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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Cuando todo es posible o nada lo es: ¿por qué los jóvenes estamos perdidos?

Una reflexión valiente sobre la juventud, el vacío existencial y la esperanza que ofrece la fe. Entre España y Guinea, dos realidades distintas con una misma búsqueda de sentido. Escrito por María Ibañez, voluntaria en Malabo.

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Estoy harta de escuchar que los jóvenes en España estamos perdidos. Y ahora, al llegar aquí, todo el mundo dice que los jóvenes guineanos también lo están. ¿Es cosa de la edad entonces, del momento evolutivo en el que estamos?

Desde que llegué, he intentado comprender por qué dos sitios con culturas y sociedades tan diferentes pueden tener la misma situación en un mismo grupo de edad. La adolescencia es una construcción social y nada tiene que ver un adolescente aquí en Guinea, con uno en España. Entonces, ¿cómo puede ser que estén en la misma situación?

La única respuesta que he encontrado tiene que ver con la libertad.


maria-con-nino-cargado-de-espaldas-normalAllí en España, cada vez es más difícil tomar decisiones. Ya no se ve a gente tomando decisiones duraderas: casarse, comprarse una casa, mucha gente se cambia varias veces de carrera, formar una familia… Me atrevería a decir que es porque el abanico de posibilidades es tan amplio, que tenemos miedo a comprometernos con algo por si el día de mañana surge una mejor opción.

Somos poco leales, pero sobre todo lo somos con nosotros mismos. Vivimos en una posmodernidad líquida en la que no hay certezas. Ya no está claro qué está bien y qué está mal, tampoco tienes claros tus valores, tus aspiraciones. La incertidumbre es la enfermedad del ahora. Entonces, desde ese vacío que hay de base, nace como consecuencia miedo al compromiso.

Lo queremos todo, y además queremos lo mejor. Si te comprometes a algo y te llega algo mejor, se ve como una derrota.

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Sin embargo aquí la problemática es muy diferente. No hay posibilidad de elección. El abanico de posibilidades aquí es muy limitado. Los jóvenes tienen claro el futuro que les espera (que muchas veces no es el que ellos quieren) desde mucho antes de que puedan desarrollar la madurez y la conciencia necesaria para tener aspiraciones.

Así, simplemente se dejan estar. Van sin rumbo, haciendo lo que toca. Van al instituto porque es lo que toca y los que llegan a la universidad es por lo mismo, pero no tienen un proyecto vital porque saben que ni con la formación profesional pertinente tendrán un futuro prometedor. No tienen ilusión. Simplemente consumen el tiempo como pueden.

Dos perspectivas opuestas —la libertad absoluta y la privación de tomar decisiones libremente— dan el mismo resultado: desmotivación y falta de propósito personal.

El remedio a todo esto no lo tengo claro. Pero, para mí, Dios es esencial.

Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. No nos maneja como marionetas, pues en todo momento somos libres de elegir. Yo creo que los que hemos experimentado lo que es realmente el amor De Dios, no podemos rechazarlo. Tampoco podemos quedárnoslo para nosotros mismos, es algo que nos desborda y que nos mueve a ponernos en camino y a compartirlo con todo aquel que podamos.

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Así, el entender que para alguien eres importante, que alguien cuenta contigo y que contaba contigo incluso antes de que fueras pensado, te salva de caer en la indiferencia. Hace que, de alguna manera, te sientas importante para algo. Hace que tengas un propósito, una motivación, algo por lo que luchar.

No es camino fácil, la fe no es lineal y como todo proceso, hay veces que se tiene más claro, otras que menos. Hay dudas, baches, momentos de desierto… Pero estar bajo el amparo de un ser amoroso que es más grande que tú, hace que tengas la seguridad de que tú eres un instrumento a través del cual alguien actúa.

Eso sirve —o por lo menos me sirve a mí— para perder el miedo a comprometerme con algo, porque sé que no hay nada mejor que lo que Dios haya pensado para mí.

Hay una canción que dice:
“Dicen que Dios tiene sueños,
8 billones de sueños,
Mira qué hermoso destello eres de Él.”

Y es que no puede definir mejor el tema que vengo describiendo. Todos hemos sido soñados por Dios. Somos un hermoso destello, un halo de luz que nace de un ser de infinita bondad. Somos bondad. Estamos llamados a eso.

Nadie se queda fuera del plan de Dios. Todos valemos, todos contamos. Todos somos importantes, también esos “desechos” de la sociedad. Esa gente que sale en las noticias y en los anuncios de “Save The Children”. Todos, todos, todos. Todos contamos y todos somos igual de importantes.

María Ibáñez Gabaldón - voluntaria misionera en Malabo, Guinea Ecuatorial