La Antropología de las Misiones nos sigue acercando a los hermanos matsigenkas porque...
¿sabías cómo describía sus cualidades el P. Cenitagoya?
“Es el machiguenga uno de los seres más amables del Universo. Siempre que se le dirige la palabra, responde con la sonrisa, haciéndose, por este motivo, acreedor a la simpatía de todos. Esta dulzura de carácter ha sido precisamente su perdición.
Cuando a un individuo de éstos se le hace una pregunta, contesta con las mismas palabras que se le dirigen, siendo esta cualidad el motivo por qué el machiguenga aprende con facilidad idiomas extraños. Al encontrarse un primerizo y ver que repite sus mismas palabras, queda dudando de si el tal habitante de la selva es un guasón que le está tomando el pelo.
Los machiguengas pasan el día diciendo chistes y riéndose a carcajadas. En sus conversaciones no levantan la voz y, por más enojados y resentidos que estén, no exteriorizan sus sentimientos con descompasadas voces y con riñas que terminen en pugilatos.
Los machiguengas no accionan ni gesticulan cuando conversan. En sus interminables conversaciones echan largas parrafadas uno tras otro con los ojos bajos y las manos entretenidas en cualquier bagatela. Por eso cuando ven al misionero gesticular o accionar en sus pláticas o sermones apenas pueden contener la risa. Esto no es óbice para que algunos individuos de más genio griten y gesticulen, mas no es lo ordinario.
La razón que me dio un machiguenga por qué no levantan la voz los de su tribu cuando se enojan es digna de un filósofo estoico: "No alborotan, me decía, porque suelen decir ellos para sí: ¿por qué voy a gritar y enfadarme? Quiero más bien pensar bien y hablar despacio para que de este modo no se me quede nada por decir.
La mujer machiguenga es más viva que el hombre, es trabajadora y enérgica y sabe imponerse a sus hijos, educándolos bien. Sin embargo, el marido nunca la lleva a trabajar a la chacra.
En todas las “razas humanas” se advierte que la mujer es más habladora que el hombre. Entre los machiguengas se nota el fenómeno contrario. El hombre es un formidable conversador, para el que son cortas las veinticuatro horas del día.
Me preguntará alguno de qué asuntos trata el machiguenga para estar dando al palique continuo. Excepción hecha del tiempo que gasta en murmurar del prójimo, generalmente no habla más que de sí mismo: de sus enfermedades, de sus andanzas por el monte y por los ríos, de las incidencias que le han ocurrido en sus viajes; y esta cantinela la repite una y otra vez. El machiguenga es muy sensible. El más insignificante agravio le hiere sobremanera, y durante bastante tiempo no le dirige la palabra a su ofensor. Su venganza no se extiende más allá, ya sea por su carácter o por falta de coraje…”
El misionero dominico Vicente Cenitagoya
La Foto corresponde al misionero dominico Roberto Ábalos en Koribeni, Perú.