Mi memoria del Padre Santiago Echeverría
El misionero dominico Roberto Ábalos recuerda a Fr. Santiago Echeverría tras su partida a la casa del Padre
Había nacido en un pueblico navarro llamado Larrión, a media hora en carro de mi pueblo Los Arcos, muy cerca de la ciudad de Estella, pero no llegué a conocerlo hasta que vine a Perú y comencé un periplo por las misiones del Urubamba, comenzando por Sepahua, luego Kirigueti y finalmente Koribeni donde anclé y llevo dieciocho años. En Timpía Santiago me llevó a conocer sus comunidades matsigenkas donde observé le tenían un cariño tan grande como el que él les profesaba. Recuerdo que era un dos de noviembre y le acompañé al cementerio de la comunidad. Allá observé que había muchas cruces que señalaban muchos difuntos de 15, 18, 20 años. Le pregunté si hubo alguna epidemia y su respuesta, siempre aguda, fue que la epidemia era de corazón, porque era bastante común el suicidio de gente joven entre los nativos muy sensibles.
Era el año 2004, cuando el entonces presidente de Perú, Alejandro Toledo, de infeliz memoria, dio vuelta a la manivela del gas de Kamishea que salía disparado hacia la costa atravesando selva y sierra y al día de hoy los nativos de estos ríos, no gozamos de su energía en nuestras viviendas. Sabía Santiago, hombre con fino olfato para interpretar el pasado, presente y futuro, que este acontecimiento traería muy malas consecuencias a las comunidades nativas, como así ha sido, aunque también haya reportado algunos beneficios. A Santiago le tocó defender a esas comunidades del Urubamba y sobre todo a Timpía, de la avaricia y poca consideración de las empresas extractivas para con el medio y las personas que allí habitan de tiempo inmemorial. Gracias a él, pudieron reducirse muchos daños e incrementarse las concesiones económicas que siempre mezquinaban los que se han creído dueños de los recursos naturales de la selva.
Le visité en bastantes ocasiones en su querida misión de Timpía, porque la mía, misión Koribeni, se extendía hasta el Pongo del Mainike. Cuando visitaba comunidades matsigenkas del río Mantalo, de regreso de muchos días de expedición, salía a la playa cabecera del Mantalo con el Urubamba a esperar lancha que me subiera hasta Ibochote. Si tardaba mucho y antes llegaba otra que iba de bajada hacia Timpía, la agarraba y tenía la oportunidad de descansar y pasar al menos un par de días con mi hermano, amigo y paisano navarro Santiago.
Era un navarro valiente, trabajador, responsable y con un enorme sentido común, aparte de intelectual. De trato absolutamente humano con los nativos que al día de hoy lo recuerdan con enorme cariño.
Desgraciadamente, no pude conocerlo hasta sus últimos años en la selva de Perú y concretamente en la de Timpía. Lo conocí también cuando estuvo un par de años en la comunidad de Quillabamba, donde se responsabilizó de la radio y fue quien transfirió generosamente los pocos terrenos que quedaban de la antigua Granja de Misiones de los dominicos, al Municipio de Quillabamba con la finalidad que en ellos se construyera una residencia para los mayores de la población. En la actualidad en esos terrenos se está construyendo un nuevo hospital y cuando ésta gran obra termine, en el actual hospital se instalará la residencia de ancianos.
Su último destino fue la misión de Kirigueti cuando de ella salió el P. David Martínez al ser nombrado Obispo de nuestro Vicariato de Puerto Maldonado. De Kirigueti, al poco tiempo ya regresó a España, todavía en activo en la Parroquia que los dominicos tenemos en la ciudad de Vitoria, en el País Vasco, donde le visité en alguna de mis vacaciones. Los achaques le llevaron a la enfermería de los dominicos en Villava, allá donde él ingresó de niño para comenzar su preparación a la vida sacerdotal y sobre todo misionera. También he tenido la suerte de visitarle el año pasado y repasamos el tiempo de nuestras misiones. Recuerdo que me dijo que estaba bien, pero que lamentaba no tener con quien hablar con mas frecuencia de la selva, los ríos y los queridos matsigenkas. Vi que tenía su ordenador y contemplaba todos los días su tiempo con los hijos de la selva.
Descansa en Paz, Santiago, luego de tanta caminada por la sierra, donde perdiste el oído y la selva donde encontraste algo muy parecido al paraíso.
Fr. Roberto Ábalos Illa, OP.
Misión San José de Koribeni, 9 de febrero de 2023
Natural de Los Arcos, Navarra. Fraile misionero dominico en San José de Koribeni en la Amazonía peruana, atendiendo pastoralmente a las comunidades matsigenkas del Alto Urubamba. Licenciado en Pedagogía y aficionado a la fotografía y al cine.