Entremos más adentro en la espesura (de la Cruz)
En su misión en el hospital de Yaundé, Camerún, Sagrario nos comparte una experiencia única donde el dolor y la esperanza se entrelazan, y la fe y la compasión iluminan la espesura de la Cruz.

Cuando voy cumpliendo la última semana de misión en el hospital se me ocurre completar de algún modo la crónica con esta frase de san Juan de la Cruz, que ilumina mi experiencia única, absolutamente extraordinaria, una experiencia llena de gracia y agradecimiento.
Es así, escuchar el latido del dolor, ver la resiliencia de las personas enfermas, el saber y el delicado hacer de enfermeros y cuidadores, envuelve los días y las horas, tan bellamente cantadas además por las hermanas con un halo de misericordia indecible.
Hay momentos difíciles compartiendo vidas y relatos de extrema desolación. Siento que no se puede hablar exactamente de historiales médicos, sino de vidas sufrientes…, a los pies de la Cruz, muy cerca, demasiado cerca. Cuando algo te rompe el corazón, puede ocurrir que al día siguiente encuentres algo más dramático, porque al sufrimiento de la enfermedad aquí se añade la precariedad económica, y también la preocupación de las madres, tantas madres enfermas, que sufren por sus hijos, madres solas que no pueden seguir trabajando para mantenerlos. O jóvenes madres de niños pequeños que temen por su vida y su desamparo.
Ante estas situaciones me sacude la memoria compasiva que me envía una y otra vez en los últimos días, - mientras subo y bajo las escaleras y atravieso las terrazas y contemplo al frente las colinas - me envía, digo, a esta frase de san Juan de la Cruz que corresponde a uno de los versos del Cántico Espiritual, cuando avanzando en el camino místico, anticipando el encuentro con el Amado, el poeta nos viene a descubrir la hondura abisal de la vida y la muerte. Es la densidad de la noche, del dolor, la soledad, la angustia del abandono, pero siempre, a pesar de todo la esperanza y la búsqueda de sentido, la fe en medio de la desolación.
Entremos más adentro en la espesura… Este verso, explicado después, nos sitúa en un momento crucial del camino espiritual. Se halla en una estrofa que empieza con una invocación de alegría: Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura. Se trata de la búsqueda del Rostro, de la luz que ilumina la noche. De la imagen y semejanza inscrita en las entrañas de nuestro ser. Pero al tiempo señala el santo que la espesura es la espesura de la Cruz.
Muchas veces había meditado esta bella estrofa, pero nunca como aquí y ahora en el hospital, celebrando además el domingo la Exaltación de la Cruz, se me había hecho tan patente y tan encarnada. Cada paso en la escalera y en el pasillo de paliativos se repetía en mi corazón estos días el eco misterioso de esos versos.
Los enfermos quieren rezar y resistir, los enfermeros se ocupan y sonríen. Los enfermos hablan de sus familiares, de sus hijos, de sus amigos, de sus ahorros que se agotan para pagar los tratamientos…, de la gente que los quiere, a pesar de todo. En tales conversaciones entro con ellos un poco en la espesura de sus vidas difíciles, en la espesura de sus cruces pesadas, a veces pienso también en el camino del vía crucis y en particular cuando el Cireneo ayuda a Jesús a llevar la Cruz, no sé si sirvió de mucho o de algo, pero él estuvo ahí, sosteniendo, entonces me doy cuenta de que podemos ser un poco cireneos, entramos más adentro en la espesura, cuando acompañamos y visitamos, y desde nuestra salud sostenemos esa sonrisa que languidece.
Porque son los caminos de la Cruz, la existencia probada de la vida misma de Jesús, su Cruz que atraviesa con los dos maderos cruzados nuestra columna vertebral, nuestra carne y nuestra historia, nuestro mundo herido, peregrino esperanzado, sediento. Mi alma tiene sed de Ti.
Pronto acabo esta misión y marcho para Malabo, otra realidad, otra misión, situaciones distintas, la misma pasión y compasión por África, pero nunca podrá salir ya de mi corazón, de la memoria que reza, la espesura que aquí se me ha dado a conocer y compartir, nunca pude imaginar estar tan cerca de los que de veras sufren a los pies de la Cruz. Reconozco este estar como un momento especial de gracia.
Sagrario Rollán
Voluntaria misionera en Yaundé, Camerún