Predicar en las ondas
Sagrario Rollán acude cada viernes a Radio Maria a reflexionar y compartir las encíclicas de Bendicto XVI sobre la fe, la esperanza y la caridad
Vuelvo a Malabo, vuelvo a la misión de Guinea y después de un mes voy encontrando algunas rutinas que me hacen acomodar las horas y los días, que hacen también que esté menos alerta, las inquietudes iniciales van desapareciendo, la aclimatación es más fácil que el año pasado, y los horarios de las tareas se van ajustando poco a poco. Vuelvo, no solo a las clases en donde encuentro una motivación que desgraciadamente en los últimos años de mi docencia no encontraba en España.
Vuelvo también a la radio, a Radio María con Araceli, siempre tan entusiasta. El año pasado me invitaron a dar charlas sobre temas de espiritualidad principalmente sobre San Juan de la Cruz y Santa Teresa, temas bastante estudiados y conocidos por mi.
Después de haber hecho algunas colaboraciones en primavera, enviando desde España en el tiempo de Cuaresma reflexiones sobre el viacrucis volví con ganas a la radio y ya venía pensando desde hace meses cuál sería la propuesta para efectivamente ordenar y no ir improvisando sobre la marcha.
Como aquí siempre insisten los padres dominicos en la necesidad de formación, humana y cristiana, no solo en las aulas, y por otra parte en las charlas o sesiones presenciales con las mujeres o con los jóvenes, no se puede llegar obviamente a todos sino solo a los grupos que frecuentan la parroquia, entonces quise plantearme la formación desde la radio como una especie de catequesis de adultos. De modo que siguiendo la sugerencia de mi amiga Rosa en España, gran experta en catequesis y pastoral, decidí presentar un pequeño proyecto para dar a conocer las encíclicas del papa Benedicto XVI, pues entendí que las tres encíclicas que publicó durante su pontificado venían a ser realmente como los pilares de nuestra fe e identidad cristiana, ya que se ocupan de las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, tal y como se han ido fraguando en la iglesia a lo largo de la historia desde las primeras comunidades cristianas.
Cualquiera, cada cristiano de a pie, en cualquier lugar del mundo podría leerlas con esa atención e intención de profundizar en aquello que nos une y nos identifica. En el caso de Guinea, en esta pequeña isla, más allá de la ciudad de Malabo,las ondas abren luces y corazones probablemente a muchas personas de lejos, aisladas, que no tienen acceso a internet o a otros medios de audición o comunicación. Sé que se escucha Radio María en casa, en el hospital, en el taxi, hasta en alguna oficina.
Así que me puse a la tarea, y todos los viernes después de mis clases de segundo de bachillerato en Claret hacemos una sesión con Araceli, en la que vamos repasando las encíclicas, intentando acercarlas al pueblo, al gran público, a la gente corriente, deseosa,no solo de oración, sino también de reflexión y luz sobre lo que reza o escucha en las homilías o que celebra y canta en la iglesia. Por el momento ya hemos leído y comentado la primera encíclica “Deus Caritas est”, tratando de saber que significa el amor de Dios en un mundo tan confuso, a veces extraviado, otras violento y siempre necesitado de paz y de esperanza.
Qué significa en este mundo el amor cristiano. Cómo ese amor puede iluminar y fortalecer tantos amores en la vida cotidiana: el amor de la familia, el amor de la pareja, el amor de un pueblo, la amistad en el trabajo, o en el barrio, en los encuentros de los coros y en las celebraciones de la parroquia; el amor de tanta gente necesitada de atención desde la soledad o desde la enfermedad.
Lo más hermoso y agradecido para mí en esta tarea es que cuando ofrezco tales lecturas y reflexiones necesito tiempo de preparar despacio, filtrar y acomodar el mensaje, esclarecer, ponerme en el día a dia a la escucha, o intentarlo al menos, para situarme al nivel de la gente sencilla que sé que va a oírme. Lo más hermoso digo es que este hablar y comunicar a través de las ondas viene a convertirse en esa dimensión tan particular del carisma de Santo Domingo. Laudare, bendecire praedicare…, los tres rayos de esa estrella que apuntan y apuntalan la misión dominicana.
Así, en tanto que estudio y reflexiono desde esta casa queriendo en cierto modo predicar, si se me permite la expresión, desde la radio, yo misma progreso y profundizo en el conocimiento de mi propia fe.
Sagrario Rollán