Desde Paraguay
Gabriel nos cuenta su llegada y primeros días en Paraguay, donde compartirá misión con Belén.
El martes día 1 llegué a Asunción a las 5:50 de la mañana. Mientas esperaba en el aeropuerto de Madrid para embarcar, comencé a reflexionar cual era mi motivación para hacer esto. Qué era lo que me movía a salir de mi tierra y dejar la rutina y la seguridad de mi hogar y enfrentarme a algo nuevo, una cultura diferente, una manera diferente de ver las cosas, una realidad al fin y al cabo que no tenía nada que ver con la mía. En ese momento encontré uno de los textos que trabajamos en uno de los encuentros que se llamaba "Vivir la vida como misión"y reflexionaba sobre esas motivaciones. Tras leerlo pedía al Señor que me ayudase que no me dejara solo durante este mes y que me enviara su Espíritu Santo para que mi motivación principal fuese el sentirme llamado a transmitir su amor y la alegría del Evangelio y no otras cosas más banales. El viaje fue intenso y tenía muchas dudas y miedos. Pero fue llegar y respirar tranquilo al ver a Toni, el fraile dominico que está en San Roque, que me llevó al pueblo para que me instalase. En ese momento me sentí cerca del Señor y de toda la comunidad dominica que me acompañaba. De San Roque fui a Simbron que es dónde estaba mi compañera Belén en misión y hasta el viernes he estado allí ayudándola en unas charlas sobre el acoso y ciberacoso escolar en diferentes colegios y escuelas. Han sido unos días intensos y llenos de momentos de gracia que me ha regalado el Señor. He dormido en casa de un matrimonio y han sido muy hospitalarios y atentos al igual que todas las personas que hemos conocido. Una de las cosas que he experimentado es como ponía en ese texto "la torpeza, para que quede de manifiesto que seguimos a Jesús por acción del Espíritu". esa torpeza a la hora de hacer ciertas cosas como pescar, ordeñar una vaca, el decir ciertas palabras que allí significan otras cosas, el no saber hablar guaraní... todas esas cosas me han servido y me sirven para ser humilde, hacerme pequeño y pobre que es algo que me cuesta en mi día a día y aquí lo estoy haciendo. Doy gracias a Dios por estos días tan maravillosos que me está regalando, por hacer posible que ya esté aquí en misión y por todas las personas que me están acompañando como Toni, Belén, el matrimonio que nos ha acogido estos días y todas las personas que estamos conociendo. En sus rostros veo el amor del Señor y como el Espíritu actúa en cada uno de ellos. Saludos. Gabriel