III Encuentro de voluntariado y el llamado a la misión
Un fin de semana de oración, testimonios y formación sobre la interculturalidad y la misión. Reflexionamos sobre el servicio, el autocuidado y el llamado a evangelizar desde el respeto y la entrega.

Este pasado fin de semana, tuvo lugar el tercer encuentro de Selvas Amazónicas orientado a la formación de las personas que saldrán de misión a sus diferentes destinos próximamente.
El sábado comenzamos el día uniéndonos en oración todos juntos. Fue una oración que nos encaminó al tema sobre el que se articularía el encuentro: la interculturalidad. Pudimos rezar al ritmo de canciones que nos abrían el corazón a diferentes culturas, así como a hacernos responsables y conscientes de las diferentes situaciones del mundo y, desde ahí, poder ver que todos los bautizados somosllamados a la misión y a un modo de vida que nos invita a darnos y abandonarnos en las manos de Dios para ponernos al servicio de otro que necesita de nosotros.
“We are the world, we are the children, we are the ones who make a better day, so let’s star giving”
Desde este cambio de paradigma que nos llevaba a una apertura del corazón hacia un otro, comenzamos con las distintas ponencias del día.
Pudimos tratar así, el tema de la interculturalidad. Fray Juan nos sumergió en este concepto de una manera ilustrativa, a través de escritos de diferentes voluntarios como Carmen o Lourdes. Así nos llamaba a generar un encuentro comunicativo de forma horizontal y sinérgico, igualitario para promover nuestra integración en una cultura nueva y diferente.
En definitiva, una llamada a encontrarnos cara a cara con el misterio de la vida acogiendo con amor cada cultura que se manifiesta de forma particular en cada individuo.
El testimonio de Sagrario sobre su experiencia en la misión de Malabo, Guinea Ecuatorialresonó en nuestros corazones. Pudimos experimentar el fenómeno de la interculturalidad de una forma vivencial, contado de primera mano por Sagrario. También ayudó a des-idealizar la experiencia de Misión cuando ella nos hablaba de su cansancio según iban transcurriendo las semanas a través de su narrativa realista y sincera. También dejó un anhelo de confianza pues, como contaba, muchas veces no vas allí para una tarea específica, sino que las necesidades surgen una vez te encuentras allí. Así, pudimos ver cómo sus quehaceres iban desde dar clases hasta participar en la radio…
Cabe destacar la bonita anécdota en la que nos hablaba sobre Domingo, un niño de 5 años hijo de padres musulmanes que se encargan del mantenimiento de la capilla y el que pidió ir con ella a una ordenación. Fue un ejemplo muy ilustrador en el que se materializó la ponencia de interculturalidad, pudiendo ver cómo estamos llamados a acoger al otro, que bien puede ser muy diferente a nosotros, y enriquecernos de ese encuentro genuino que nace de la apertura y el anhelo misionero que nos une.
Tras haber compartido la comida todos juntos, procedimos a continuar con el encuentro con el testimonio de Christian. Fue todo un ejemplo de evangelización. Y, además, su deseo de ir a la misión de forma más a largo plazo e incluso permanente, nos dio luz a la hora de entender la Misión no como unas vacaciones solidarias, ni como una experiencia más a consumir, sino como un modo de vida, como una manera de responder a la llamada que cada uno de nosotros sentimos. Sirvió también para darnos cuenta de cuán afortunados somos de poder vivir en entornos en los que asistir a la Eucaristía no se vive como un privilegio, sino como algo cotidiano de lo que todo el mundo puede participar. Y fue precisamente a través de su relato de su estancia enQuillabambay Pangoa por el que pudimos entender la necesidad de evangelización que tienen las sociedades más alejadas de la vida urbana a las que la voz de Dios tarda más en llegar.
Siguiendo con el tema de la interculturalidad, vemos en Christian un ejemplo de alguien que ha evangelizado y llevado a cabo una valiente misión misionera desde el respeto y aceptación profundas de culturas que poco tienen que ver con el ambiente en el que él ha crecido. Además, pudimos vernos reflejados en el proceso que está siendo su vuelta a España y lo complicado que le resulta a veces. Christian nos hablaba de tras haber regresado, se cuestiona el modo de vida que tenemos aquí y nace en él un profundo sentimiento de incomprensión hacia muchas cosas. Pero él va más allá y se da cuenta de que también se siente incomprendido hasta por su núcleo más cercano. Este compartir puso de manifiesto las inquietudes que muchos de nosotros sentimos y que precisamente nos han llevado a converger todos en Selvas Amazónicas. Nuestro interés por la Misión nace del cuestionamiento, de la incomprensión y, también, de la vocación que nace en lo más profundo de cada uno de nosotros de un encuentro con el Señor que se materializa en personas de los pueblos más lejanos y recónditos.
Este encuentro también ha sido importante porque nos ha permitido materializar la Misión y verla más cerca, más real. A través de charlas como las de David, en las que nos hacía corresponsables del mantenimiento del blog de selvas Amazónicas.
