La Antropología de las Misiones nos invita a celebrar la vida porque, ¿conoces...
...los ritos del nacimiento de la cultura amahuaca?
Así lo contaba Fr. Ricardo Álvarez Lobo en su libro El otro es mi espejo…
En una mañana, en que hacía yo mi ronda, por las afueras, oí llorar desesperadamente a una criatura. No es normal que un niño amahuaca llore de esa forma sin que su madre o abuela lo consuelen o ahoguen su llanto. Me fui acercando entre las ramas de la selva y percibí que los llantos salían de una de las casas, pero se veía a ninguna persona adulta. Con cautela fui acercándome y vi a un recién nacido echado en el suelo, en la tierra fría, desnudo, con la placenta en un palmuco vegetal, y con cinco perros sentados a su alrededor, que me ladraron agresivamente y me impidieron acercarme. Los perros cuidaban celosamente a la criatura. Deduje que era un hijo o hija de amahuaca. Las mujeres amahuaca tienen cada una varios perros en propiedad, que las acompañan a todos lados a dónde van, las defienden de los tigres y de otros animales y les facilitan la caza. Es admirable ver cómo las mujeres hablan con sus perros, y les dan órdenes, que son cumplidas eficazmente.
Al poco rato apareció una mujer, semidesnuda, sacudiéndose el agua de su cuerpo y exprimiendo el cabello. Se sentó al lado de su hijo (era varón) y con unas hojas espantaba las moscas que rondaban su cuerpo. Los perros se tranquilizaron y seguían sentados, soplando aliento caliente a la criatura. Las mujeres amahuacas dan a luz en la selva, solas y llevan a la criatura a la casa. Después de dar a luz, van al río a bañarse.
Más tarde llegaba su marido acompañado de un hombre de la etnia piro. Era el requerido para cortar el ombligo a la criatura. Como era varón, el oficiante debería ser también varón. Los amahuaca cortan el ombligo con un cuchillo de madera, generalmente de bambú (paca) o golpeándolo con una piedra sobre otra. Cuando la mujer salió del río traía en sus manos dos guijarros, para utilizarlos en el corte del ombligo. Cuando cortó el ombligo, sin haberlo amarrado, cogió la placenta y la colgó de unas ramas cercanas a la casa. Era la ofrenda del nuevo nacimiento a los poderes protectores de la selva.
Después de esta ceremonia el padre del niño entra en la etapa que llaman “covada”, es decir, en una etapa que se prolonga hasta que su esposa esté purificada, durante la cual debe abstenerse de trabajar, de comer ciertos alimentos, de viajar, de cazar y de pescar y de recibir visitas, para evitar que pueda encontrar animales u otros elementos que causarían daño a su hijo. Permanecerá encerrado en su casa, echado en la hamaca. La mujer les alcanzará el alimento, que se reduce a maíz en distintas formas.
El corte umbilical, es un rito, por el que el niño es integrado a la sociedad. El nacimiento es uno de los ritos más importantes de la vida humana, puesto que la llegada de un nuevo ser al mundo condiciona la reproducción social y por eso requiere ritos por los que el recién nacido va a ser recibido públicamente en sociedad. La persona requerida para el corte de ombligo es tomada como protector del niño para toda su vida. Es más que el padre. A él, el padre, la madre y el niño le profesarán un respeto excepcional. Además, establecerán con él una alianza de parentesco espiritual, por la que no habrá matrimonio entre el oficiante y la madre del niño. El oficiante se llamará compadre de los padres, padrino del niño y éste se denominará ahijado.
Pero en este rito hay un dato especial. El niño es amahuaca, como sus padres. Sin embargo, no había sido elegido un amahuaca para cortarle el ombligo e introducirle oficialmente en la sociedad de los amahuacas, sino un habitante de la Misión del grupo piro. Esto quiere decir que los padres, deseaban que su hijo abandonara el estado de aislamiento, de cultura y sociedad cerradas; que tuviera derecho a la escuela, al desarrollo, al cambio.
La foto corresponde a Sepahua, Perú