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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Mi primera semana en el Bañado de Tacumbú - Misión Paraguay 2025

Marta vuelve al Bañado de Tacumbú, Paraguay, donde vive reencuentros, servicio, fe profunda y esperanza en comunidad transformadora.

foto marta

He vuelto. Después de un año, el corazón me ha traído de nuevo al Bañado de Tacumbú, en Paraguay. Un lugar que ya no es solo una misión o un destino de voluntariado, sino un hogar donde habitan rostros conocidos, historias que siguen desarrollándose, y la esperanza que nunca se apaga, aunque las aguas del río amenacen con inundarlo todo. 

marta-equipo-normalDesde el primer día, el reencuentro ha sido profundamente conmovedor. Volver a abrazar a las personas que conocí el año pasado, ver cómo han crecido los niños, cómo las familias siguen luchando con dignidad… me ha tocado el alma. No han hecho falta muchas palabras; bastó una mirada, una sonrisa, o una mano apretada para saber que la conexión sigue viva. 

También ha sido muy especial el reencuentro con la comunidad de frailes dominicos. Volver a verlos, compartir conversaciones, momentos de oración y vida fraterna, ha sido un regalo muy grande para mí. Su testimonio profundo, su cercanía, y su forma de estar —siempre disponibles— me ha vuelto a tocar el corazón. Estar con ellos me renueva, me llena de paz y me recuerda el valor de una fe vivida desde la humildad, el compromiso y el amor por los demás. Sin duda, este reencuentro ha sido una de las alegrías más serenas y valiosas de esta primera semana.

frailes-dominicos-normalDurante esta primera semana hemos llevado a cabo muchas actividades, cada una con su propia carga emocional y sentido profundo. Uno de los momentos más significativos ha sido la visita a las viviendas. Entrábamos con respeto, para tomar medidas del ancho y el largo, y hacer fotografías que servirán para el futuro proyecto de viviendas. Pero más allá de lo técnico, cada visita se transformaba en un encuentro humano. Son hogares humildes, sí, pero rebosantes de amor, lucha diaria y, sobre todo, de una fe que sostiene incluso en medio de las dificultades.


maqueta-tacumbu-normalOtro momento muy especial han sido las jornadas para ver las futuras viviendas, donde pudimos ver las maquetas y las casas dibujadas a escala real en el suelo, como un símbolo tangible de lo que vendrá: un futuro barrio con viviendas nuevas, elevadas, que no se inundarán. Caminar por ese espacio fue como recorrer el sueño de una comunidad entera, pintado sobre la tierra, pero lleno de esperanza concreta.
También celebramos las tradicionales fiestas de San Juan, una explosión de vida, alegría, danzas y sabores típicos que unen a toda la comunidad.

 fray-hernan-normal

Uno de los momentos más emotivos fue la profesión solemne de Fray Hernán. Ver a alguien entregar su vida a Dios, después de haber acompañado con dedicación esta misión durante un tiempo, fue una verdadera lección de fe, vocación y entrega. La celebración de su profesión solemne, rodeado de tantas personas que valoran su presencia y servicio, fue un momento profundamente espiritual y lleno de sentido.

 También he tenido la oportunidad de participar en la catequesis en la parroquia San Miguel, donde los niños se acercan con una ternura desarmante, con preguntas profundas y un deseo sincero de conocer a Jesús. Me siento privilegiada de poder acompañarlos, aunque sea brevemente, en este camino de fe.

 He visitado el centro de día, un espacio donde se acompaña a personas mayores durante la semana con mucho cariño y dedicación. Allí se realizan distintas actividades que los mantienen activos y animados, además de ofrecerles diariamente la comida.

marta-regalos-normalNo puedo dejar de destacar una de las acciones más simples pero vitales: entregar pañales tanto a adultos como a niños. Es un acto concreto de amor y respeto, una manera de reconocer la dignidad de cada persona y de responder con ternura a sus necesidades más básicas.
Esta semana ha sido intensa en emociones, en servicio, en oración. Siento que cada día vivido en este lugar me transforma, me hace mirar la vida con más gratitud, con más humildad, y con más compromiso. Aquí no venimos a “dar”, sino a compartir. Y en ese compartir, uno descubre que lo más valioso es lo que se recibe.

 La misión en el Bañado de Tacumbú es una escuela del corazón. Y aunque todavía queda mucho por vivir, esta primera semana ya me ha regalado recuerdos imborrables, nombres que guardo en la oración, y una certeza profunda: volver ha sido una bendición.

 Marta Mozo Pozuelo - Voluntaria misionera en Paraguay