El Señor te llevará de la mano
Un camino de fe, fraternidad y servicio: la experiencia de voluntariado misionero de Ana Isabel en Malabo

No ha amanecido en Madrid, me coloco la cruz que en la Celebración de Envío nos impone Fr. Jesús Díaz, el provincial de los dominicos y que para mi tiene tanto significado y salgo de mi casa.
De la mano de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas comienza esta segunda experiencia de voluntariado.
Al fin, después de quizás demasiadas horas, aterrizamos en Malabo. Al salir del avión un niño de la familia que va delante cargada con mucho equipaje, me ofrece su mano y juntos hacemos la entrada en el país.
De la mano de los frailes dominicos de la casa de San Martín de Porres, que hacen que también sea nuestra casa, vivimos la experiencia de voluntariado misionero. Nos acogen con el corazón y con los brazos abiertos, siento que formamos una familia. Configuramos una Iglesia sinodal, ellos los frailes y nosotras las voluntarias.De la mano de los dominicos entramos en la cotidianidad de la gente de la parroquia Santa Maravillas de Jesús, en sus celebraciones, compartimos su comida, sus conversaciones, nos abren sus casas y nos acogen con un respeto y generosidad, que sólo ellos saben hacer. Con la comunidad de frailes compartimos inquietudes, risas, sobremesas, eucaristías, "dilemas morales", vida...
De la mano de los Oxford, el grupo de niños pequeños del Campamento de Verano Útil, compartimos todas las mañanas con juegos, canciones, manualidades, tareas, cuentos, teatros, pintacaras, risas, enfados y muchos abrazos.De la mano de las Misioneras de María Inmaculada, entramos al orfanato, institución en la que en verano hay alrededor de 150 niños acogidos, de edades que van desde los 3 meses hasta los 20 años o más. Nos abrazamos, reímos, bromeamos, hacemos tareas y con algunos podemos compartir las duras circunstancias por las que han pasado en sus vidas y que les han hecho formar parte de una gran familia, en la que están plenamente integrados.
Este año hemos realizado tres talleres con las chicas mayores y con los medianos. Las sesiones comenzaban con un sencillo ejercicio de relajación, con la lectura de un cuento. La voluntaria más veterana ha publicado un cuento basado en la historia de un niño del orfanato que ellos conocieron. Tras la lectura, escriben sus reflexiones y terminamos con una manualidad que es un regalo que se hacen a sí mismos.
De la mano de sus reflexiones entramos en su ser profundo, en sus dolores y en sus procesos de sanación. Qué admiración me produce la fuerza que transmiten sus escritos, la fe, las ganas de ayudar a otros, reconociendo que otros lo han hecho con ellos.De la mano de uno de los frailes dominicos, que soñó a lo grande y consiguió organizar en su pueblo un Taller de Formación para profesores, que acabó siendo multitudinario y tuvo tan buena acogida que se ha realizado una segunda semana de formación, compartimos con docentes de todas las etapas educativas.
Juntos fuimos renovando la ilusión por nuestra tarea, aunque a veces, se nos hace cuesta arriba sobre todo si el salario no te permite vivir dignamente y tienes que hacer otros trabajos. Mediante el estudio, las dinámicas, las exposiciones, etc
compartimos nuestras experiencias y concluimos reconociendo la importancia de nuestro trabajo en el proceso de formación de los niños y jóvenes que vamos encontrando en nuestro camino.De tu mano Señor, disfrutamos de cada momento y lo vivimos cómo lo que es.
¡Qué bueno es estar abiertos a la vida que nos sale al encuentro en una dificultad, un sufrimiento y en este país hay demasiados, una sonrisa, una mirada cómplice, una palabra de consuelo, un abrazo...!
¡Qué bueno es saber estar, y verlo todo con mirada de niño, dejándonos asombrar e interpelar por lo que va ocurriendo!
¡Qué bueno es dejar que la mirada del otro llegue a nuestro corazón!
¡Qué bueno es aprender de otras culturas!
Gracias Señor por esta oportunidad, por la Comunidad de frailes dominicos de la misión de Malabo y por el grupo de voluntarios.
De tu mano Señor, volvemos a nuestras casas para ser embajadores de lo que hemos tenido el privilegio de compartir.
Ana Isabel Bartolomé
Voluntaria Misionera en la Misión de Malabo, Guinea Ecuatorial