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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Salgo

Teresa nos habla de porque sale, de los descubrimientos y aprendizajes, de lo que se queda y de las respuestas que aunque tiene que encontrar.

 

Salgo de fin de semana, como algún otro, para frenar mi realidad y para enfrentarme a otras.

Salgo para encontrar, salgo para descubrir y aprender.

Salgo para encajar ese ansia que tengo al pensar que mi vida vale para algo más que para lo que tenemos establecido desde que nacemos, para ver lo que nadie te quiere enseñar.

También, he descubierto que para salir no hace falta irse muy lejos, ya que tenemos realidades extremas justo al lado de nosotros, pero me he dado cuenta de que para enfrentarte a ellas hay que estar preparada.

Tienes que dejar que ésta te atraviese, que te bloquee y que te vuelva a trastocar todos tus esquemas, a la vez que vas ampliándolos y dejándote desgarrar por ellos para que estos vayan consiguiendo un cambio necesario dentro de ti.

También eres capaz de aprender a captar la miseria humana, y con esto no me refiero a la pobreza, a las desigualdades o a la exclusión social, me refiero con esto a la falta de empatía que está desarrollando nuestra sociedad, a la insensibilización que consigue integrarse en nuestras vidas y que consigue expulsar cualquier síntoma positivo como puede ser la misericordia o la capacidad de bucear en el interior de una mirada triste que, de alguna manera, necesita de ti. La capacidad de darle algo a cualquier persona que no esté dentro de nuestro “círculo”.

Porque, ¿qué me diferencia a mi de cualquier persona que viva en la cañada real, por ejemplo?
¿Acaso ellos no sienten, no tienen emociones o sueños como yo? Qué posibilidades les habrán negado, o qué caminos les habrán cerrado a lo largo de su historia? ¿Por qué somos capaces de mirar para otro lado sabiendo que ese tipo de personas han renunciado incluso a su propia vida?

¿Qué estamos haciendo tan mal para que convivan la riqueza y la pobreza extrema con una separación de tan solo 14 km?

14 km.

¿Qué nos diría Jesus a cada uno de nosotros si regresase uno de estos días? ¿Y qué le diría a ellos?

A pesar de todo, me quedo con las personas que no sólo son capaces de mirar, si no de ver. Aquellas que no pasan indiferentes ante el sufrimiento ajeno.

Me quedo con esas llamitas esparcidas por todo el mundo, que con sus testimonios son capaces de hacerme sentir emociones que juegan con mis ganas de no quedarme parada.

Aquellas que me están enseñando a ver a través de sus ojos, de sus lágrimas y de sus experiencias.

Por todo ello, os doy las gracias a cada uno de vosotrxs.

Mientras tanto la vida sigue y yo, en mi pausa, sigo encontrando las respuestas.

Gracias.

Teresa Ballester