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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Chomreabsuor Cambodia

Patricia y Ana nos mandan sus primeras noticias desde Camboya, donde están con las Misioneras de Santo Domingo.

 

Camboya. Uno de los cuarenta y nueve países que componen el continente asiático. Capital y ciudad más poblada: Phnom Penh. Religión oficial: budismo theravada.

Estos son los primeros datos que obtienes cuando investigas sobre este este país. Tras recorrer medio mundo en avión y pisar estas tierras por primera vez, empezamos a sospechar que hay una realidad detrás mucho más profunda.

Las hermanas Dominicas nos abren las puertas de la casa de la Misión de Santo Domingo en Kompung Sao (Sihanoukville) donde nos explican la labor que llevan realizando durante 11 años en esa provincia. Sor Gemma, Sor Anne, Sor Victoria y Sor Julie tienen perfectamente repartidas las tareas y zonas que abarcan cada una y transmiten una alegría e ilusión contagiosa que nos hace sentir como en casa.

En nuestra primera semana hicimos la mochila con lo justo y necesario para acompañar a Sor Gemma en su labor dentro de la misión atendiendo las necesidades de 4 zonas rurales. Dar clases de inglés y comedor en pequeñas escuelas construidas por la Iglesia Católica a niños que tienen a más de 10km de distancia la escuela pública más cercana; visitar enfermos marginales en sus "casas" llevándoles no sólo alimentos y medicina, si no también calor, cercanía, complicidad, alegría y amor; acompañar al grupo de jóvenes en sus actividades semanales; o participar activamente en las eucarísticas y pastoral De la Iglesia son algunas de las principales acciones que desarrolla. Y todo esto, atravesando arrozales por senderos de barro, transportando el material en una moto desafiando las leyes de la física y aprovechando el espacio a caballo entre un spanglish-camboyano. Sor Gemma siempre llega a su destino con la mejor de sus sonrisas, ya sea bajo 40 sofocantes grados o bajo una gran manta de agua (porque cuando llueve en Camboya, llueve de verdad). No puede fallar porque es la esperanza y prioridad del pueblo al que va. Un pueblo que te hace cuestionar quién es el que recibe y quien el que da, que comparte el agua y alimento que tiene sin pensar que probablemente mañana le va a faltar.

Tener espíritu aventurero y una energía inagotable no son requisitos negociables para un misionero en Camboya. Sus paisajes verdes salvajes, llenos de vida y pureza, acompañado de sus gentes humildes, amables y cercanas y sus conmovedoras misas camboyanas nos han conquistado. Sin duda va a ser un mes inolvidable e irrepetible que iremos compartiendo con vosotros.

¡Unidos en misión!