Crónica del Primer encuentro de voluntarios
Marta Cabello nos cuenta cómo fue el primer encuentro de voluntariado, conocernos, compartir experiencias y mucho más
La jornada del pasado 5 de octubre comienza con un grupo de personas de lo más variopinto, no sólo estábamos los nuevos, también había antiguos voluntarios que ya se conocían de experiencias anteriores, así como laicos dominicos, novicios y frailes que han dedicado gran parte de su vida a la misión.
Tras la presentación y un pequeño juego de dinámica nos fuimos conociendo y acercándonos un poco más entre nosotros. Fue muy agradable compartir pequeñas charlas entre los voluntarios, pues éramos muy diferentes unos de otros, pero todos teníamos el mismo denominador común, vivir como Jesús lo hizo y llevar esperanza a la misión.
Sin duda, la parte más interesante del encuentro fue la de los testimonios de los voluntarios. La pasión con la que cuentan sus experiencias, indica el cambio interior que han experimentado tras pasar por la misión. Nos contaban, como al principio, uno llega a la misión con intención de ayudar en todo lo posible y ser útil, pero al terminar su periodo, se dan cuenta que es la misión y la gente que ha pasado por ellos quienes les han ayudado e impulsado ese cambio, que les incita a quedarse o repetir cada año.
Testimonios como el de Paqui y Belén rebelan una realidad compleja que no siempre es fácil de tratar abiertamente por los medios a causa del régimen político al que se somete Cuba. A pesar de todas las dificultades, FR. Celio de Pádua, Prior de San Juan de Letrán (La Habana) y su comunidad continúan la misión que hace posible brindar ayuda a las familias, niños y ancianos que más la necesitan, las acciones que llevan a cabo y la resistencia a las adversidades es extraordinariamente admirable.
Por otro lado, Ana Isabel y Lourdes nos trasmitieron sus vivencias en Guinea. Me ha gustado mucho el cariño con el que hablaba Lourdes de los niños con los que compartió su tiempo. Gracias a los Dominicos de Guinea muchos niños se han convertido en profesionales, es gratificante ver como a través de la educación los jóvenes pueden mejorar su situación y la de sus familias.
Tras contar varias experiencias en la misión, tuvimos un momento de compartir entre todos nosotros donde pudimos conocernos un poco más durante la comida. Hablamos entre todos, pero yo especialmente hablé con Carmen, quien estaba sentada a mi derecha, es una laica dominica con una amplia experiencia en misiones, me contó algunas anécdotas e incidentes ocurridos cuando estaba en la selva de Perú, pero sin duda lo que mas me llamó la atención es el amor con el que hablaba de las personas que se había cruzado en su camino, así como lo importante que es la escucha desde el corazón que tanto necesita el prójimo.
Finalmente, conocimos más de la entidad de Misioneros Dominicos – Selvas Amazónicas, sus proyectos, alcance y compromisos del voluntariado, también hablamos sobre los pilares del carisma y la Familia Dominicana, así como de Santo Domingo de Guzmán. Y para terminar la jornada, escribimos una carta en la que cada uno expresa su vocación de servicio a la misión, así como lo que cada uno espera de la misma.
La jornada del domingo, al igual que el día anterior comienza con una oración. Continuamos con los testimonios de Carmen, Ana, y Belén en Uruguay, seguido de la experiencia de Ana y Marta, dos jóvenes que me llamaron mucho la atención pues a pesar de su juventud tienen una vocación fuerte para la misión.Sus testimonios nos hicieron ver las realidades tan diferentes que viven jóvenes homónimas en la otra parte del mundo. Por otro lado, también nos trasladaron sus vivencias Carmen y Belén en Uruguay, ellas tienen una mayor experiencia en misiones, pero la ilusión con la que cuentan lo vivido es la misma que las voluntarias más jóvenes. Ellas nos explican como la misión se vuelve una manera de vivir la vida, que te transforma y te hace vivir para los demás; que cuando estas inmerso en el día a día hay una manera diferente de hacer las cosas y continuar la misión, escuchando y amando al prójimo.
Pero el plato fuerte del fin de semana aún estaba por llegar. Tras un breve descanso, llegó el momento de conocer a Monseñor Francisco, obispo emérito de Perú, una eminencia en las misiones de la selva peruana, no solo por su acción evangelizadora, sino también por su acción social y política.
Monseñor Paco nos contó desde como entró en la orden Dominica hasta como terminó de misionero en la selva, finalizando su andadura en el otro continente como obispo de Perú. Entre tantas anécdotas llama la atención como monseñor Paco ha defendido a los indígenas teniendo en contra a narcos, multinacionales con intereses en los recursos de sus territorios, y lo más duro, el propio gobierno.
Es muy difícil conseguir mejoras en la población, principalmente en sanidad y educación cuando de manera encubierta, tienes en contra a las propias autoridades locales. Pero a pesar de las adversidades, el clima y la difícil orografía, el monseñor Francisco, gracias a su Fe, ha sido capaz de desarrollar la misión y ha servido de precedente para continuar brindando educación en localidades remotas, aldeas de poblaciones que se encuentran muy aisladas y que, desgraciadamente, han tenido que desplazarse hacia otras áreas de la selva, a causa de multinacionales que cada vez generan más presión en los territorios indígenas, que se ven obligados a abandonar sus tierras, ya que han reducido sus áreas de cultivo, recolección y caza drásticamente.
Su labor al construir el hospital e internados han supuesto una mejora en la vida de estas comunidades que suelen quedar abandonadas por los gobiernos. Por esto, y muchas cosas más que no nos ha podido contar, ¡Gracias Monseñor Paco! Gracias, de corazón.
Tras la intervención de Mons. Francisco celebramos la Eucaristía para despedirnos en paz.
Para mí, como nueva voluntaria, ha sido una experiencia gratificante e inspiradora, pues al escuchar las vivencias de otros voluntarios, te alienta a encomendarte aún más a Cristo y que sea él quien dirija tus pasos en la misión que tenga reservada para ti.
Marta Cabello