Un verano transformador

Durante los meses de julio y agosto he tenido la oportunidad de vivir una experiencia transformadora como voluntaria con Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas en Paraguay.

Mi primer destino fue el Bañado de Tacumbú, un barrio de la periferia de Asunción donde viven familias vulnerables. Allí estuve colaborando dentro del equipo social de Apuf-Camsat (Asamblea Permanente Unidos por la Franja), la cual está trabajando para hacer posible la construcción del nuevo Bañado, un nuevo barrio donde todos tengan acceso a vivienda y no sufran inundaciones por la crecida del río. También en Camsat he podido conocer y participar en la escuela de música, la escuela de danza y la radio (Tape Pyahu), entrenar a niños y jóvenes al fútbol y jugar yo en el equipo de las “Super mamás” de la escuela de fútbol.

Al llegar al Bañado de Tacumbú, me encontré con una realidad que, aunque sabía que existía, nunca había experimentado de primera mano. La comunidad enfrenta varios desafíos, desde la falta de recursos hasta la escasez de oportunidades. Sin embargo, lo que más me sorprendió fuela alegría y la calidez de las personas que allí viven, siempre unidas y colaborando en todo lo que pueden, desde su realidad. Una de las lecciones más importantes que aprendí durante mi estadía en el Bañado fue darme cuenta de cuánto se puede lograr cuando las personas se unen con un objetivo común. Esta experiencia me enseñó que la colaboración es clave para superar los desafíos y que, al trabajar juntos, podemos crear un cambio duradero. También destaco la importancia de escuchar y aprender de los demás, especialmente del P. Pedro Velasco, dominico comprometido y que comparte su vida siendo uno más del Bañado, siempre estando atento a las necesidades de todos.

Durante dos semanas tuve la oportunidad de estar por San Roque González de Santa Cruz y por varios colegios de Simbrón, una semana en cada lado. En San Roque, junto a mi compañera y voluntaria Ana Fernández, estuvimos haciendo unostalleres sobre comprensión lectoraen la biblioteca “Padre Anselmo Ruiz”, de la iglesia Virgen del Rosario. Por Simbrón estuve haciendo talleres en varios colegios sobre la comprensión lectora y el fomento de la lectura. También allí coincidió el día del niño, 16 de agosto, y pude realizar juegos y dinámicas con niños de la escuela, además de compartir un rico almuerzo. Gracias a poder estar en los centros educativos he aprendido a valorar la diversidad cultural y a escuchar las historias de vida de los jóvenes y sus familias, su realidad, y eso me ayuda a comprender mejor sus necesidades y aspiraciones, super distintas a los jóvenes de España con los que trabajo. Gracias P. Toni Miró por hacer posible que me acerque a la realidad educativa del país, y por hacerme partícipe de la comunidad de San Roque desde el primer momento. También agradecer a Perla y Miguel, la familia que me acogió tan bien durante mi estadía por Simbrón, y con la que he aprendido muchas cosas.

Otras cosas que he podido compartir han sido las fiestas de San Juan; la fiesta de Santo Domingo de Guzmán; participar en un programa de Radio María Paraguay; participar en el Movimiento Juvenil Cristiano; estar con Redes Vocacionales en el retiro “En manos del alfarero”, donde me inspiré y pude componer un rap cristiano para la ocasión; muchos encuentros con la Comunidad de frailes del Convento Santo Domingo Ra'ykuéra (Asunción); participar en el encuentro interparroquial; cantar en el coro de la parroquia San Miguel; y un sinfín de experiencias más.

Al finalizar mi experiencia en Paraguay, me llevo un corazón lleno de gratitud y una nueva perspectiva sobre la vida. He aprendido la importancia de la empatía y la escucha activa. Cada historia que escuché, cada sonrisa o preocupación que compartí, me enseñó que todos tenemos algo valioso que ofrecer, independientemente de nuestras circunstancias. La resiliencia de las personas del Bañado me inspiró a valorar lo que tengo y a ser más consciente de las necesidades de los demás.

Una de las lecciones más importantes que aprendí en Paraguay fue el poder de la humildad. Las personas que conocí a menudo tenían muy poco, en términos de riqueza material, pero eran siempre las personas más generosas y felices que he conocido. Sus vidas estaban llenas de amistades, comunidad y una profunda conexión con su barrio. Esto me hizo reflexionar sobre mi propia vida y lo que realmente importa.

Quiero destacar, como cristiana, la importancia del voluntariado como medio parafortalecer la fe. He encontrado una renovada fuerza en mi propia creencia al ver cómo todas las personas, a pesar de las dificultades y problemas, mantienen una esperanza inquebrantable. Su ejemplo de fe me ha inspirado a confiar más profundamente en Dios y a creer que, con fe, todo es posible. Y cabe destacar la presencia de muchos jóvenes en la iglesia, lo que me llena de esperanza y alegría. He podido experimentar que la fe no es solo una creencia ni son solamente palabras, sino una acción viva que se expresa en el servicio, escucha y amor a los demás.

Gracias a TODOS los dominicos y prenovicios de Paraguay por darme esta oportunidad tan gratificante (Leo, Hernán, Santi, Edgar Rubén, Paco, Fernando, Edgar Amado, Toni, Pedro, Stifer, Javier C, Cristhian y Javier G.) y a Misioneros Dominicos- Selvas Amazónicas. Y también a todas las amistades que allí tengo y que, Dios mediante, pronto volveré a ver. No es un “adiós”, es un “hasta pronto”.

Aguyje opa mba'ére, pya'e rojohecha!

Marta Mozo Pozuelo, voluntaria de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas