Convivencia de los Encuentros Misioneros 2017/18
El pasado fín de semana, del 4 al 6 de mayo, tuvimos el 5º Encuentro Misionero de este curso. Y como cada año, este encuentro lo planteamos en forma de convivencia, lo que nos permite compartir incluso de manera más intentasa nuestras dudas, nuestras inquietudes, lo que nos mueve y lo que nos mantiene en este camino de misión. Aprovechamos cada momento para aprender, compartir y más de un rato para echar unas risas y hasta algún baile.
Sergio Pérez comparte con nosotros su "crónica" de la convivencia.
Desde Valencia, A Coruña, Madrid, Oviedo, Perú, e incluso desde la grandiosa Zaragoza, emprendimos cada uno nuestro viaje, algunos dirán que a Cercedilla, pero yo estoy seguro de que llegamos mucho más lejos.
Nos juntamos un total de 17 personas a cenar, los mismos que, tras la presentación de la convivencia, nos sumergimos en comunidad en la oración. La reflexión, preparada por el tándem Galicia/Aragón, giraba en torno a cuán seguros podemos y debemos sentirnos en la misión, y en nuestra vida hecha misión. Una frase que podría resumir la oración:“El señor es mi pastor, nada me falta”.
Como no podía ser de otra manera dada la mayoría docente dentro del grupo, jugamos un divertido kahoot que nos hizo darnos cuenta una vez más de lo poco que sabemos sobre las misiones de Selvas.
El sábado fue un día que logramos aprovechar a fondo, comenzando con la reflexión de Carmen sobre el estudio como pilar fundamental del carisma dominicano, y la charla de Alexia sobre la seguridad en la misión, seguimos con Elga, médico de medicina exterior que nos explicó qué precauciones debemos tomar antes, durante y tras la misión desde el punto de vista de la salud. Por la tarde fueron Mº Carmen y Charo, dos Misioneras Dominicas del Rosario, que nos emocionaron con sustestimonios en Chiapas y la República Democrática del Congo.
Aunque para emociones, las que el taller de Mar nos sacó a flor de piel. Confeccionamos los “mandalas de nuestra vida”, y, aunque no puedo hablar por todos, creo que fue ese el momento en que nuestros múltiples caminos se tornaron uno solo, y empezamos a experimentar eso que nuestro Padre Santo Domingo llamó comunidad.
Tras la cena nos reunimos de nuevo para seguir compartiendo emociones, aunque esta vez bastante más homogéneamente alegres. Practicamos una serie de dinámicas que nos podrían servir para la misión, y aunque no nos sirvieran, mejor rato no pudimos pasar. Tras ellas nos dimos a la confraternización hasta que el cuerpo aguantó.
La madrugada del domingo (disculpen la hipérbole, pero soy aragonés y tenía que meterla) la dedicamos a la eucaristía, y tras desayunar nos dejamos sorprender por el taller de Mar sobre la inteligencia emocional, con el que empezamos a aprender a reconocer nuestras emociones, y a saber reaccionar ante ellas. Una frase que me encantó y que surgió en el debate fue: “No estoy sola, estoy conmigo”.
Lo que viene después ya lo sabemos todos, así que me tomaré la licencia de omitir los detalles sobre la despedida.
Sin duda alguna puedo enunciar que ha sido este el encuentro que más he disfrutado. Ya sea por la emoción de saber que en un par de meses estaré viviendo una experiencia de misión, por el agradable clima de comunidad que generamos enseguida, o por lasmuchas cosas que he aprendido de cara a vivir la misión, estoy muy feliz de haber podido formar parte de esta convivencia, y creo que, a pesar de que hayamos hecho dinámicas, de que la gallega no callase, o de que nadie se llevara pasta de dientes (todos a gorronear), es algo en lo que todos estamos de acuerdo.
En fin… nos vemos en un mes!
Sergio Pérez.