas que recibieron de profesores y alumnos que ya estaban de regreso de sus vacaciones en Koribeni, el día 14 salieron hacia Pangoa, desde donde el día de la Asunción, quince de agosto, salían hacia el Pongo del Maenike. Se unieron a la excursión el matrimonio de Gerardo y Panchita y María, una joven también alemana que está recorriendo las actividades de la pareja. Paramos en la roca con la inscripción “Frederik” que labró en piedra Gerardo en memoria del fallecimiento de su hijo en ese lugar cuando pretendía atravesar el pongo en balsa con un amigo. Hoy se cumplían precisamente doce años de su muerte. Celebramos una Eucaristía en lo alto de la roca. Luego seguimos hasta el Pongo donde paramos junto a la cascada y allá mismo almorzamos. Continuamos hasta Timpía donde nos topamos con la sorpresa que ni el P. David ni ninguno de los voluntarios de su misión se encontraban presentes. Pero confraternizaron con Pedro, ahora el alma seglar de la misión y de un hermoso ramillete de profesoras. Gozaron con los niños del internado con sus juegos y dinámicas y el baño en el Sihuaniro. Regresamos al día siguiente a las ocho de la mañana. Estábamos en Pangoa a la una de mediodía y poco después emprendíamos regreso a Koribeni donde llegamos a las siete de la tarde.
A partir del día 17 todo fueron despedidas: gente, maestros, alumnos, internados y comunidades que compartimos una suculenta comida preparada por las Misioneras Dominicas y una no menos sabrosa charla. Los niños de la comunidad y los jóvenes de los internados, no les dejaron en paz ni un momento.
A las cuatro de la mañana del día 21 en que salieron hacia Quillabamba y de allá a las siete y media de esa mañana emprendían viaje a Cuzco donde visitarán Machu Picchu antes de salir para Lima y Madrid.
La casa y misión, luego de dos meses ocupada a tope, se ha sentido casi vacía. Se echan en falta las computadoras, los ensayos, los preparativos de cada actividad, las comidas que no solo el cuerpo alimentaban, las partidas de parchís, las películas hasta con forum, los esmerados menús de María a la que rogamos no los modifique ahora que no están… Todo nos recuerda que hace unos días pasaron por aquí cinco madrileños que dejaron algo más que un recuerdo.