Los primeros días de voluntariado
Dionisio F. Yañez OP, Dioni para los que le conocemos, nos relata sus primeras impresiones al llegar a la misión. Nos promete seguir contándonos su voluntariado paso a paso, así que ha estar pendientes...
La cosa empezó en Valencia, hacia las 7 de la mañana del sabado, en un día no demasiado caluroso (teniendo en cuenta que hablamos de Valencia en Julio). Puede ser, probablemente, que estuviese algo nervioso, todo el año (o toda la vida) preparando el viaje y, por fin, había llegado. Cerramos las mochilas como pudimos, agarramos con fuerza el saco, como si perderlo provocase una pérdida irreparable, y salimos dirección estación de trenes de Valencia. Había tiempo de sobra pero uno cuando va al aeropuerto solo está tranquilo cuando está junto a la puerta de embarque.
La llegada a Madrid fue muy agradable, casi ni nos dimos cuenta. Comida en el aeropuerto y encuentro con los hermanos con los que iba a compartir el voluntariado, por lo menos, en estos primeros días. Déjenme presentarselos brevemente pues nos acompañarán en este primer relato. María, manchega de padre y madre, aunque ella reside en Madrid, futura ingeniera, risueña y alegre. Sergio, un futuro maestro maño, un dominico profundamente dominico y muy deportista. Por último, Mar, trabajadora de Selvas Amazónicas, la única responsable de este cuarteto de voluntarios. Los cuatro nos encontramos en el mostrador 165 a dos horas del primer viaje Madrid-Ciudad de México.
Pero no siempre todo sale conforme al plan previsto. Fuimos a embarcar las maletas y nos llevamos esa primera sorpresa que te desmonta, te descoloca, introduce un toque de nerviosismo y que desvía tu atencion de lo importante para resolver lo urgente. Así, nos metimos a resolver como llegar a nuestro destino sin perder ningun avión. Pero todo se solucionó. No sé y no entiendo por qué se genero el problema. Tampoco sé y tampoco entiendo por qué se solucionó de repente. Pero creo que de todo esto podemos sacar una lección importante: hay que con fiar, dejarnos en manos de Dios.
Y así, con ese pequeño imprevisto llegamos a la ciudad de Cuzco, corrían las 3 de la tarde del domingo hora peruana (10 de la noche en España). A por nosotros vino un asturiano con acento peruano, una de esas personas con las que merece la pena echar un ratito hablando, disfrutando de lo que sabe y de los treinta años (desde agosto del 1990) que lleva en este pueblo del que ya es uno mas. Rafa nos trajo a casa, la sentimos nuestra nada mas llegar. Es un alojamiento diocesano de dos plantas, frío (muy frío) pero muy agradable en acogida gracias a Isabel y a sus hijas.
Muchos se preguntaran donde quedaron los nervios mostrados en Valencia y es difícil responder a esa pregunta. Es posible que se disiparan con el incidente en el avión, o al ver a Rafa y a Isabel o al pasear las primeras horas por Perú, no se muy bien cuando exactamente dejamos de tener nervios pero les aseguro que me encuentro como en casa.
El lunes pasamos el día juntos, visitando Perú, conociendo mas sobre su cultura y sus gentes. Y el martes nos separamos. María y Sergio marcharon a Puerto Maldonado y nosotros nos quedamos con Rafa en Cuzco. Comenzamos a trabajar en lo que va a ser nuestro voluntariado: recorreremos gran parte del Vicariato de Puerto Maldonado para realizar un informe de situación. Cada dos días cambiaremos de misión, a saber, Shintuya, Iberia, Puerto Maldonado, Quillabamba, y otros tantos lugares. Iremos descubriendo las parroquias y su efecto en la poblacion, iremos hablando y conversando con las personas para poder dibujar la situacion de esta región.
Llevamos dos días preparando intensamente el trabajo de campo. A partir de mañana comienza el recorrido, ¿nos acompañas?