Voluntariado Misionero: El bolsillo de Dios siempre está lleno
Carmen Calama, voluntaria de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas nos envía su testimonio en su primera crónica desde Martí, Cuba
Tras de 2 años sin salir de misión por el COVID, estoy disfrutando estos días del regalo decompartir la Fe y la vida en la misión de Martí, en Cuba, con las Dominicas de Santo Domingo.
La Misión de San Martín de Porres es un hogar abierto; todo el que se acerca a la casa de las hermanas recibe de Herminia y Rubiela además de la escucha y una acogida cercana, un apoyo en todo lo que se puede facilitar. Ellas hacen real cada día el milagro de la multiplicación de panes y peces con su generosidad y esa capacidad de ‘estirar’ todo para que siempre alcance para todos: “el bolsillo de Dios siempre está lleno”.
Llegué el pasado domingo 24 de Julio y desde el primer momento me siento como en casa gracias a la acogida de esta Comunidad formada por las hermanas Herminia, Rubiela y Matilde – que está estos días en España - junto a Samuel y Brian que viven con nosotras, Digmary y Yadelys que coordinan el programa y son el alma del MJD aquí en Cuba y Martí. También nos acompaña habitualmente el Padre Hanoi, sacerdote de Martí. Una gran familia que se une en torno a la mesa de la Eucaristía, y también alrededor de la mesa del compartir y de la fraternidad en casa con el plato siempre listo para todos.
Las Hermanas junto a un grupo de jóvenes catequistas y voluntarios tienen en estos meses el proyecto de actividades de verano para losniños y niñas de Martí.
Cada semana de lunes a viernes desde el pasado 25 de Julio y hasta final de Agosto, un grupo de alrededor de 60 niños de entre 4 y 14 años participan del proyecto en la misión: catequesis, talleres de educación en valores, manualidades, música y danza, deporte, juegos cooperativos, computación… Toda una batería de propuestas organizada por el grupo de voluntarios de Martí a los que me he unido. Desde las 7h30 hasta las 16h30 ofrecemos un espacio de
desarrollo, disfrute, diversión, educación y catequesis donde además los niños desayunan, comen y meriendan.
Paralelo al desarrollo del campamento, la logística diaria para dar de comer y merendar a casi 80 personas es todo un reto; pero aquí, con el ‘bolsillo de Dios’, el buen hacer de las hermanas, y la colaboración de todos, siempre alcanza.
En casa el día empieza temprano con el rezo de laudes en Comunidad, la Palabra y la Comunión; un rato de silencio y de oración compartida donde poner en manos de Dios a todas y cada una de las familias que se acercarán a traer a sus niños, a comprar una vela, o buscando un consejo o simplemente conversación y escucha. En esta casa se respira y se vive la Compasión y el Diálogo, tan dominicanos, tan nuestros… También la oración de la mañana es un espacio donde poner nuestras preocupaciones e intenciones y orar por cada uno de vosotros, familia y amigos que nos sostenéis con vuestro apoyo y oración. Gracias.
Los días son intensos, y alegres en medio de la dificultad; llenos de risas, bullicio, alguna ‘peleilla’ infantil y mucha actividad. Antes de finalizar la jornada, y tras preparar las cosas del día siguiente, siempre hay espacio para el rezo de Vísperas en Comunidad, y el Rosario, poniendo la mirada en Dios, agradecida por tanto recibido y sintiéndome cuidada por ÉL y por todos los hermanos con los que comparto cada día y que con su quehacer diario, aquí en Martí, son testimonio vivo del amor de Dios.
Carmen Calama, voluntaria de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas