Talleres de Promoción Humana: el derecho a la vida plena
Desde la Misión de Montevideo, Uruguay, conocemos más de estos talleres que fomentan un red de amor y defienden la dignidad de los más vulnerables

El principio moral que sirve de fundamento a la acción social es el convencimiento de que cada hombre es en verdad el custodio de su hermano y que ningún hombre es una isla. Para nuestra intervención nos gusta visualizarlo acompañado por el principio democrático que afirma que todos los hombres en nuestra sociedad tienen los mismos derechos y que la sociedad debe asegurar a todos sus miembros la igualdad de oportunidades.
Desde el principio de los tiempos la gente se ha unido para dar alguna ayuda a los menos afortunados; en el antiguo templo de Jerusalén, antes del nacimiento de Cristo, la comunidad judía había organizado una forma de ayuda para los pobres; en la europa medieval, las órdenes religiosas mendigaban y distribuían dinero a los pobres. Hoy en día esa ayuda continúa y consiste en ropa usada, donaciones de dinero, canastas de alimentos, etc.. Y también se organizan otros tipos de ayuda en asilos, hospitales, etc.
Con el pasar del tiempo se iniciaron movimientos para pasar de la limosna a la ayuda, para dejar de ver al pobre como “miserable” y ver a cada persona como un ser humano dotado de sentimientos y cualidades humanas. Esto nos demuestra cómo ha cambiado nuestra concepción de la necesidad humana. Antes se daba por sentado que un estómago lleno hacía feliz al hombre, hoy por muchas razones demasiado complejas para tratarlas aquí, nos hemos dado cuenta que el hombre no solo vive de “pan”.
Nuestro actuar
Nuestro interés especial es capacitar a las personas para que puedan trabajar, amar y vivir juntas de manera que se fomente su dignidad humana y responsabilidad social.
Nuestra aspiración es pues: acompañar, restaurar y fortalecerlas para afrontar sus problemas o alcanzar sus metas en su función de seres sociales. A medida que una sociedad satisface las necesidades básicas, por ejemplo el alimento, adquiere una conciencia mayor del derecho que tienen sus miembros: a la vida, a la libertad y a la búsqueda de felicidad. Queremos decir que la persona deja de pensar en su estómago para decir “tengo también otros derechos” y no tiene que limitarse solamente a sobrevivir.
Nos guían dos creencias fundamentales:
- La afirmación del carácter sagrado de la vida humana y por lo tanto de la dignidad de todo ser humano. Por dignidad entendemos el impulso que lleva a cada persona a ser vista y aceptada por otros como una criatura valiosa.
- El derecho de cada persona a tomar su propia determinación.
El por qué de estos encuentros:
Ayudar a la gente a alcanzar la mayor libertad de elección con la condición que su expresión tenga consecuencias constructivas y no limiten los derechos y libertades de las otras personas. Se sostiene la idea básica de que: la persona y su sociedad son interdependientes. No se trata solo de cambiar la estructura económica sino también de cambiar la cultura de la cual somos parte, los modos de relacionarnos, de organizarnos y de resolver los problemas. Se va conformando una ideología compuesta por los valores que van surgiendo de la propia experiencia enriquecida por un pensar grupal que va rompiendo esquemas y abriendo camino a lo nuevo.
Es un proceso de aprendizaje, de crítica, de descubrimientos, de aprender a trabajar colectivamente. Desde este punto de vista la pastoral social trató de que la ayuda de la canasta alimenticia no fuera solo una limosna, para crear un ambiente promocional, que es el que se trabaja hoy y llevamos a cabo en la actualidad, la Licenciada en Trabajo social, Mª Victoria Mautone (desde 2009 a la fecha) y, la Licenciada en Psicomotricidad, Mª Sofía Bernardoni (desde 2015 a la fecha).
Jesús no formuló una propuesta de sociedad, sino por vía inversa, al criticar el modelo predominante en la Palestina del siglo I, donde la riqueza de unos pocos resultaba de la pobreza de muchos, se posicionó al lado de los pobres y defendió sus derechos: “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Juan 10:10).
Este es el criterio para saber si una sociedad es justa o no: el derecho de todos a la vida plena. La vida es el don mayor de Dios. Jesús nos da el ejemplo afirmando que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir (Marcos 10:41,45 y Mateo 20:24,28)
Nos interesa tomar la parábola del Samaritano (Lucas 10:30,35) y resaltar el amor eficaz del samaritano como un acercamiento desde la amistad, es decir, un colocarse en su lugar, un hacerse como él, un compartir profunda y realmente su vida.
Este acercamiento es el que mueve nuestro actuar en los talleres del grupo social, no es una caridad ciega inspirada por la compasión, es un amor vigilante, serio y concreto, donde compartimos momentos de encuentro, de intercambio, de charla, de trabajo sobre temas que nos movilizan e interpelan como sociedad pero sobre todo donde dedicamos nuestro tiempo a la escucha y acompañamiento, fomentando una red de amor y contención entre quienes forman parte.
En lo que va de este año 2025 hemos abordado temas como la autoestima y el autoconcepto en diferentes dinámicas, con trabajos de reflexión, lectura de materiales conceptuales, cuentos y material audiovisual. La segunda mitad del año tenemos planeado continuar con un tema que nos interesa mucho como es la cooperación, siempre abiertas a los posibles emergentes y necesidades del grupo que puedan aparecer, siendo nuestros principales objetivos que quienes participan disfruten y se sientan protagonistas del proceso de este grupo.
Mª Victoria Mautone y Mª Sofía Bernardoni
Responsables de los Talleres de Promoción Humana en Nuestra Sra. del Rosario, Misión de Montevideo, Uruguay