Él nos contaba la importancia del autocuidado en la misión mientras nos ponía un ejemplo: la escritura. Por medio de la escritura de un diario, él encontraba cada día un momento de sosiego en el que conseguía frenar el ritmo tan frenético que a veces la misión trae consigo. Así, sacaba cada día, un rato en el que ralentizar su pensamiento y dejar fluir libremente su experiencia a través de tinta y papel. Esto nos acercó a la realidad de la misión pues, al hacernos corresponsables del blog pudimos intuir los diferentes proyectos como algo “nuestro”, algo que necesita de nuestra participación. No sólo para ir allí, sino para dar testimonio aquí y acercar esa realidad que muchas veces se hace invisible a nosotros a través de pequeños escritos.
Rescatando el tema del autocuidado, pudimos caer en la cuenta de la importancia que tiene el cuidarnos también a nosotros mismos durante este tiempo de misión. Es fácil caer en el descuido de uno mismo cuando uno se ve desbordado de tanta necesidad, pero gracias a David pudimos entender la importancia de poder plasmar nuestras preocupaciones, miedos, angustias, pero también nuestros logros, alegrías, disfrutes encontrando en ello un cierto papel terapéutico.
Tras un pequeño juego, el juego del nudo, en el que entrelazábamos al azar nuestras manos y debíamos desliarnos, comenzaba el tercer testimonio del día, el de Manolo. Manolo es médico y lleva muchos años vinculado a Selvas y yendo a la misión de Puerto Maldonadollevando salud a la gente apartada del sistema, que no tiene opción de encontrarla en otro lado. Nos contaba sus aventuras y su recorrido a lo largo de los años y nos dábamos cuenta de que cualquier gesto de ayuda basta. También nos hizo sentirnos afortunados por algo tan simple como poder ir al médico cuando enfermamos a través del relato de una niña enferma, la cual falleció en el trayecto de 12 horas en bote por el río hasta el hospital más cercano.
La charla de Belén sobre actitudes y buenas prácticas también nos hizo sentirnos cerca de la misión. Hicimos real ese otro con el que vamos a convivir, esa vulnerabilidad, especialmente en el caso de menores y el cuidado que esta situación muchas veces requiere. Adquirimos así una mayor concienciación y compromiso hacia todas esas personas sin olvidar la realidad de cuidados y medidas que esto requiere.
Tras una larga e intensa jornada nos fuimos a descansar, pero no por mucho tiempo pues el domingo nos estaría esperando otra sesión de formación con la que acabaría el tercer encuentro.
ProcedióIgnacio con una charla de inculturación muy relacionada a lo que íbamos viendo el día anterior. A través de su propio ejemplo de su vida universitaria, nos damos cuenta de las grandísimas diferencias entre culturas y cómo nuestras actitudes, muchas veces fruto de la ignorancia y el desconocimiento, pueden ser tomadas a veces como faltas de respeto o incluso de desprecio. Fue lo que faltaba para llegar al equilibrio entre sumergirse e integrarse en una cultura sin dejar de lado la identidad de cada uno, pero sin perder de vista que a veces puede ser importante realizar el esfuerzo de abrir la mirada y cambiar de paradigma, dejando de lado nuestras costumbres y prácticas para generar un encuentro genuino con el otro.
Esto nos permitirá hacer una revalorización del exogrupo, de esos colectivos a menudo lejanos a nosotros sobre los que inconsciente e involuntariamente tendemos a tener prejuicios, a alejarnos. Solo por medio de este proceso de reflexión podremos realmente entender y sumergirnos en su cultura y enriquecernos también del encuentro que allí se produce. Como Ignacio decía: nosotros vamos a llevar el Evangelio a un sitio en el que ya hay Evangelio, y para poder traducir ese mensaje que a veces se pierde o se hace ilegible es completamente necesario hacerlo desde el contexto que cada una de las personas viven.
El contexto es la cultura. “Yo soy yo y mis circunstancias” decía Ortega y Gasset en una frase viralizada a medias, pues esta proseguía diciendo: “y si no las salvo a ellas, no me salvo a mí”. Así que las palabras de Ignacio fueron un llamamiento a sumergirnos, a dejarnos hacer por lo desconocido tratando de no juzgar, de generar una apertura en nuestro corazón para dejar salir el Evangelio que llevamos dentro de cada uno de nosotros, no sin antes haber dejado entrar la cultura de sea cual fuere el sitio al que cada uno irá y dejándonos hacer también por ella.
Por último, celebramos juntos la Eucaristía. La fuente sobre la que se sustentan nuestras vocaciones, deseos e inquietudes. Todo nace y acaba en Cristo y poder celebrar juntos la Eucaristía, participando de su muerte y resurrección y siendo testigos de su mensaje es un regalo que nos hace, pero también es un deber responder a esa llamada a la unidad.
María Ibáñez - Voluntaria de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas