Más allá de la utilidad: el valor del amor en la misión
Desde Malabo, Guinea Ecuatorial, María Ibáñez, reflexiona sobre el verdadero sentido de la misión, alejándose de la lógica de la utilidad para abrazar plenamente el valor del amor y el servicio.
Una vez alguien me dijo que solo se iría de misión si le aseguraban que su presencia allí sería más útil que enviar el dinero que le costaría el billete de avión. Es una perspectiva a la que le di muchas vueltas y que de alguna forma, cambió mis valores misioneros.
En las dos semanas que llevo aquí he conseguido volver a mis valores misioneros y darme cuenta de que no es la “utilidad” lo importante. Una frase bien pensada, pero al llegar aquí me he dado cuenta de que deja de lado lo más importante: el amor.
La utilidad es lo de menos.La cruz no es útil. La muerte de Jesús en una cruz no es útil, pero es el mayor acto de amor de la Historia. No es útil que Dios hecho carne muriera de la forma más humillante de su época. Tampoco era útil que se juntara con los “desechos” de la sociedad: leprosos, enfermos, adulteras, pobres… El mensaje que Jesús nos deja no se basa en la utilidad, sino en el amor. El amor permanece. Lo material, lo “útil”, tiene los días contados, pero el amor supera los límites de lo material. Es algo que, de una forma u otra, trasciende. Así como Jesús resucitó, así como su vida sigue siendo testimonio y ejemplo para millones de personas, lo mismo pasa con el amor, que no muere.
Llevo ya dos semanas aquí y si algo tengo claro es que el amor que se llevan de mí los niños del orfanato y cada persona que me he cruzado en este tiempo ( o el que intento que se lleven) es más importante que cualquier cosa material que pueda darles.Además, la perspectiva de la utilidad nos sitúa a nosotros mismos como protagonistas, y no lo somos. No estamos aquí por nosotros. Estamos aquí por Dios y para el servicio. Yo no soy la importante cuando vengo aquí, y por tanto, no tengo que ser yo la útil, sino que, dejándome guiar por Dios tengo que amar de mil formas diferentes y en mil situaciones diferentes, reconociendo la dignidad del otro que tengo en frente.
