Misión en familia
Jorge y Alexia, nos cuentan sus vivencias en Rep. Dominicana con sus 3 hijos.
Este año decidimos tener una nueva experiencia de misión en familia, con nuestros tres hijos: Alicia de 3 años, Youssef de 9 y Omar de 10. Llevamos ya una semana en República Dominicana, y aunque nuestra tarea se centrará principalmente en El Seybo a donde llegamos mañana, llevamos ya algo más de una semana en el país aprovechando para visitar los proyectos de Selvas Amazónicas en Santiago de los Caballeros y en la capital, Santo Domingo.
Lo primero que llama la atención de este país es el contraste entre las 2 dominicanas que existen: la turística y visible hacía afuera y la de los barrios marginales de las ciudades o los campos de cultivo. Esta otra Dominicana la hemos podido descubrir estos días. En Santiago pudimos pasear por los Almácigos, donde los trabajadores del campo, en su mayoría haitianos, habitan en infraviviendas y los niños pasan las horas estos días de vacaciones en la puerta de su casa, resguardándose del calor, con poco o nada que hacer; en Santo Domingo, por el barrio de La Isabelita, donde se encuentran los Hoyos, unos huecos en el terreno donde muchas familias viven hacinadas en chabolas de zinc sin forma de desaguar sus aguas residuales. Ayer tuvimos una experiencia muy bonita con la hermana Dominica de Fátima Emmanuela. Nos llevó por los Hoyos a visitar a muchos niños becados por Selvas Amazónicas y a conocer algunos niños que disfrutan de nuestro programa de apoyo al estudio y desayunos. Al ir con nuestros hijos los niños se emocionaban y les abrazaban. Comenzó a llover y nos tuvimos que refugiar en una de las casitas del Hoyo, donde Ali usó la letrina y se nos quedó dormida en brazos tan a gusto y tan al margen de prejuicios y remilgos. En una de las casas, unos hermanos de 8 y 10 años que nunca han podido ir a la escuela por no estar registrados al nacer y no tener cédula de identidad, el pequeño de ellos le regaló a nuestros hijos con mucha emoción dos cochecitos, puede que los únicos juguetes de los que dispone. La generosidad del pobre, que tantas lecciones nos da a todos. O como la viuda pobre, que da lo que tiene.
En estos lugares siempre te quedas con la gente que les acompaña, siendo luz y esperanza para ellos. Cuando un fraile le preguntó a Omar qué era lo que más le había llamado la atención estos días, él dijo: “que aunque no tengan muchas cosas son felices y sonríen”. Y esa frase le ha dado todo el sentido a viajar a la misión en familia, esperando que en estos días, sigamos descubriendo en el encuentro con lo pequeño, la verdadera felicidad.