La intensidad de la misión
Javi nos cuenta su día a día con Mipu en Sabana Perdida, República Dominicana, donde llevan ya dos meses conviviendo con las hermanas Misioneras Dominicas del Rosario.
Nos decidimos a ir de misioneros (o mejor dicho, a ser misioneros) entre el año 2018 y el 2019. Nuestra preparación corrió a cargo de la organización Selvas Amazónicas, la cual organiza y guía una serie de encuentros entre aquellos de nosotros con la inquietud de ser misioneros con una connotación religiosa.
Durante un año más o menos, en Madrid, trabajamos entre nosotros diversos aspectos relacionados con la misión como las motivaciones internas y personales, nociones de seguridad, vocación misionera etc, pero sobre todo, lo que fuimos haciendo fue “aterrizar” la idea de entregar nuestras vidas temporalmente al servicio de otros y de Dios. No todos íbamos a salir en misión el mismo tiempo, unos un año, otros 6 meses o incluso alguno sólo pudo ir 3 semanas, pero todos necesitábamos (o al menos yo sí lo necesitaba) entender realmente lo que significa este tipo de entrega.
Finalmente mi pareja y yo partimos de España el 13 de Noviembre de 2019, no habiendo cerrado en absoluto todos los temas que teníamos que cerrar, habiendo dejado nuestros trabajos apenas una semana atrás, con las maletas recién acabadas y con la sensación de que nos dejábamos algo, pero con muchísima ilusión, ganas de aportar todo lo que pudiéramos y sobre todo con la mente muy abierta.
Llegamos al aeropuerto de Santo Domingo 36 horas después, donde nos esperaba una de las hermanas dominica del Rosario. La primera impresión que tuve de Estíbaliz fue que no me parecía ni monja ni misionera, era una mujer sencilla, sin hábito, muy sonriente que nos esperó más de dos horas a la salida de la aduana del aeropuerto y que fue (y ha sido desde ese día) la imagen de la amabilidad y la disposición, así como las otras hermanas de nuestra pequeña comunidad ampliada, como nosotros la llamamos, Marisa, Mercedes y Leti, todas ellas personas de una admirable entrega por cualquier causa que necesite ser apoyada.
Si tuviera que elegir una palabra para definir nuestra experiencia de misión de estos primeros dos meses, desde luego sería intensidad. Desde la primera tarde nada más aterrizar, las hermanas misioneras nos mostraron muchas de las causas que están acompañando, sin forzarnos a participar pero sin coartar nuestros impulsos de implicarnos en ellas cuando iban llegando, como un profesor que enseña con su ejemplo, las hermanas nos fueron presentando varios de los proyectos en los que participan.
Aquí en Sabana Perdida (como se llama la zona de la ciudad en la que vivimos con las hermanas) nuestro día comienza temprano. A las 5:30 hacemos la oración de la mañana (a la que Mipu, así se llama mi novia, y yo no siempre vamos para ser honestos), después desayunamos e intentamos seguir el ritmo de algunas de las hermanas a las que podamos acompañar (no podemos estar en todas las actividades que hacen en su día a día) . Durante estos dos primeros meses, hemos estado dedicando nuestras mañanas a acompañar a los peregrinos de El Seibo. Para los que no lo sepan, los peregrinos de El Seibo son unos campesinos a los que les han robado las Tierras, gracias a una confabulación entre un terrateniente relacionado con diversos asuntos turbios y varios funcionarios públicos de alto rango. Estos campesinos han estado protestando pacíficamente, durante más de un año para obtener las tierras que llevan trabajando toda su vida, de las que han sido explulsados. Con ellos pasamos buenos ratos compartiendo experiencias, dando ánimos y sobre todo acompañando. Para las tardes, las hermanas misioneras tenían reservada para nosotros otra típica actividad misionera, ayudando en una pequeña escuela ubicada en uno de los barrios más populares de la ciudad, la Zurza, donde nos permiten ayudar en la asignatura de Educación Artística, así como reforzar a pequeños grupos de alumnos, de forma más individualizada.
Entre otras muchas causas que siguen apoyando y acompañando las hermanas dominicas del Rosario, intentamos aportar nuestro granito de arena, al tiempo que nos dejamos empapar por su espíritu de entrega, constante lucha y sobre todo, mucho trabajo.