El primer día de toda una aventura: mi misión en Perú
Ángela I. Burguet, voluntaria de Misioneros Dominicos – Selvas Amazónicas nos envía una crónica de sus primeros días de misión
El 19 de septiembre de 2022 fue el primer día de toda una aventura: mi misión en Perú. Ese mismo día salí de España y por la tarde llegué a Lima. Salí del verano para llegar al invierno, pero mi acogida fue tan calurosa como los últimos días que pasé en mi tierra. Desde el principio fui recibida por una familia que trasciende fronteras y de la que me siento parte: la Familia Dominicana.
Después de pasar unos días entre Lima y Cusco, cogí la mochila y puse rumbo hacia una nueva región, Madre de Dios, allí me esperaban dos misioneros, que, desde hace muchos años, puedo decir que son amigos: César y Mariela.
Durante los días que pasé en Puerto Maldonado tuve la oportunidad de conocer un poco la realidad del mundo indígena, y, sobre todo, descubrir el gran problema de la minería ilegal. De mi paso por la región Madre de Dios, destaco tres experiencias que me marcaron de una forma especial.
La primera fue poder participar en la actividad que preparó Cáritas Brasil y Cáritas Madre de Dios en el Puente de la Triple Frontera. La marcha se inició bajo el lema elegido por el Papa Francisco para conmemorar el día del migrante “Caminemos juntos”. Bajo este lema, Francisco nos pide que creemos una humanidad donde verdaderamente seamos hermanos.
Durante la marcha se celebró una oración que tuvo tres momentos en los cuales hubo testimonios de migrantes que se habían obligado a salir de su país con la intención de buscar una vida mejor. Los testimonios de estas familias, en su mayoría venezolanos y haitianos, nunca son fáciles de escuchar, pero sí hubo un denominador común: los distintos Cáritas les habían ayudado a salir adelante.
De la jornada me quedo con lo que dijo el responsable de Cáritas de Bolivia, aunque no sea nuevo, allí cobró un sentido especial: “La gente que migra lo hace porque no tiene otro camino. Puede ser por necesidades económicas, razones políticas o por causas ambientales. Pensamos que la gente sale de su tierra porque quiere, pero no somos conscientes que muchas veces no tienen otra opción”.
La segunda experiencia fue conocer la Casa Hogar Ana Almendro Rodríguez. El proyecto tiene la finalidad de ayudar a menores que están en riesgo de exclusión. Actualmente cuenta con 16 usuarios, con edades comprendidas entre los 2 y los 20 años.
Tuve la oportunidad de conocer a Pilar, fundadora de la institución, y a Teresa. De ellas destaco su lucha por querer dar una nueva oportunidad a niños que a edades muy tempranas han conocido el horror del abuso, la violencia y el abandono. Ellas han sido unas “hadas madrinas” para muchos niños, y hacen que, en la actualidad, muchos de esos pequeños no pierdan su sonrisa y sus ganas de querer ser niños de nuevo.
Por último, la tercera experiencia fue descubrir la realidad que viven algunos indígenas del país. César, misionero, laico dominico y director de Radio “Madre de Dios”, recibió una llamada la segunda tarde de estar en Puerto para pedirle que se acercara al Hospital de Santa Rosa de Lima. El fin de la llamada era que necesitaban que, como periodista, hiciese presión porque iban a dar de alta a un paciente indígena.
El enfermo era un hombre de tan sólo 25 años, con un posible cáncer de colon, que no podía ser diagnosticado en ese hospital porque no tiene unidad oncológica y, por tanto, debía ir a Cusco para que pudiesen confirmar o no el diagnóstico. Sin embargo, al no tener un diagnóstico el hospital no le trasladaba en ambulancia, sino que el paciente se tenía que ir en autobús (aproximadamente 10 horas de viaje).
Hasta aquí la situación es difícil. Pero ¿y si ahora os cuento que el paciente pertenece a la comunidad indígena de Yomibato (comunidad de Contacto Inicial, PICI, situados en el Parque Nacional de Manu), que no saben español, que no tiene a su familia en Puerto Maldonado y que t
ampoco tiene dinero? ¿a qué la cosa cambia? Este caso me indignó personalmente porque al enfermo se le dejó de tratar como persona y pasó a ser una 'cosa que da problemas'.
Como humanidad fallamos siempre que dejamos de ver en el otro el ser humano que realmente es y lo transformamos en un número o una 'cosa que molesta'. Casos así deben cuestionarnos la forma en que tratamos al prójimo, y así darnos cuenta que es la figura del samaritano la que hemos de seguir, ya que eso implica cuidar y respetar al otro, y no dejar su destino en manos de la suerte.
A los dos días recibimos la siguiente noticia: el paciente de 25 años murió solo en el hospital. Su nombre era Iván.
El paso por Puerto Maldonado fue corto, pero muy intenso. Redescubrí el valor de la sonrisa, de los abrazos, y lo más importante, volví a ver con los ojos del corazón, aquellos que se guían por Dios.
Continuará…
Ángela I. Burguet, voluntaria en misión de larga duración
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Desde Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas hemos iniciado una campaña para recaudar fondos para nuestro proyecto "Por la dignidad de los enfermos indígenas en hospitales. ¡Ayúdanos!"que precisamente intenta paliar situaciones como las descritas por Ángela. Si quieres ayudarnos puedes hacerlo a través de nuestra web, por Bizum al código 01976 o llamando por teléfono al 91 564 26 12 de lunes a viernes de 9 a 14h. 
