Encuentro con la Misión de Guinea
Elisa nos cuenta su primera semana en Malabo junto a Ana y Lourdes; Está disfrutando del amor y la alegría de los niños, de la solidaridad de la comunidad y muchas cosas más...
El 26 de julio, con las maletas preparadas, puse rumbo a Malabo. En este viaje me acompañaba la misionera Lourdes, que ya había estado varias veces en Guinea. Salimos juntas desde Madrid Barajas. Me sentí muy bien pudiendo compartir experiencias durante el vuelo. A nuestra llegada, para mí todo fue impactante. Incluso de camino a la Parroquia Santa Maravillas de Jesús desde el aeropuerto, iba observando a través de la ventana del coche una realidad totalmente distinta a la que yo conocía.
Cuando entramos en la finca, la comunidad y los frailes nos acogieron con los brazos abiertos. La otra compañera misionera, Ana, estaba allí también para recibirnos. Al ser mi primera experiencia en misión, me sorprendió la cantidad de personas que están implicadas en la acogida de voluntarios. Siento que hay una gran calidad humana en las personas del lugar. Nos alojaron en la casa de Mamá Joaquina, una mujer que acude todos los días a la parroquia y forma parte de "Las Martas" un grupo de mujeres que sirven a la comunidad para cualquier necesidad.
Durante el fin de semana, tuvimos la suerte de que Regina, una de las catequistas habituales de la parroquia, nos mostrara la realidad del Barrio Pérez. Junto a ella pudimos conocer a varias familias que viven aquí, algunas de ellas atravesando situaciones verdaderamente difíciles. Aún así, es reconfortante ver que la comunidad y la solidaridad sostienen a cada una de ellas. Me sorprendió que todas las personas nos invitaran a pasar dentro de casa y que nos confiaran sus historias personales incluso sin conocernos. Además, nos regalaron cañas de azúcar recién cortadas que llevamos durante el camino de vuelta a la parroquia.
La tarde del sábado, nos invitaron a asistir a una comunión de varios niños. Las celebraciones y las misas aquí son muy alegres, siempre hay un coro que canta animando la ceremonia. También me sorprendiólo importante que es aquí el compartir los alimentos, siempre están dispuestos a que alguien más se siente a la mesa. En la cena de la comunión, las tres voluntarias nos sentimos muy acogidas por la familia. Pudimos probar diferentes platos y disfrutar de la música y el baile.La calidez humana de los guineanos es algo que notas desde el principio.
El domingo por la mañana, fuimos al barrio de Upside a celebrar la misa. Es un barrio con una realidad muy difícil, donde hay escasez, y sin embargo, su gente nos esperaba con una sonrisa para compartir ese momento en comunidad. Ese día fue el que más me impactó hasta hoy, porque esa misma tarde acudimos al orfanato Nuestra Señora de la Almudena. Nada más abrirse la puerta un grupo enorme de niñas y niños corrían a esperarnos. Cuando nos bajamos del coche todos vinieron a abrazarnos. Lourdes ya había estado allí hace unos meses en su anterior misión. Me pareció increíble el amor de aquellos niños, a pesar de su dura historia, te abrazaban y te miraban con una gran sonrisa. La verdad es que fue un auténtico regalo conocerles.
Tras el fin de semana, comenzó el campamento de verano útil. Durante estas jornadas que transcurren de 9 a 12 de la mañana, las voluntarias acompañamos a los monitores impartiendo clases y talleres enfocados en eljuego, el refuerzo escolar y diferentes actividades lúdicas.
Ana, Lourdes y yo estuvimos con el grupo de los más pequeños. A pesar de las dificultades escolares que experimentan algunos, buscamos la manera de que puedan aprender divirtiéndose. De lunes a miércoles realizamos talleres diferentes, desde juegos, repaso escolar, bailes etc. Los jueves y los viernes están más enfocados a talleres más específicos que se dividen entre música, baile, oratoria, deporte... Lo más bonito es ver a los niños disfrutar juntos del campamento, ahí es cuando te das cuenta de que muchas veces lo más importante es la intención. Aunque a veces los recursos no parezcan suficientes, a la hora de hacer actividades, el compromiso y la confianza hacen que todo sea posible.
Muchas veces pensamos que necesitamos más, pero aquí te das cuenta de que lo más importante es colaborar entre todos y que cada uno aporte su granito de arena. Las tardes las dedicamos normalmente a conocer otras zonas y hacer visitas a otras comunidades.
Guinea es un país de muchos contrastes, de diferentes realidades y de una cultura llena de tradición y de amor por la familia. La primera semana ha sido un gran encuentro con lo que significa la misión. Aprender a desprenderte de tu mochila, de tus miedos y tus prejuicios, para volverte vulnerable y dejar entrar el amor de los demás en ti. Solo con las manos abiertas puedes estar realmente disponible para ayudar al que te necesite.
Elisa Izquierdo Rollán
