La Antropología de las Misiones nos enseña también sobre la muerte porque ¿conoces...
...qué sentido le dan los yines y cómo es su duelo?
Los yines piensan que el hombre no está hecho para la muerte, tiene un destino más allá de la tierra y de la sepultura al que deberían llegar sin pasar por la muerte. Son cobardes ante la enfermedad, intentan buscar su origen para aplicarle remedio. Si no lo encuentra, no hay quien contrarreste su acción; se muestra fatalista y se entrega a la muerte.
Todos, sienten hondamente la separación de los seres queridos y los lloran amargamente, con lágrimas sinceras. Sus lamentaciones son coreadas por personas allegadas, y cantan con música sentimental la vida del difunto, la causa de la muerte y la tristeza de la desaparición. Uno de los principales temas de estas lamentaciones lo constituye el averiguar el motivo de la muerte. Van narrando los acontecimientos de su vida, las circunstancias en que sucedió la muerte, los lugares por donde anduvo, personas que ha visto, animales que hirió y mató en la caza, peces que pescó, cantos de aves que escuchó, curanderos que le asistieron y remedios que le aplicaron… De todo ello, se deduce un solo motivo para llevar a cabo la venganza.
El cuerpo del difunto se amortaja, envolviéndolo con la misma ropa de su cama, lo colocan sobre una estera, en una canoa o parte de una canoa adaptada al cuerpo del difunto. El yine entierra a sus muertos. Hasta hace muy poco tiempo el cementerio de los yines fue la misma casa en que habitó el difunto; hoy lo hacen en un lugar reservado especialmente para los difuntos del caserío, no muy lejos de la casa.
En la conducción del cadáver, deben observar ciertos tabús: los padres, las mujeres embarazadas o con niños de pecho y los padres de estos niños, deben abstenerse de participar en el entierro.
Dentro de la sepultura, junto al cadáver, entierran las ropas y objetos de uso personal del difunto. Algunos cementerios yines están muy bien organizados. Cada difunto tiene una casa, con tarima y cerco, en cuyo centro está la sepultura. Al lado de la casa están los asientos que han servido al difunto, la canoa de su uso, las flechas, tinajas… Todos estos objetos son sagrados y se les debe respeto, pues el yine no ha muerto, ha sido trasladado a otro lugar en compañía de los chamanes, dioses y antepasados. Todo el cementerio es tabú.
Ricardo Álvarez Lobo, "El otro es mi espejo"
La foto corresponde a una mujer yine