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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

EXPERIENCIA DE MISIÓN EN CUBA, MARTÍ.

Alejandro y Mayte nos cuentan su experiencia de misión en Martí, Cuba, durante el verano de 2016. Este matrimonio misionero ya tuvo una experiencia similar en la misión de Kirigueti, Perú, hace unos años.


 

El 25 de julio volamos para Cuba. Teníamos muchas ganas de vivir otra experiencia de Misión, pues la que tuvimos en Kirigueti, en la selva del Perú, nos marcó la vida.

Llegamos al aeropuerto de La Habana a las 23:15h. Pasamos los controles y esperamos a que nos trajeran los visados religiosos. Cuando salimos de allí, las Hermanas Dominicas Amparo y Herminia nos estaban esperando. ¡Y bien que esperaron! Salimos los últimos a las 00:30. ¡Cuántas ganas teníamos de verlas! Todo el año esperando este encuentro. Después de un fuerte abrazo subimos en el “carro” de las Hermanas para Martí, en la provincia de Matanzas, dónde se encuentra su Misión. Llegamos 3 horas y media después, cansados y un poco desubicados.

Pero al día siguiente, al salir de la habitación, una luz fuerte y viva nos recibió con energía. El patio de la Misión estaba iluminado delante de nosotros. Era precioso; de un verde profundo y muy extenso. El olor a mango y plátano nos llamaba desde la cocina. Allí estaban las Hermanas, con una gran sonrisa, esperándonos para desayunar. Y justo ahí, empezó todo lo bueno que estaba por venir.

Las hermanas Dominicas que están en la Misión de Martí son: la Hermana Amparo, la Hermana Herminia y la Hermana Matilde. Son humildes y muy simpáticas. No te puedes aburrir con ellas… ¡Porque siempre están haciendo algo! Trabajan con los niños que van allí; enseñan, educan, ríen y juegan. Cuidan del jardín y de los animales que tienen, rezan, cocinan, ayudan con el botiquín que dispensan, visitan casas donde imparten catequesis… e innumerables cosas más que no cabrían en una sola lista. Estar con ellas, así como con la gente que las rodea, ha sido una bendición.

Nuestra principal tarea ha sido colaborar con el proyecto que tienen con los niños en verano. Durante la semana, los niños de Martí y de algunos poblados de alrededor, acudían a la Misión. Desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, se les ofrece tanto actividades como la comida, algo que escasea en muchas familias. Tienen desayuno, almuerzo, comida y merienda. Los niños disfrutan y se lo pasan en grande allí. Las actividades que se realizan son: catequesis, clases de guitarra, lectura, manualidades, deporte y danza. Estas dos últimas las impartíamos nosotros durante el tiempo que estuvimos en la Misión. Alejandro daba deporte y yo danza. En el tiempo que estuvimos pudimos montar un pequeño equipo deportivo y preparar algunas danzas para el festival de fin de verano. Disfrutamos tanto o más que ellos cada uno de los días que pasamos juntos.

Cuando llegó el último día, en el festival, nos llovió como no había llovido aún, pero entre las canciones de los niños, los bailes y la rica comida que prepararon las Hermanas, pasamos uno de los días más especiales de la Misión. Todos sonreían y a nadie parecía importarle el agua que estaba cayendo. Tanto trabajo durante todo el verano tuvo su recompensa, y todos estaban felices por ello. ¡Cuánto hemos podido aprender de ellos! De cada una de las Hermanas, de los Padres con los que celebrábamos las eucaristías, de los niños del proyecto, de los monitores y voluntarios que también colaboraron este verano, de la gente que ha participado y participa de la Misión, y de las amistades que hemos hecho y con las que hemos compartido tan buenos momentos.

Con todo esto, y el alma llena de rostros, olores, sabores, imágenes, sensaciones, experiencias, realidades difíciles y buenas personas, nos despedimos de Martí con el corazón en un puño. Fue una experiencia breve, pero lo que nos llevamos, desde luego, ha sido mucho más de lo que dejamos.

Gracias a todas y cada una de las personas que han compartido con nosotros este maravilloso verano en Martí. Gracias también a Selvas Amazónicas, por brindarnos siempre la oportunidad de vivir la Misión en lugares donde Dios está tan cerca. Una vez más, esta experiencia nos ha cambiado la vida. Esperemos estar a la altura para vivir la Misión en nuestro día a día.

Alejandro y Mayte.