Mi paso por los encuentros misioneros
Cuando en la vida uno decide abrir los ojos, el panorama que puede encontrar no es demasiado halagüeño: no son habituales los finales felices y, peor todavía, no acostumbra a haber una segunda oportunidad. En la contínua busqueda llegué hasta Selv...
Cuando en la vida uno decide abrir los ojos, el panorama que puede encontrar no es demasiado halagüeño: no son habituales los finales felices y, peor todavía, no acostumbra a haber una segunda oportunidad.
En la contínua busqueda llegué hasta Selvas Amazónicas y una de las cosas mas gratificantes ha sido conocer a una comunidad en la que las palabras y los actos son coherentes.
Han pasado ya unos cuantos meses participando en encuentros misioneros y espero en otoño desplazarme, con todos mis compañeros en el petate, hasta Republica Dominicana. Alli, siempre bajo la guia de los misioneros locales, trabajar en lo que me sea encomendado, también observar, escuchar y dejarme impregnar por la realidad del lugar.
A la vuelta, compartir lo vivido. Siempre de forma activa.
El Camino promete curvas, cuestas muy pronunciadas y estaré atento al doblar las esquinas.
Pero, de forma egoísta, espero el día en que mi Señor me pida los denarios que me entregó y dárselos con muchos intereses.
Pedro, voluntario en misión de Zaragoza